POR WOLFMAN JAGOFF En septiembre, una radio de Elasha Biyaha, un barrio de Mogadiscio, celebró un concurso para niños consistente en recitar el Corán. El primer premio era un AK-47 y 700 dólares. El segundo ganó un AK-47 y 500 dólares, y el tercer galardonado, dos granadas y 400 dólares. El concurso estaba patrocinado por Al-Shabaab, una filial somalí de Al-Qaeda. Hubo incluso una ronda de preguntas y respuestas, con preguntas como “¿En qué guerra asesinaron a nuestro hermano, el mártir Sheik Timajilic?”
Lo más importante es que la competición proporcionó un descanso más que necesario de la típica programación de la radio somalí, que en su mayor parte consiste en grabaciones de disparos, explosiones y animales rugiendo, debido a un ultimátum del grupo insurgente islámico Hizbul, que declaró que la música era “no islámica”. Incluso el director de Al-Shabab, Mukhtar Robow, quedó impresionado, y señaló: “Los jóvenes deberían utilizar una mano para la educación y la otra para defender el Islam a punta de pistola”