El movimiento

En sótanos empapados de cerveza y con las paredes decoradas con banderas e insignias alemanas, nazis y canadienses, grupos de skinheads neonazis se congregan para formar sectas clandestinas a lo ancho y largo de Canadá. Pasé tres años mezclado entre estos grupos en Toronto, Hamilton y Calgary. No resultaba fácil llamar amigos a gente tan odiosa, pero después de estar con ellos tres años, en los que se compartieron muchos oscuros secretos y se crearon otros nuevos, es imposible no desarrollar cierto vínculo de confianza.

Durante este período me resultó doloroso verles cubrir su piel con símbolos nazis y aumentar su historial delictivo como si de “hacer currículum” se tratara. Cada elección que hacían los alienaba más, separándolos de una sociedad que han calificado de enemiga. En algunas ocasiones, las relaciones entre ellos fueron más allá de las noches de violencia e intoxicación. Nacieron niños, parejas se casaron, se crearon familias: preparando una nueva generación. Dos de los hombres que aparecen en estas fotografías están ahora tras las rejas de una prisión en Calgary, ambos afrontando una pena por asesinato en segundo grado. Castigados por la sociedad, ellos sienten que están en el camino correcto y que sólo responderán ante Dios.