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Cultură

Por qué me sigo enamorando de las personas que no me quieren

Creo que la búsqueda es un estado adictivo. Es por eso que cuando alguien nos rechaza, o creemos que nos rechaza, nos cuesta mucho trabajo superarlo
amar a personas que no me quieren

Tengo muchos amigos que están preocupados porque aún no me he casado. Las comedias románticas casi siempre terminan en una boda. ¿Pero y luego qué? ¿Qué haces con una vida de añoranza, con lo que sigue después del amor y la ansiedad, una vez que llegas a la meta? ¿Simplemente se vuelve ansiedad existencial otra vez?

Creo que la búsqueda es un estado adictivo. Es por eso que cuando alguien nos rechaza, o creemos que nos rechaza, nos cuesta mucho trabajo superarlo. Por eso, cuando nos alejan justo antes de que toquemos el objeto de nuestro amor, o cuando nos paran en seco justo cuando empezamos a enamorarnos, siempre intentamos volver a ese punto. Puede que en realidad no extrañemos a la persona, quizá solo extrañamos el sentimiento.

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El otro día vi a Edward, mi vecino mega sexy, enrollándose en su coche con una chica. Edward es un eterno adolescente: bronceado y un poco desastre. Se rumorea que el único mueble que tiene en su apartamento es un sofá. Nunca lo he visto sin su skate o su tabla de surf. Me encanta Edward. Pero más que nada, quiero ser como él.

Era un domingo por la mañana, muy poscoital, y sabía que esa mujer no era su novia. Lo sabía porque Edward no es el tipo de chico que tiene novia. Además, he visto a muchas mujeres entrar y salir de su casa. Pero la forma en la que rodeó la cintura de esa chica con el brazo, la electricidad y la saliva entre ellos, me hizo creer —por un momento— que eran almas gemelas.

En el libro The Evolution of Human Sexuality (La evolución de la sexualidad humana), Donald Symons escribe "La persona que haya invertido menos emociones en la relación es la que tiene el control". La chica estaba abrazando con fuerza a Edward. Me di cuenta de que el abrazo de ella era más fuerte que el de él. También me di cuenta de que él fue el que detuvo el beso. Cuando la chica se subió a su coche, se dio la vuelta para ver si Edward la seguía mirando. Pero no.

Después de presenciar ese rollete poscoital, toda la semana me imaginé que yo era esa chica. El domingo por la noche estaba ansiosa y me preguntaba si iba a llamarme otra vez o no. El lunes, supuse que ella estaría esperando su mensaje. El martes, tal vez iba a perder un poco la paciencia e iba a estar revisando el móvil todo el día. El miércoles, probablemente se dio cuenta de que tal vez nunca la iba a llamar y se sintió deprimida por el rechazo. Podía sentir cómo ella se preguntaba por qué Edward no quería más del sexo que provocó ese beso de despedida tan hermoso y romántico. El jueves fue un día apático. El viernes, esa chica seguro que pensó "Que se vaya a la mierda, es un imbécil". El sábado probablemente sintió nostalgia por el sábado anterior. Y el domingo dijo "a la mierda", y le mandó un mensaje.

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No tengo forma de saber si esa fue realmente la experiencia de la chica. No he visto a ninguno de los dos desde hace una semana. Quizá están abrazados en su sofá ahora mismo. Quizá le envía mensajes todos los días. Pero esta fue la historia que me monté sobre ellos, quizá para calmar la tristeza que sentí cuando ese momento de belleza que vivieron no fue mío.

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Hace poco hice una lista de todas las personas a las que he besado. Con la mayoría fue más que solo un beso: hubo sexo oral, dedos o al menos alguien le metió mano a alguien. Lo que quería era contar a todas las personas con las que me había involucrado de una forma romántica. Primero separé a las personas con las que me había obsesionado. Les puse un asterisco al lado. Después busqué a las personas que al principio me encantaban y luego me aburrieron. Puse un punto junto a su nombre. Después busqué a las personas que amé pero que nunca hice drama por ellas. Puse una X junto a su nombre.

Lo primero que me llamó la atención fue que aquellos a los que asigné el asterisco de la obsesión solo habían estado conmigo durante un periodo muy breve, como mucho tres noches juntos y ya. Los que llevaban el punto —los que al principio me encantaban pero después me aburrieron— eran los que admiraba de lejos o los que no me dejaban claro qué sentían por mí. Una vez que me dijeron lo que sentían o que teníamos una relación, me volvía indiferente. Lo más raro fue que ninguna de las personas con las que había tenido una relación duradera no llevaban ni el asterisco ni el punto. Todos recibieron la X del amor –incluso de un amor profundo– pero nunca me hicieron sentir mariposas en el estómago.

El hecho de que las personas que más he deseado sean las que nunca llegué a conocer, probablemente habla un poco mal de mi capacidad para compartir la intimidad. No me refiero a la pérdida gradual de la atracción, sino a la disipación de la fantasía. Una vez que alguien se vuelve real, ya no puede ser tu válvula de escape. Una vez que se disipa la ansiedad del enamoramiento, lo único que queda es lidiar con la ansiedad que genera la muerte, la vida y, la peor de todas, la que me genero yo misma.

El poeta Octavio Paz escribió: "Cada minuto es el cuchillo de la separación: ¿cómo confiarle la vida al cuchillo que nos degüella? El remedio está en encontrar un bálsamo que cicatrice para siempre esa continua herida que nos infligen las horas y los minutos. Apenas nace y se fuga de sí mismo. ¿Adónde va? Anda en busca de sí mismo ¿No hay salida? Sí la hay: en algunos momentos el tiempo se entreabre y nos deja ver el otro lado. Estos momentos son experiencias de la fusión entre sujeto y objeto, del yo soy y el tú eres, de ahora y para siempre, de aquí y allá".

Me encantaría que mi vida fuera siempre como el momento del beso de despedida, como el abrazo después de una noche de sexo con una persona que me gusta un poco más de lo que yo le gusto. No quiero vivir atormentada por saber que yo no le gusto tanto como él a mí. No quiero el dolor de esperar a que me mande un mensaje día tras día. Sólo quiero sentir mi deseo por él a un nivel eléctrico, sentirlo en ese beso, para siempre. Quiero que todo sea ese beso. Me parece injusto que un beso así no pueda ser eterno. Es injusto que la fantasía no pueda ser real.

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