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Μodă

Rossy de Palma siempre ha estado de moda

Y seguirá estándolo.

Foto de Bruce Labruce

Después de escudriñar 30 años de entrevistas en la prensa española, yo deseaba desesperadamente escribir un artículo sobre Rossy de Palma que no mencionara su “imagen cubista” o el hecho de que Almodóvar impulsara su carrera. No se me escapa la forma de su nariz, pero, ¿acaso es eso más interesante que su trabajo con Thierry Mugler en los tiempos en que este volvía el mundo de la moda del revés con unos pases que eran como el Cirque du Soleil dirigido por Paul Verhoeven? ¿O su larga colaboración con Jean Paul Gaultier? ¿O el hecho de que el año pasado la reclamara para sí una nueva camada de jóvenes diseñadores, como

Charlie le Mindu y Assad Awad? Es una ironía, dentro de los medios de comunicación españoles, que alguien como Rossy adquiera estatus de tesoro nacional sin que a nadie parezca interesarle exactamente el por qué. Hace unas semanas hablamos durante una hora entera de sus recuerdos de un mundo de la moda que en los últimos años prácticamente ha desaparecido, y de su entusiasmo por seguir formando parte, después de casi tres décadas, del lado más vanguardista de la industria. He estado repasando tu carrera y tal. Has trabajado con muchos diseñadores, parece que los escojas tú misma a dedo.
No, ellos me escogen a mí. Pero bueno, me gustan mucho todos aquellos con quienes trabajo. ¿Quién fue la primera con la que trabajaste? ¿Sybilla?
No. El primero fue Antonio Alvarado. Desfiló muchísimos años en Cibeles y es un maestro muy divertido. ¿Eso en que año fue?
Uy, eso lo tengo peor… Debía ser el 80 y algo. Tambien estaba Manuel Piña, que hacía unos desfiles fantásticos, pero nunca subí a la pasarela con él. De hecho, parte de mi nombre se lo debo a Manuel Piña. En una foto que me sacó Alberto García Alix puso ‘Rosa de Palma’. Pedro me llamaba Rossy Vondona, que no me gustaba. Dije, me lo cambio rápido por Rossy de Palma, y Pedro dijo, “bueno, pues ya no te lo cambies nunca más”. ¿La Movida fue deliberadamente contracultural?
No hubo ninguna consciencia por nuestra parte. Nosotros sólo nos divertíamos, hacíamos lo que nos gustaba. No éramos conscientes de ser antisistema ni nada por el estilo. Lo mejor fue eso, que lo único que hacíamos eran cosas que nos divertían. Eso es lo bueno de la inconsciencia, que no vas en contra de nadie sino a favor de ti mismo. Había algo más celebratorio en la moda y la música que salía de la Movida que en la escena punk.
Sí, todo era más pop. En la escena punk había una reivindicación de que todo era una mierda, de que el sistema era una mierda. Había ganas de rebelión. Aquí creo que era más jubiloso, había más ganas de divertirse con lo que pasaba. La gente empezó a reconocerte a nivel internacional en el 95 ó 96, ¿no? Cuando hiciste la peli de Robert Altman y desfilabas en París…
Sí. Yo quería repasar un poco los diseñadores.
Los más importantes para mí eran Gaultier y Mugler, y Azzedine Alaia, que es uno de mis diseñadores favoritos. Ya había hecho los desfiles de Sybilla en París y Tokio y había estado en Miami haciendo fotos con Bruce Weber. Pero lo más internacional que hice, y que dio mucho, fue la foto de Gap con Herb Ritz. Dibujo de Rossy hecho por Jean-Paul Gaultier Con Gaultier, ¿cómo surgió todo?
Fue a raíz que me vieran en una peli de Pedro. En seguida me contacto él. Empecé a hacer los desfiles. Fue una época en la que los desfiles de Jean Paul eran preciosos. Estaban las tops más tops de todas. ¿Qué era lo que te atraía de él y de su ropa?
Jean Paul es una persona muy cercana y con muchísimo talento. Era súper divertido. No había tonterías, sólo pasártelo bien con diseñadores a los que luego yo podía ir para que me dieran ropa. Imagínate qué felicidad. ¿Y todo ese tema de los marineros y tal? ¿Por el hecho de ser de Palma de Mallorca?
