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Cultură

Pensar que estás muerto cuando estás vivo

El síndrome de Cotard hace que pienses que tanto tú como todos los que te rodean están muertos.

Una mañana Esmé Weijun Wang se despertó y se dio cuenta de que estaba muerta. Esmé, una escritora de California, despertó a su marido y le contó la noticia.

“Estoy muerta”, le dijo. “Y tú estas muerto y Daphne está muerta, pero ahora puedo comenzar de nuevo. ¿Lo ves? Tengo una segunda oportunidad. Esta vez puedo hacerlo todo mejor".

Esmé sufría del síndrome de Cotard, una rara psicosis por culpa de la cual piensas que estás muerto. Su ilusión duró meses y durante esta experiencia estaba bastante convencida de que ella y sus seres queridos habían muerto. Que el latido de su corazón y sus pensamientos eran ilusiones. Esmé juraba que ella estaba en el cielo y algunos días en el infierno.

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Después decidió escribir sobre esto. En su libro Perdition Days describe sus ilusiones a medida que las sufría y el resultado es una inquietante, conmovedora (y algunas veces humorística) visión sobre la enfermedad mental. Me reuní con Esmé para conversar sobre cómo es estar vivo mientras juras que estás muerto y dónde encuentras el tiempo para escribir sobre eso.

VICE: Así que el verano pasado pensaste que estabas muerta.
Esmé: No, fue el invierno pasado cuando pensé que estaba muerta.

Oh, perfecto. ¿Cómo empezó?
Creo que fue en noviembre del 2013 cuando hablé con mi marido y le conté que había muerto y estaba en el cielo, pero que estaba bien porque tenía una segunda oportunidad para hacer todo de nuevo.

Lo interesante de las ilusiones es que, en cierto sentido, tienen la capacidad de parecer lógicas. Yo creé toda una historia basada en cuando me desmayé en un vuelo hacia Inglaterra. En mi fantasía pensé que había muerto en ese avión y ahora estaba en el cielo.

Esa fue una fase de la ilusión, pero luego la cosa se puso peor.

Foto cortesía de Esmé Weijun Wang

¿Qué pasó?
Comencé a creer que estaba en el infierno.

Hubo momentos en que comencé a creer que estaba en el infierno, pero también creí -cuando mi nivel de conciencia era algo más alto de lo habitual- que había una pequeña posibilidad de que en realidad no estuviera ahí, así que debía ir al doctor y tomar mis pastillas. Pero lo peor era cuando estaba muy metida dentro de la fantasía, entonces era horrible. Es curioso pensar que nunca consideré el suicidio en aquella época. Y esto sucedió porque no hay razón para que se suicide una persona que ya está muerta.

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Y mientras experimentabas esto ¿Estabas escribiendo un ensayo?
Sí. En ese momento tenia síntomas de psicosis catatónica, lo que habitualmente significa que no podía hacer nada salvo estar en la cama. Pero había momentos en los que podía usar el iPad. Tengo recuerdos de abrir EverNote y escribir las palabras que se convirtieron en mi ensayo titulado Perdition days.

El proceso de escribir esta historia fue de mucha ayuda, porque contar historias y usar palabras son las herramientas que utilizo cuando todo se descontrola.

En Perdition days no es la primera vez que hablas sobre tu salud mental, ¿es difícil escribir sobre algo tan personal?
Es divertido que lo preguntes, porque hace un par de horas publiqué un texto corto en mi sitio web y me estoy sintiendo muy vulnerable respecto a él.

En general me siento bien escribiendo sobre problemas de salud mental; al menos desde que comencé a escribir públicamente sobre mis problemas durante el 2012. Creo que ayuda a la gente. Me encantan los emails y las cartas que me llegan de gente que ha leído lo que escribo. Me anima a escribir más y a ayudar a otras personas.

Foto cortesía de Esmé Weijun Wang

Y lo has hecho. Escribiste un libro sobre cómo es vivir con trastorno esquizoafectivo, llamado Light gets in.
Ese libro lo autopubliqué mientras hacia una residencia literaria a comienzos de año. Está compuesto de textos cortos, esencialmente son posts de mi blog pero un poco retocados. También estoy trabajando en un proyecto mucho más grande, un libro de ensayos sobre la esquizofrenia.

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En Perdition days un lector comentó que tú “escribes muy bien sobre el horror”. ¿Te preocupa que algunos lectores se acerquen a tu trabajo con curiosidad mórbida, más que enfocarse en la difícil situación de quienes luchan contra las enfermedades mentales?
Debo señalar que ya existen artículos horribles sobre el síndrome de Cotard en Internet. Tienen títulos como “el trastorno de los muertos vivientes”. Si mi ensayo hace atractivo al Cotard, espero que sea en menor grado que estos artículos.

Creo que mi acercamiento al escribir sobre el desafío de las enfermedades mentales, y sobretodo cuando es algo tan fascinante como el Cotard, es intentar ser honesta y contar las cosas divertidas que suceden y las que son realmente horribles.

¿Las cosas divertidas que suceden?
Claro. Para las personas que no han leído el ensayo, hay un momento en el que estoy viendo una película de Adam Sandler donde aparece James Taylor. Y cuando vi a James Taylor tuve un pensamiento muy claro: no puedo creer que yo esté muerta y James Taylor siga vivo. Estuve mucho tiempo horrorizada por esto.

Ahora ya te has librado del Cotard. ¿Como terminó?
Terminó de una forma increíblemente aburrida. No sé exactamente cuando terminó. Un día estaba cantando una canción sobre mi perra, Daphne, como suelo hacer, y la canción decía que yo creía en Daphne. Mi marido se dio la vuelta y me preguntó: “¿En serio? ¿Crees realmente en Daphne?”.

Y me di cuenta de que sí.