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Música

Pinta y colorea: Guille Urdanibia

San Miguel Music: Uno de los mejores dibujantes con hija.

Europa Negra, Motörnerds, Black Dragon Society, Maospontex, Niños del Arcoiriss, Concentration Summer Camps, Muerte a la Muerte, Altercado Espiritual, Unicornio Negro… Por todos estos grupos ha pasado Guille Urdanibia, uno de los mejores dibujantes con hija que he conocido nunca. Por lo visto fue la pequeña Olivia quien lo tuvo a él hace tres años. Un ser de quince kilos de magia que está de suerte porque si la elección de su nombre dependiera de su padre se llamaría Zapato, Ladrillo, Avestruz o cualquier otro grupo crust de Valencia. Tiene terminantemente prohibido acercarse a la colección de discos de Black Flag que hay en casa. Vice: Hola Guille ¿Todo bien?
Guille: Todo guay. Con la pierna rota Vaya, lo siento ¿cómo ha sido?
Ahora me enrolla decir que ha sido cazando elefantes, pero me temo que la historia es más patética. Mi natural inclinación hacia el desastre. Cuídate que ya eres un tío mayor.
36 castañas. Sí, es deprimente. Y cada día dibujo peor. A los siete era toda una promesa. Yo a los seis también dibujaba como los ángeles.
Te creo. Somos legión los que hemos decepcionado a todos los que tenían expectativas con nuestro futuro. Te defines como “un tipo con gafas que empezó a dibujar porque jamás le elegían para jugar al fútbol”.
Bueno, lo del fútbol es así… pero no llevé gafas hasta los dieciséis. Otra jugada del destino para acabar de aguarme la adolescencia. Me las calzaron de golpe, unas en plan Urdaci. No recuerdo las gafas de Urdaci.
Unas de esas de cajero de banco o de dependiente de El Corte Inglés. ¿Y es cierto que no te elegían para jugar al fútbol?
Sí, es cierto. Los dos mejores hacían pares o nones y después escenificaban esa clásica lucha de clases escolar. Y nunca me elegían. Por eso me puse a dibujar cómics, con otro desarrapado de mi calaña. Eso sí, he de sacar un poco de pecho y decir que al baloncesto sí fui bastante decente. Pero aun así es bastante nerd pasar las noches leyendo El Víbora esperando a que comenzara la retransmisión de la NBA con Ramón Trecet. Hay que tener un cierto grado de inadaptación para tirarte tantas horas en tu cuarto garabateando en papeles o con la nariz metida en viñetas ajenas. De basquet ya se ha hablado mucho en esta sección.
Uno de mis mejores amigos (Berto, guitarrista de CSC) es clavado a Scottie Pippen. No tiene ningún interés, pero tenía que decirlo. ¿Negro y con perilla?
Agricultor y granjero. Es un tipo tremendamente talentoso. Toca la guitarra como nadie y sus gallinas ponen unos huevos inconmensurables. ¿En qué pueblo?
Entre Denia y Pedreguer. No conozco.
¡Alicante! ¡Alicante! Ya, ya, disculpa
Nada, me ha salido el orgullo local. No conozco España, lo admito.
Ni ella a ti. ¿Te ves viviendo en un pueblo como Berto? Sé que es más saludable pero yo de momento no me atrevo.
Sí, la verdad es que sí. Crecí en Denia y la verdad es que fue una época muy agradable. Aunque no te creas que es excesivamente saludable el modus vivendi de los pueblos. Al menos según mi experiencia. Es tremendamente dañino para el hígado. Denia por ejemplo es famosa porque hacen una especie de corrida de toros en el puerto en la que al final el animal acaba cayendo al mar. Es decir, no es una idea de peña muy saludable, ya me entiendes. A veces el animal se ahoga. Los toros no tienen esfínter y se llenan de agua. Hojaldre relleno de medusas.
Me acabas de dar una maravillosa idea para mi próximo cartel. ¡Gracias! Quedará hermoso estoy seguro
