Así era ser rocker en Zaragoza en los años 60

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Así era ser rocker en Zaragoza en los años 60

Zaragoza convivía con una base aérea norteamericana y más de uno aprovechó esto para hacerse con algún disco de Elvis y, con más esfuerzo, aprender inglés.

Contar hoy lo que supusieron aquellas matinales musicales que tenían lugar en la Zaragoza de los 60 puede resultar difícil de comprender para algunos que no vivieron una época en la que no todo era tan oscuro como a veces se pinta. La mayoría de los jóvenes de entonces esperábamos el fin de semana para disfrutar de dos cosas principalmente: la música y el cine. La mayoría pasábamos olímpicamente de política. Bastante dura resultaba la semana en el colegio o el trabajo como para utilizar el sábado en reunirse para hablar del Partido Comunista.

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Eran días en que el rock and roll llegaba con cuentagotas a las emisoras de radio y, la mayoría de las veces, por medio de versiones en castellano. Aquellos lugares de España con una base americana cerca, tenían mucho más fácil hacerse con discos de grandes éxitos en su versión original. Zaragoza convivía con muchas familias norteamericanas que vivían en la base aérea norteamericana y más de uno aprovechó esto para dos cosas importantes: hacerse con algún disco de Elvis y, con más esfuerzo, aprender inglés. Ese fue el caso de Rocky Kan, que en realidad se llamaba José Luis Cano. El entrar a trabajar de camarero en el Club de Oficiales de la Base Americana sería fundamental para que llegara a ser el rocker zaragozano que todavía se recuerda en la ciudad tanto tiempo después de su muerte en accidente de coche ocurrido en diciembre de 1992.

A Rocky le siguieron Chico Valento y Gavy Sanders. Todos ellos pudieron vivir de la música durante varios años y, lo que es mejor, disfrutaron de lo lindo en una época en que la juventud estaba ávida de escuchar estilos diferentes a los que, hasta entonces, habían sido habituales.

Mientras, en Madrid (Circo Price) y Barcelona (Palacio de Deportes), se comenzaban a hacer populares las matinales donde participaban grupos o conjuntos -como los llamábamos entonces- compuestos por una media de 4 o 5 miembros. Se trataba de jóvenes músicos o cantantes aficionados que querían abrirse paso en un mundo que se presentaba totalmente nuevo en aquella España que buscaba alternativas a las orquestas tradicionales, los cantantes solistas y la copla.

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Si miramos los carteles de alguna de esas matinales podremos ver nombres como Los Brincos, Los Estudiantes, Los Pekenikes, Los Sonor, Micky y Los Tonys, Los Mustang o Los Sirex. Algunas de esas formaciones que se hicieron famosas después.

En Zaragoza, no íbamos a ser menos. Aquí, las matinales musicales tenían lugar en algunos cines, teatros o salones de actos de colegios. Los más populares llegaron a ser: Cine Madrid, Cine Pax, Teatro Argensola, Cine París, Hermandades del Trabajo… La hora de comienzo era las 12 de la mañana y las entradas se agotaban casi siempre. Más de uno acudía sólo por comprobar cómo sonaban las guitarras eléctricas en directo y no siempre se salía satisfecho por el descubrimiento. Hay que tener en cuenta que ni instrumentos ni equipos eran los apropiados para realizar actuaciones en directo y los técnicos de sonido, si los había en ese momento en el local, hacían lo que podían. Si en los ochenta, Miguel Ríos cantaba aquello de "siento que el equipo aquel nunca suena igual, qué misterio habrá…" (Blues del autobús), ¿cómo iba a sonar veinte años antes?

