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Cultură

Persiguiendo skinheads con los Black Dragons en el París de los 80

La banda se inspiró en los Panteras Negras y centró su actividad en la defensa activa de las comunidades minoritarias como respuesta al peligroso ascenso de la extrema derecha.

Este artículo fue publicado originalmente en VICE Francia

Los Black Dragons fue una banda formada en París a principios de la década de 1980 por un puñado de jóvenes de Nanterre como respuesta al peligroso ascenso de la extrema derecha. Fundada por Yves Le Vent, la banda se inspiró en los Panteras Negras y centró su actividad en la defensa activa de las comunidades minoritarias.

Patrick Lonoh perteneció a la banda original desde sus inicios. Asistió a la primera reunión y fue miembro de ese legendario grupo antifascista hasta que, en la década de 1990, se inició un conflicto con sus aliados en lo que él denomina la "guerra de bandas de París". Lonoh también es autor de I Was a Black Dragon, donde narra la historia olvidada del movimiento antifascista francés y de las personas que lo promovieron. Me reuní con él para charlar del tema.

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VICE: ¿Qué significaba ser un Black Dragon?

Patrick Lonoh: Al principio éramos cazadores de skinheads. El grupo lo creó Yves Madichon, alias Yves Le Vent, en 1983. Queríamos transmitir el mensaje de que no éramos distintos a los demás y de que nadie tenía derecho a pegarnos por nuestro color de piel. Pero los Black Dragons también eran una comunidad: cuidábamos unos de otros al margen de nuestras creencias religiosas.

¿Eran los Dragons una banda o un colectivo?

Los Black Dragons eran, sobre todo y ante todo, una filosofía que tomaba prestadas características de varias disciplinas de las artes marciales. Queríamos poder caminar con la cabeza bien alta y nos negábamos a ser pisoteados. Las generaciones anteriores a nosotros eran más dóciles ante los ataques racistas porque nuestra prioridad era sobrevivir en un país extranjero. Además, si los skinheads no existieran, tampoco habrían aparecido los Black Dragons. Fue una guerra entre jóvenes que hacían lo que podían por cambiar el mundo.

El concepto de banda surgió con el tiempo. La guerra de bandas de la década de 1990 fue, en muchos aspectos, más violenta que la guerra contra los skinheads. Fue como dos hermanos peleándose, y aquello impidió que se difundiera la filosofía de los Black Dragons.

Los Black Dragons en Châtelet-les-Halles, París, a finales de la década de 1980. Patrick Lonoh aparece al fondo, a la izquierda.

¿El movimiento estaba inspirado en los Panteras Negras?

Sí. Teníamos las mismas ambiciones y luchábamos por la autoafirmación. Sin embargo, nuestra historia no era la misma. En Francia no se tenía el mismo concepto de la esclavitud, aunque tampoco sufrimos tanta represión. No estábamos en guerra contra la policía. Nuestros enemigos eran los skinheads.

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Fuiste atacado por un grupo de skinheads justo antes de unirte al grupo. ¿Nos puedes contar cómo fue?

Salía del colegio con dos amigos, uno negro y el otro árabe. Fuimos a la estación para coger el tren de vuelta a casa y cuando cruzamos la puerta, nos dimos cuenta de que había varios skinheads en el vagón. Cuando las puertas se cerraron, empezaron a insultarnos sin parar, diciéndonos cosas como «sucio negrata» y «puto árabe». Al final nos bajamos en la parada siguiente, justo cuando se disponían a darnos una paliza. Aquel fue mi primer encuentro con skinheads.

En aquella época, tus padres vivían en el Congo. ¿Qué opinaban de que te hubieras unido a los Dragons?

Tengo una anécdota sobre eso. Un día llegó un periodista a hacer unas cuantas fotos del grupo para un artículo sobre guerras de bandas. La mayoría de mis amigos se negó a que les retrataran, pero yo me dejé encantado; posé vestido de negro, con una boina militar y cadenas de oro. Cuando salió el artículo, alguien le envió unas cuantas copias del periódico a mis padres, en Kinshasa.

Mi madre enfureció; me escribió un montón de cartas pidiéndome explicaciones porque no lograba entenderlo. Pero mi padre sabía qué era el racismo. Escribí mi libro por él. Mi padre ha influido mucho en mí. Él fue quien me trajo a Francia, me enseñó sobre arte y cultura y me transmitió sus valores humanistas.

Un mapa de París en el que se muestran los territorios «dirigidos» por las bandas parisinas de la década de 1980.

Los Black Dragons eran una banda estricta. En tu libro, explicas que expulsaron a dos de los miembros, uno por emborracharse y el otro por agredir a una mujer.

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Uno de los del grupo asaltó a una mujer y luego iba alardeando de ello; eso era inaceptable. Respecto al alcohol, teníamos que ser estrictos debido a nuestra actividad. Éramos jóvenes, deportistas y no teníamos la supervisión de ningún adulto, por lo que era necesario imponer cierta disciplina.

¿Cuánta gente había en el grupo?

Éramos entre 900 y 1.000, pero era imposible contarnos a todos. Había unos 100 miembros permanentes y de vez en cuando hacíamos reclutamientos masivos. En ocasiones podíamos llegar a reclutar hasta 40 personas de una vez, como cuando una banda entera quiso unirse a los Black Dragons. Les explicábamos cuál era nuestra filosofía, poníamos a prueba su fuerza física y su conducta y, al final, permitíamos unirse a la mitad de ellos.

También hablas de la banda Miss Black Dragon, que tenían mucha influencia sobre el clan. ¿Cuál era su papel?

Yves Le Vent la creó porque quería que hubiera representantes femeninas. Ejercían de intermediarias entre nosotros y la comunidad de mujeres negras, pero ellas también eran guerreras, chicas independientes que vivían sus vidas. Obviamente, surgieron algunas historias de amor en el clan, pero, por lo demás, eran como nuestras hermanas.

¿Cuándo y por qué empezó la guerra de bandas?

Empezó a principios de la década de 1990, aunque las primeras tensiones surgieron mucho antes, casi todas por las fiestas o las chicas.

Los Black Dragons hoy.

¿Cuál dirías que fue el detonante?

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Algunos miembros de otra banda –los Requins Junior- y los Dragons coincidieron en una fiesta y hubo una pelea. Al día siguiente, los Requins Junior se embarcaron en una expedición punitiva en La Défense, el punto de encuentro de los Black Dragons. Estos respondieron enviando un grupo a Gare du Nord, que era territorio de los Requins. Aquello terminó por extenderse al resto de las bandas de París: los Black Dragons, los Mendy Force, los CKC, los Requins Vicieux y los Junior, todos peleando entre ellos.

¿Qué pasó al final?

La guerra de bandas arrasó con todo. Destruyó la herencia y la filosofía de los Dragons. Muchos del grupo fueron arrestados durante la reyerta, pero el principal problema era que esa guerra, per se, contradecía nuestra razón de ser. Acabamos peleando con la gente que se suponía que debíamos defender.

¿En qué punto está hoy el grupo?

La lucha contra el fascismo sigue viva, pero las reglas del juego han cambiado. Yo ya he pasado de los cuarenta, como muchos de mis compañeros. Ya no estamos para ir persiguiendo skinheads, pero sí que observamos la evolución de la sociedad y encontramos muchas similitudes. Oigo cosas en la tele… Hoy día el racismo es más notable que nunca y más ampliamente aceptado. Está oculto, pero delante de nuestras narices. Ahora, los skinheads que perseguía son adultos y llevan corbata.