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Si esta limusina hablara…

De copiloto en la limusina con más personalidad de Buenos Aires.

Durante varias semanas acompañé en sus viajes a Jhonni, chofer y propietario de una limusina de color azul eléctrico en Buenos Aires. Ex profesor de tenis y gerente de un gimnasio, este colombiano de 40 años me contó que cuando se le presentó la oportunidad de comprar este Ford Fairlane del '72 –ocho plazas, cuatro puertas e interiores de color crema– decidió arriesgarlo todo y cambiar de profesión. Al imponente auto –cuyo vendedor le sugirió, sin aportar prueba alguna, que podría haber pertenecido al general Juan Domingo Perón– Jhonni le agregó una mesa, unos potentes altavoces, tres pantallas de vídeo y una bocina que simula el maullido de un gato.

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Ahora lleva cerca de 10 años al volante de fiestas de cumpleaños, despedidas de soltera, pedidas de mano, bodas y aparatosas orgías que empañan los vidrios entintados. También me contó que una vez llevó de paseo al mismísimo Maradona, pero durante el tiempo en que me convertí en su copiloto cotilla, la limo acogió personas comunes: novios románticos con ganas de sorprender su amada, oficinistas de clase media jugando a ser estrellas del rock durante una noche de sexo y alcohol, padres humildes que se gastan los ahorros de meses para regalar a sus hijas una fiesta de quince digna de cuento de hada y descocadas treintañeras con ganas de sexo fingido. El próximo afortunado en sentarse en los relucientes asientos de la limo será el hijo de Jhonni, Martín, de 21 años, que muy pronto saldrá de la cárcel tras cumplir una condena de tres años.

Jhonni suele detenerse unos metros antes de llegar a las casas de sus clientes para dar el último toque de brillo al capot de su Ford Fairlane del 72 trasformado en limusina. No importa si vaya a recoger a unos políticos   para trasladarlos a un hotel 5 estrellas, o a unos jóvenes que salen medio borrachos de una discoteca periférica: el siempre llega con la limo recién lustrada.

Las gemelas Laura y Belén se dirigen en limusina y con vestidos vaporosos de princesitas a su fiesta de quince aniversario. Luego bailaron un vals con su padre, comieron ternera asada y bebieron gaseosa para celebrar que ya son mujeres, en un rito que parece tener su origen en las civilizaciones azteca y maya.

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Marcos, stripper y bailarín profesional, espera la llegada de las ocho chicas que deberá entretener durante dos horas en ocasión de la despedida de soltera de una de ellas. No hubo sexo, sólo toqueteos y gritos histéricos. A él lo vi incluso un poco acojonado frente a la desinhibiciòn de las chicas.

Este es Jhonni, orgulloso amo y señor de “la limosina más barata y linda del país“, que así es como la promociona en  su anuncio de Internet. “3 horas y media de servicio con chofer vestido de traje, más decoración con flores, más bebidas frías con hielo, por sólo $600 en capital y $700 en la provincia de Buenos Aires”.

Leila tiene 23 años, es madre soltera  y tiene dos hijos.  De vez en cuando trabaja como stripper en despedidas de soltero para poder mantenerlos.

Jhoanna se dirige a la iglesia acompañada por su padre para casarse con el hombre con el que ya cohabita desde hace varios años y tiene dos hijos. A ella la limo azul de Jhonni le encantó, pero muchas futuras novias prefieren llegar a la iglesia con autos de colores mas clásicos, y Jhonni se pregunta si no le convendría pintar de blanco su limo.

Despedida de soltero de un tal Rodrigo, un viernes por la noche. Los gritos y jadeos duraron una hora.

Aparte de bragas y calcetines, a veces a Jhonni también le toca recoger alguna muñeca hinchable abandonada tras una fiesta entre compañeros de oficina.

El coche bautizado como una mansión de Henry Ford en Michigan y en el que una vez se sentó Diego Armando Maradona vuelve a casa tras una jornada de trabajo por el sur del Conurbano Bonaerense.