Total que, en Zaragoza, el movimiento de jóvenes registrado un domingo por la mañana era algo que hoy no se puede uno imaginar, cuando los horarios utilizados por la juventud para el ocio en estos tiempos no se parecen en nada a los de entonces. Desde primera hora de la mañana podían verse por Zaragoza coches, furgonetas o

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cargando material desde los locales de ensayo hasta el lugar elegido para tocar. Otros, y no pocos por cierto, adelantaban la hora de misa para llegar a los conciertos con los deberes hechos de haber escuchado misa por ser domingo o fiesta de guardar. Eran muchos también los que madrugaban para ir a ver a los abuelos que muchas veces eran los que subvencionaban el pago de las localidades. Y, entre unas cosas y otras, de pronto te veías en cualquiera de los sitios antes mencionados para escuchar los nuevos éxitos en versión "conjunto de la tierra".

El "bombazo" definitivo para que el número de grupos creciera todavía más en España y, por supuesto en Zaragoza, fue el estreno de A hard day's night (¡Qué noche la de aquel día!) De los Beatles en Zaragoza, que tuvo lugar el 16 de noviembre de 1964. Dirigida por Richard Lester a modo de vídeo-clip extendido, poco importaba que como película no fuera gran cosa. Lo importante era ver y escuchar a The Beatles durante 85 minutos seguidos. Quien no saliera de allí convertido a la causa de los cuatro chicos de Liverpool, no se convertiría nunca.

En Zaragoza, la conversión fue abundante y por barrios. El ciudadano que vivía cerca de un local vacío se echaba a temblar. Aunque se solían respetar los horarios, hay que reconocer que no era muy agradable tener a unos "melenudos" de aquellos por vecinos. Volviendo a los problemas del deficiente sonido, hay que recordar que tanto instrumental como voces iban a veces conectados al mismo amplificador. Además, no todas las guitarras eran eso precisamente (guitarras eléctricas). En muchos casos, el poder adquisitivo del músico en cuestión no daba para la compra de un instrumento en condiciones y la solución era atornillar una pastilla rectangular, que podía adquirirse en cualquier tienda de música, a la clásica guitarra española. Los seis puntos de tornillo recogían la vibración de cada cuerda y la enviaban vía cable al amplificador haciéndolas sonar como guitarras eléctricas. La calidad no era la misma pero sí el volumen de sonido. De esa manera, los económicamente débiles de aquellos años, que éramos casi todos, podíamos hacernos con una guitarra eléctrica, bien para ir en busca del triunfo, bien para atormentar a familiares y vecinos.

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Creo que fueron más de cien estos grupos o conjuntos musicales en Zaragoza aquellos años. Ninguno llegó a triunfar en un tiempo en que vivir en Madrid o Barcelona era fundamental para conseguirlo. Allí, era mucho más fácil que te viese un buscador de talentos pero, como decía al principio, se lo pasaron en grande interpretando los temas que les gustaban. Por nombrar algunos, quiero recordar a los que llegué a ver en directo: Guayanes, Bucaneros, Sombras, Ibéricos, Ranger's Boys, Batmans, Rocas Negras, Ponys, Sarakostas, Junglas, Diablos Blancos, Unkinds, Kiowas, Vampiros, Migthys, Ronos, Halcones, Gritos, Stukas, Truenos, Diamantes, Titanes, Simbas, Príncipes, Spiders, Jóvenes, Sí, Kracs, Brumas, Moisés, Incas, Gatos Blancos, Grupo 70, Dandys, Tinta Negra, Grupo 55, Blusones Negros, Chakiris, Liber Boys, Brujos, Wats y muchos más.

Pero si decía antes que aunque no llegasen a triunfar se lo pasaron muy bien, debo decir lo mismo de los que íbamos a verlos. Yo, sólo tenía 14 años cuando fui por primera vez al Cine Madrid a una de aquellas matinales. Nunca me he olvidado de Guayanes porque su cantante era tan crío como yo. Más tarde, él fue quien llegó a codearse con los más grandes grupos de España. Fernando Brosed fue quien sustituyó a Tony Landa en Los Mitos, cuando este dejó el grupo para dedicarse a cantar en solitario. Landa, desapareció al poco tiempo. Fernando Brosed, ha vivido siempre de la música. Pocos pueden decir lo mismo.

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Puedes seguir a Rafael Castillejo aquí.

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