FYI.

This story is over 5 years old.

Noticias

Un experto en trotamundos seminómada

El cineasta y fotógrafo Bill Daniel se dedica a documentar las pintadas y graffiti que los vagabundos hacen en los trenes de carga. ¿Cabe imaginar algo más propio de otro siglo que ir de un lado a otro en un mercancías? ¿No os recuerda a la película El...

El cineasta y fotógrafo Bill Daniel se dedica a documentar las pintadas y graffiti que los vagabundos hacen en los trenes de carga. ¿Cabe imaginar algo más propio de otro siglo que ir de un lado a otro en un mercancías? ¿No os recuerda a la película El Emperador del Norte? Bueno, el caso es que el viejo Bill lleva 16 años siguiendo la pista de un escurridizo personaje llamado Bozo Texino, en realidad un simple boceto de un cowboy fumando en pipa. El dibujo lleva tantas décadas apareciendo en los furgones de tren americanos que es posible que su autor ni siquiera siga vivo. ¿O quizá sí? La investigación de Bill se convirtió en una película, Who Is Bozo Texino?, para cuya realización reunió datos, muchos datos, que acabó convirtiendo en un libro de reciente publicación, Mostly True (Microcosm Publishing). Adoptando el formato, algo confuso pero decididamente atractivo, de serie de reportajes supuestamente impresos en 1908, el libro es, a grandes rasgos, una antología de graffitis, delirios y peroratas de trotamundos impenitentes y ferroviarios hasta los huevos, acompañada de un glosario muy útil para aprender a diferenciar el típico vagabundo supertirado del no menos típico bohemio que se las da de libre. Destila tan bien el libro el ambiente propio de los primeros días de la Revolución Industrial que al finalizar su lectura casi se tiene la impresión de tener los dedos tiznados de hollín. Mi cita con Bill tuvo lugar mientras intentaba él desesperadamente trazar una hoja de ruta que le condujera de la manera más coherente de su casa en Braddock, Pennsylvania, a Canadá, pasando después a la Costa Oeste y luego de regreso a casa. Bill solía proyectar el film en lo que él llama su Furgoneta a Vela, un potente vehículo con toda la pinta de haber pertenecido con anterioridad a alguien aficionado a secuestrar niños. De hecho, Bill había acoplado a la furgona un mástil y velas sobre las que proyectaba la película, pero las tuvo que retirar porque el sobrepeso aumentaba considerablemente el consumo de gasolina. Además de la hoja de ruta, trabajaba en una nueva Furgoneta a Vela, más ligera. A causa, según dijo, de “una larga serie de malas decisiones”, iba con varios días de retraso y ya había tenido que cancelar varios pases. Yo no tuve reparo en joderle un poco más los planes haciendo que se sentara y me hablara de ellos. Vice: ¿Cuánto hace que tienes esta casa? Bill Daniel: Desde enero. Antes yo estaba… No diría que sin hogar. Digamos que vivía, erm, de gorra. Y antes de eso me alojaba en un almacén, en Portland, por 250 dólares al mes. ¿Hace mucho que te dedicas a seguirle la pista a los vagabundos? Empecé con este proyecto en los años 80, cuando me quedé alucinado con los graffiti que pintaban en los furgones de tren. Bien, en realidad no los hacían sólo los trotamundos, también los empleados de la vía férrea. Me ha gustado la forma en que Mostly True desmonta unos cuantos mitos al mismo tiempo que juega con ellos. No hay en el libro ninguna aclaración, no explica nada de un modo concreto; el lector capta de pasada las referencias cruzadas que incluyes en los artículos. No es algo que pueda explicar de manera diáfana, digamos que tiene que ver con la forma y el contenido. Me pareció sencillo y adecuado tratar el tema del libro de un modo metafórico, haciendo del propio libro una especie de pantomima de su contenido. De ahí el aspecto de revista antigua. Eso es. ¿Crees que este libro redondea, o da forma definitiva, a tu largo y absorbente proyecto, o es este proyecto algo a lo que