Sinceramente, yo cada vez salgo menos de casa. Con mis hábitos creo que podría vivir igual en Valencia que en medio del Amazonas. Mientras llegue Correos para poder pedir disquitos. Valencia es de coña. Yo la veo como una mezcla entre Guayaquil, Miami y Murcia. Parece que la haya diseñado un artista fallero en un mal viaje. ¿Qué tal llevas ser padre? ¿Haces migas con otros como tú?
La confraternización con otros padres es lo más difícil de todo. Intento escaquearme de las reuniones escolares. Me aburren soberanamente. Pero hay un lugar que es tristemente ineludible: el parque. Es difícil zafarse de las conversaciones sobre hipotecas, conocidos en el paro, colegios privados, gimnasios y teléfonos móviles. Pero tengo cierto talento para hacerme el despistado. De todas formas, prefiero llevar a mi hija al parque los sábados y domingos por la mañana, cuando hay menos gente. Tienes que acumular grandes anécdotas allí.
Un día fuimos Olivia y yo al columpio al que es especialmente adicta. No había nadie, excepto un magnífico cuarteto compuesto por tres caballeros sudamericanos y una señorita presumiblemente del Este. Entre empujones, arrumacos y alguna rotura de botella, acabaron metiéndose de leches. A todo eso, yo intentando todo el rato taparle el espectáculo a mi hija, claro. Pero nada, que acabaron metiéndole unos cates a uno de ellos, discusión a tope y se disolvió el grupo. Después de mucho rato disfrutando del parque ya nosotros solos, volvimos a casa y vimos a uno de los protagonistas de la pelea al lado de un semáforo completamente dormido ¡de pie! Olivia me estuvo preguntando y, la verdad, no supe que responderle. Me gusta el nombre de tu hija.
Olivia, tres añazos y quince kilos de pura magia. El nombre lo eligió su madre. Menos mal. Yo lo hubiera dejado en manos del azar y hubiera acabado con un nombre como los grupos crust de Valencia. En plan Zapato, Ladrillo o Avestruz. O sea que tuviste a Olivia con 33.
Sí, morí como hombre y renací como padre. ¿Y por qué tuviste a Olivia?
Olivia me tiene a mi. No quiero ponerme baboso, pero te confieso que cualquiera de sus garabatos me reporta mayor felicidad que todos los míos juntos. Un hombre es uno. Un padre ya no, no sé si me explico. Dejas de ser hijo y te conviertes en padre.
Bueno yo sigo dando disgustos a mis padres y mi hija no tiene edad de dármelos a mí. Así que estoy en un momento de total placidez. En cuanto llegue a la adolescencia (la de ella) probablemente mi discurso sea muy diferente. ¿Sigues dibujando y tocando las mismas burradas desde que eres padre?
Yo es que no puedo vivir sin hacer las cosas que hago. Sin estar horas escuchando discos o metido en un local mugriento haciendo ruido con otros inadaptados. O dibujar unicornios superdotados. No sé, para bien o para mal, si no hiciera esas cosas Olivia tendría otro padre. Y me temo que le he tocado yo en lotería. Eso sí, si veo a mi hija con un disco de Black Flag en las manos se las corto, que bastante han malogrado ya la vida de su padre. Eso no va a pasar. Nadie escucha lo mismo que su padre.
Mi padre escucha y colecciona jazz. Espero no tener curiosidad por sus discos hasta dentro de cincuenta años. De tu padre has heredado un apellido muy poco mediterráneo.
Sí, es de Donostia. Tengo allí a toda mi familia paterna. La casa de mis abuelos estaba a menos de trescientos metros de Buenavista, los míticos locales dónde nacieron La Perrera. Lo llevo muy a gala. Dame una primicia. ¿Con qué cartel andas en este momento?
Estoy haciendo uno para Altercado Espiritual con Shiva, una vaca fumando y un cubo de pollo del KFC. ¡Vaca y pollo! Me encantaban esos dibujos.
¡Grandísimos!