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Por si fuera poco, cuando ya nos habíamos ido, él no dejó de llamarnos desesperadamente cada cinco minutos durante el resto de la tarde, alternando entre mi móvil y el de Brenda cuando una de las dos no queríamos contestarle.Esa generalización de que a los hombres les encanta despilfarrar su dinero en drogas y prostitutas es cierta en gran medida
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"El alcohol siempre ha sido lo más problemático con mis clientes", prosiguió. "Puedo lidiar con alguien que se tropiece un poco. Puedo apaciguar y orientar a un paranoico. Puedo hacer cosas creativas con un pene fláccido. Pero no soy contrincante para alguien que tiene alucinaciones o se queda dormido. Cualquier sentimiento de altivez, de tener poder sobre mí, cualquier atisbo de arrogancia, cualquier sensación de que les debo más de lo acordado, generalmente se acentúa por el consumo excesivo de alcohol".Otro gran inconveniente del alcohol es una polla floja. Como los hombres (cisgénero) están condicionados a asociar su potencia sexual con su masculinidad, les resulta muy vergonzoso tener un gatillazo.Un cliente sobrio, por lo regular, se contenta cuando asientes con la cabeza después de que te haya dicho (mentido): "es la primera vez que me pasa". En cambio, el alcohol —y la cocaína— hace a los clientes más proclives a la impotencia y mucho menos razonables.Otro gran inconveniente del alcohol es una polla floja
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Además del hecho de que el sexo sin protección puede darse más fácilmente cuando hay drogas de por medio, incluso las trabajadoras sexuales que consumen drogas prefieren mantenerse conscientes mientras ejercen un trabajo que en cierto modo las expone a la violencia y a la criminalización. O dicho de una manera más prosaica, simplemente no queremos estar drogadas y trabajar al mismo tiempo para apaciguar a un cliente que está igual. "El placer que pudiera sentir por meterme algo se desaparece si tengo a un cliente al lado", dice M.El consumo de drogas por parte de las trabajadoras sexuales y por parte de los clientes son cosas distintas. Para las trabajadoras sexuales que consumen drogas, cuidar a un cliente que está inconsciente mientras tú estás completamente sobria puede ser muy irónico. "Está mal visto que una trabajadora sexual gaste sus ingresos en drogas, pero no se ve mal que un abogado compre cocaína", recalcó Ryry."Creo que el público piensa que los clientes consumen drogas como una indiscreción ocasional, a menudo provocada por una trabajadora sexual", coincidió Maxine. En cambio, incluso los clientes que consumen drogas nos miran con desprecio por hacerlo. "Siempre he sido consciente de la dinámica de poder que existe entre los clientes y nosotras, así que nunca les he dicho que me drogo", recordó Meg. "Era consciente de que podían verme de forma diferente y utilizar eso para intentar sobrepasarse, obtener favores, intercambiar drogas por sexo o comportarse de forma violenta o abusiva"."A las trabajadoras sexuales que consumen drogas las tachan automáticamente de chicas desesperadas por conseguir dinero, dispuestas a hacer lo que sea para obtener la próxima dosis o raya; el estrato más bajo de la sociedad… sin límites ni normas", prosiguió ella. "Los clientes, por otro lado, son considerados simplemente como personas con un problema, a quienes ven más con lástima que con desprecio.""Mis clientes son viejos aburridos. Creen que consumir drogas les hace parecer más cool y atrevidos, pero si mis compañeras [en el centro de masajes] lo hacen, lo interpretan como una muestra de que sus vidas son miserables y están destruidas", protestó Maxine.En cambio, cuando un hombre blanco de clase media consume drogas, se considera un vicio trágico y no una sociopatía. Es a las trabajadoras sexuales que ellos contratan para que les faciliten su doble vida a quienes la sociedad etiqueta con una A escarlata por su adicción. Estos hombres, que ponen en receso sus vidas decentes, esperan que les demos satisfacción en sus borracheras, cuando en realidad muchas veces acabamos haciendo de sus niñeras.Es bastante aleccionador recordar que si me descubrieran en una sesión con un cliente colocado y drogas esparcidas por toda la habitación, las consecuencias legales no serían las mismas para él y para mí. Que tus clientes se droguen explica crudamente la diferencia entre una persona criminalizada y una persona más privilegiada que a veces se permite el lujo de disfrutar de un comportamiento ilícito en secreto.Caty Simon es escritora y editora de Tits and Sass, un blog para trabajadoras sexuales. Síguela en Twitter.Mis clientes son viejos aburridos. Creen que consumir drogas les hace parecer más cool y atrevidos