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Cultură

Tu madre se droga y el Gobierno se preocupa

Los somníferos y tranquilizantes han desbancado al cannabis como la tercera droga más consumida en España.

Imagen via Thinkstock photos/Getty Images Puede que te dé lo mismo o incluso que te parezca bien, pero conviene que lo sepas: tu madre se droga. Nuestras madres, las madres de España, viven narcotizadas. Orfidal, Valium, Trankimazin, Lexatin, Xanax, Ansielix, Bayzolam, Tensium, Tranquinal, Somnovit, etc., son los nombres con los que nuestras madres sueñan. O, mejor dicho, duermen. Los somníferos y tranquilizantes que reinan en los botiquines de medio mundo se han convertido de pronto en motivo de preocupación para el Partido Popular. Y lo que es peor: le ha pedido al Gobierno (sí, se piden cosas entre ellos mismos) que meta mano en el armarito de las medicinas de casa. ¿Por qué? Por una razón muy sencilla: por primera vez han desbancado al cannabis como la tercera droga más consumida en España. Alcohol, tabaco y porros era hasta ahora la Santísima Trinidad del policonsumo socialmente aceptado. Sin embargo, una legión de cincuentonas ha tomado por la fuerza el tercer escalón del podio, sacando de él a los fumetas. El 11,4% de los españoles consume estas drogas legales, por encima del 9,6% de consumidores de cannabis y el 2,3% de la cocaína, según la Encuesta sobre Alcohol y Drogas en España 2011-2012. Por rangos de edad y sexos, el dato canta aún más: el 17% de los jóvenes (chicos) de entre 15 y 34 años fuma porros. El 27% de las mujeres de más de 55 años toma estos medicamentos. Hay gente con bata y corbata que los llama hipnosedantes en estudios e informes oficiales, aunque conviene no usar una palabra de tanta enjundia para entender lo que son: la “pastillita para los nervios”, “eso para dormir”. Sedantes y ansiolíticos, drogas que cuentan con un dealer muy preparado, que estudió una carrera y una oposición y juró hacer el bien por la gloria de Hipócrates. Por lo tanto, ya que se toman con receta médica, todo debería estar en orden. Pero no: “El Congreso de los Diputados insta al Gobierno a estudiar la aplicación de medidas con las que reducir el consumo no controlado de hipnosedantes, en coordinación con las comunidades autónomas y teniendo presente la información y las buenas prácticas generadas por el Plan Nacional Sobre Drogas en materia de prevención y abordaje de las adicciones”, publicaba hace unos días el Boletín Oficial de las Cortes Generales. ¿Por qué se ha descontrolado su uso? ¿Quién las toma? ¿Por qué le preocupa al PP? ¿Cuál es la solución? Según los datos ofrecidos en su día por el delegado del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, Francisco Babín, la encuesta realizada entre más de 22.000 españoles demuestra que se trata de la única droga femenina. Los hombres son mayoría en consumo de bebidas alcohólicas, cigarrillos, porros, coca, éxtasis, anfetas, hongos y entre los pocos que todavía hoy se pican caballo. Sin embargo, las mujeres doblan a los hombres en el apartado de la pastilla para los nervios: el 15,3% de las españolas toma hipnosedantes frente al 7,6% de los hombres. Y eso que el número de hombres que se suma a la fiesta de los tranquilizantes también ha subido por culpa del estrés de la crisis. “Y son mayores, de 40 para arriba”, resume Eusebio Megías, director técnico de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD). Se trata de la droga con mayor edad de inicio de consumo: 34,5 años, frente a los 16 y pico de alcohol y tabaco y los 20 para el resto de drogas recreativas. “Estos psicofármacos están extendidísimos en la población y el mayor riesgo es la automedicación”, explica este experto que, sin embargo, asegura que “prácticamente la totalidad accede por prescripciones oficiales”. Si todas las píldoras se compran con receta, ¿dónde se produce el “descontrol” que asusta al Congreso? “Que se recete no quiere decir que se tenga garantías de control sobre el tratamiento: se toma legalmente pero inapropiadamente”. El consumo va aumentando, pastilla a pastilla, se toma cuando surge un momento de tensión, cuando cuesta algo más de lo normal dormir. Y el cuerpo comienza a habituarse. Y llega la tolerancia: el organismo necesita una dosis mayor para que haga efecto. ¿Quién se coge un pedo con una sola caña? ¿Quién se duerme con media pastillita si lleva diez años tomando varias a la semana? Y de la tolerancia se puede pasar a la dependencia y de ahí a la adicción.

Foto via. Para Eusebio Megías no cabe duda de que en realidad son muchas más las enganchadas a los tranquilizantes de las que figuran en la estadística oficial. “Será el doble. Es un problema emergente. Sabemos que se consume más por encuestas de salud, por contactos con médicos de atención primaria, tenemos otros datos de este mercado legal. Sin embargo, la gente no tiene conciencia de estar tomando drogas: son pastillas. Dile a una señora del ámbito rural de 62 años que lo que le ha mandado el médico del pueblo es droga”, pone como ejemplo. En 2001, no llegaban al 3% los españoles que tomaban hipnosedantes: la cifra oficial se ha cuadruplicado en una década. El médico se ve obligado a recetar los medicamentos aunque sepa que no podrá supervisar que cada pastilla se tomará como se debe y por quien la necesita. Hay mucho trapicheo entre familiares y amigas. “Se ha instalado la fantasía de que podemos evitar cualquier molestia: vendemos soluciones mágicas y ahora queremos cerrar el grifo”, denuncia el experto de la FAD, fundación presidida por la reina Sofía (74 años). El doctor Megías se va calentando a medida que se reflexiona sobre las intenciones del PP. No le parece razonable pretender cambiar de un día para otro una relación de confianza entre el médico y la paciente. O lo que es peor, meter mano en la ya de por sí maltrecha situación de las consultas. Si se quiere que baje la prescripción, que se ataque el problema de fondo. Si la gente tiene ahora más ansiedad, tratemos de eliminar sus problemas; quitarles de golpe el medicamento que les alivia tampoco es la solución. “Denle más tiempo al médico para cada consulta, que pueda escuchar al paciente, tranquilizarle. En lugar de dos minutos por persona, que sean diez minutos, ya verán como se recetan menos pastillas”, asegura. “O sorbemos o soplamos. Pero no recorten el tiempo de consulta y también los escasos remedios de los médicos”. Y continúa: “Estaría bueno que no podamos pedir algo para los nervios. Si lo quitan, ¿cuánto iba a tardar en haber broncas en los ambulatorios? La gente lo buscaría por otro lado y sería peor”. “¿Quieren reducir el consumo de tranquilizantes? Acaben con el problema de fondo. Arreglen la crisis”, zanja Megías indignado. Los datos indican que el consumo de tranquilizantes y somníferos se ha disparado entre todos los sectores de la población a partir de la crisis económica, mientras caía el de drogas recreativas. Y en algunos casos, se combinan los sedantes con el alcohol, para aplacar la angustia y la inquietud de ver a los hijos en paro, el negocio que va a pique, que se acaba el subsidio sin encontrar empleo. El abuso de hipnosedantes puede tener graves consecuencias, como la dependencia, e incluso hay estudios que aseguran que su abuso favorece la aparición de la demencia. Sin embargo, en la mayoría de los casos, no supone grandes alteraciones a largo plazo salvo, claro está, tener narcotizado permanentemente a uno de cada diez españoles. A 15 de cada 100 mujeres. A 27 de cada 100 señoras de más de 55 años. Javier Salas escribe en la página web Materia