puedes seguir dedicándote el resto de tu vida? Hasta cierto punto espero que toque a su fin, y publicar el libro es parte de ese deseo de acabar de una vez y pasar a otras cosas. Pero es fascinante, el libro me ha puesto sobre un montón de nuevas pistas. Al mes de su publicación recibí una carta de un sobrino nieto de J.H. McKinley, el tipo que empezó a dibujar a Bozo Texino. Anteriormente yo no tenía contacto con él. Diez años atrás yo había intentado localizar a varias personas que sabían de alguien que había conocido a McKinley en San Antonio, pero como carecía de fondos, iba de aquí para allá y padezco cierto déficit de atención. Acabé por perder el hilo. Recibí la carta cuando me disponía a volver a Braddock desde Louisiana, y su casa de campo en Kentucky me cogía de camino. Una vez allí me trajo una caja de zapatos llena de recuerdos de su tío abuelo. Eran esbozos de un Bozo Texino todavía embrionario, otros dibujos suyos, fotografías… Allí había material de sobra para otro capítulo. Y además no dejo de recibir emails. Uno me lo envió un antiguo trabajador del ferrocarril: me contaba que a finales de los 70 imprimía camisetas de Bozo Texino y de otro personaje, Colossus of Roads. No sé, un documentalista clásico se haría con todo el material de estas personas y se iría luego a buscar a otras, un encuentro intenso tras otro: vas, consigues la historia y te largas sin más. Pero yo no puedo, no tengo ese instinto depredador. ¿Qué clase de instinto es el tuyo? Quiero ser partícipe de la cultura. Háblame de tu último proyecto. Se llama Sunset Scavenger. Es una especie de contenedor de lo que he estado haciendo últimamente, todo el material que he proyectado en la furgoneta. Metraje del paso del huracán Katrina por Nueva Orleans, de habitantes de zonas desérticas, de barcos que hacen la función de hogares… Algunos notables beatniks y poetas de los años 40 vivían en barcazas, y tras el Verano del Amor, cuando toda la escena se evaporó, hubo mucha gente que sencillamente se marchó y se dispersó. Otras personas, sin embargo, se fueron a Sausalito y construyeron casas flotantes, epicentros hippies en los que se generó una nueva y asombrosa cultura. Se conoce a esta gente como los “sin anclas”, ya que viven en barcos pero no están amarrados a puerto. Los que viven en barcos al lado de un puerto son los burgueses. Así pues, en Sunset Scavenger no hay una línea narrativa pero sí un tema central. Sí, el fin de la era del petróleo. Para un pase de material en bruto de Sunset Scavenger transformé lo que a primera vista podría parecer la furgoneta de un trotamundos en una especie de Arca de Noé, con dos proyectores pasando la película. El montaje tenía relación tanto con M. King Hubbert, el tipo que concibió la curva y cénit del petróleo, como con un predicador callejero, o con Noé, un hombre que sabía la catástrofe que se avecinaba y al que todos tomaron por loco. El fin no va a ser agradable y mejor será que estemos preparados. ¿Y cómo? ¡Viviendo en un barco! Veo que incide en los mismos intereses que has manifestado en tus trabajos anteriores: según creo apreciar, tienen que ver con la cultura del nomadismo, que a su vez está estrechamente ligado con la idea de transporte. ¿De dónde surge este interés? Me encantan los coches y las bicicletas. Tengo más libros sobre construcción de barcos que sobre lenguaje cinematográfico. Pero a medida que pasa el tiempo siento cada vez más la necesidad de asentarme. Por eso me mola tener esta casa. Aunque el nomadismo no sea la clase de vida que persigas, hay en ella algo que te atrae, ¿no? Las personas que vive al margen de las estructuras domésticas tradicionales están obligadas a improvisar constantemente. Son artistas. Lo que esta gente intenta es levantar algo de acuerdo a sus propios parámetros, aunque estos estén delimitados por la pobreza, la enfermedad mental o el desclasamiento.