Por supuesto que lo marinero siempre ha estado ahí, pero era más la locura con los tatuajes, desfiles con piercings, cosas muy divertidas. Ahora es más difícil innovar, pero en aquella época cada desfile de Jean Paul era… fuuu… En los 90, en cada desfile había un montón de cosas que no habías visto nunca. Rossy backstage at Mugler 1996 En YouTube estuve repasando los desfiles de Mugler del 96…
Cosas muy originales. Increíbles. Además, el espectáculo, y la manera de montarlo.
Lo que se gastaban… Puedo estar contenta porque fue realmente una época dorada que ya es muy difícil que se repita. Yo he sido una gran admiradora de Alexander McQueen, y tuve la suerte de desfilar para él. Fue gracias a que era muy amigo de Miguel Adrover y Sebastián Pons, que fue asistente de McQueen cuando estaba en Givenchy. Se le va a echar mucho de menos. Era un monstruo. ¿Eras consciente de que iba a llegar tan lejos?
¿Alexander? Sí.
Sí. Sí, sí. Ya se le veía una persona poseída. Era jovencito cuando le conocí en Givenchy, pero se le veía que iba a ser un monstruíto. A veces ves gente que está más por la vanidad, gente que ves que tiene talento pero a la que también le gusta mucho la fama. A Alexander se le veía loco por el mundo de la moda. Wow. ¿Con quién más has trabajado?
John Galliano me llamó hace cuatro años. Quería que fuera a su desfile porque se había inspirado en mí. Y yo digo, ¿como puede ser? ¿El gran inspirador inspirándose en mí? Y era verdad. Me encantó. Cuando pasaban las modelos me guiñaban un ojo como diciendo, ¡somos tú!  Luego él me dijo cosas bonitas en su español: “¿Te ha gustado? Te lo he hecho de corazón”. ¿Cómo llevas eso de convertirte en un icono? Porque permíteme decirte así, cara a cara, que no tienes actitud de icono.
Yo lo llamo “Icoño”. Mejor, ¿no? [Rie]. No, la verdad es que es un placer para mí inspirar, porque yo también me inspiro en muchas cosas, y mucha de la gente que me llama para trabajar es gente a la que yo admiro muchísimo. De alguna manera te sientes en la misma familia artística. Lo del icono… Me gusta eso de que los iconos no tienen edad, nunca envejecen. Es lo bueno que tienen. Ahora yo puedo volver a jugar como si hubiera empezado y tuviera 15 años, ¿sabes? Puedo hacer estas colaboraciones y las puedo hacer con la misma ilusión, la misma gracia de antes. Somos femme fatales de todo esto. Tú que lo has vivido, ¿ves un vínculo entre lo que pasaba en los 90’s y los diseñadores de hoy? Yo veo que estamos volviendo a los días de cuando la gente, con la moda, quería realizar una afirmación.
En épocas de crisis necesitamos eso. Ese mundo de sueños. Necesitamos soñar, evadirnos. Toda esa gente que había en los Goya, por ejemplo; había gente que se quejaba de que en medio de una crisis estaban haciendo esa exhibición de joyas y peinados. Yo pensé, “¡Pero qué genial! ¡Justamente!” Si es todo prestado, nadie se ha gastado ni un duro. Ahí tienes los años 20: las cosas iban muy mal pero era cuando la gente más se vestía y más disfrutaba. Necesitamos eso, soñar, al menos un poco. Assad Awad F/W 2012 Últimamente te veo en todos lados.
Sí, sí, es que ahora estoy en todos lados, eso es verdad. Te veo moviéndote otra vez en un círculo de alta moda provocadora y me pregunto si eso no existió en los últimos… ¿Diez, veinte años?
Hombre, también he tenido dos hijos. Pero yo siempre he tenido relación con el mundo de la moda. Sin embargo, ahora todo coincide otra vez. Y ha salido lo del libro con Cristian Loboutain, lo de Assad Awad… Siempre hay cosas que vuelven. También me encanta Juanjo Oliva, me encanta lo que hace. Quiero tener un buen repertorio de españoles para tener un poco de todos. Ahora acabo de lanzar una colección de lencería con Andres Sardá. Forma parte de mi mundo. Le pertenezco, pero de alguna manera también me pertenece. Madrid se presta un poco a eso, ¿verdad? Incluso ahora, veo que es una ciudad en la que sales por la calle y te topas con 20 conocidos.
Muy loca y muy divertida. Siempre pasan cosas. Ahora estoy viendo que Madrid sigue un poco igual [que en la Movida], en el sentido de que hay gente interesante haciendo cosas. Es como reconocer otro Madrid olvidado por mí. Como si hubiera hecho reset y vuelto a empezar.