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Cultură

Una nueva perspectiva de la ciudad amurallada de Kowloon, el tugurio ciberpunk favorito de internet

La ciudad amurallada de Kowloon es la prueba de que los futuros distópicos que tanto hemos imaginado ya existen.

Fotografía del exterior de la ciudad diseñada por el arquitecto Paul Rudolph. Foto vía.

Hasta su demolición en 1994, la ciudad amurallada de Kowloon seguía siendo uno de los lugares más extraños de la Tierra. Durante el apogeo de la ciudad, en la década de 1980, cerca de 33.000 personas vivían hacinadas en unas 2,6 hectáreas de terreno cercado, en lo que antiguamente era una base militar. La proeza de meter a tanta gente en un espacio tan reducido se resolvió levantando una ciudad en vertical, un tugurio increíblemente denso que se elevaba hacia el cielo.

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En cualquier caso, en esta ciudad sin ley se daban las peores condiciones de vida, no solo por el terrible hacinamiento en el que sus habitantes se veían obligados a vivir ,sino por el legado del control de la Tríada. Según un artículo del South China Morning Post publicado en 1995 y en el que se promocionaba la construcción de un parque de 61 millones de dólares en sustitución de la barriada, en la ciudad amurallada de Kowloon reinaban "la miseria y la anarquía" hasta el mismo día de su demolición.

"La ciudad amurallada —la única parte de Hong Kong que el gobierno imperial de China se negó a ceder a los británicos— se hizo popular por sus prostitutas, sus antros de tráfico de opio y sus dentistas clandestinos", relata el periodista John Flint, del SCMP, en su loa a esta ciudad. Flint afirma que el Gobernador de Hong Kong, Chris Patten, "aplaudió la 'fantástica transformación'" del tugurio.

¿Qué otra cosa podría decirse? No cabe esperar algo distinto cuando agolpas a miles de personas en un área de las dimensiones de un bloque de edificios, sin las infraestructuras apropiadas. Con todo, la fascinación por esta ciudad sigue viva, especialmente en internet.

Ello se debe, probablemente, a que en Kowloon confluyen todos los elementos de éxito en la red: superlativos (¡la ciudad más poblada de la Tierra!), una historia muy extraña y susceptible de ser carne de blog, China, el espíritu de la contradicción y su imagen distópica del universo ciberpunk que tanto nos atrae. Para algunos, la ciudad ha pasado de ser uno de los peores tugurios del mundo a convertirse en "la utopía pirata de los tiempos modernos".

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La fascinación por esa dicotomía de la ciudad como símbolo de pobreza fruto de artimañas políticas y como escaparate de curiosidades de internet se refleja en el nuevo documental del Wall Street Journal sobre Kowloon. Ian Lambot y Greg Girard colaboraron en la creación del texto y las fotografías de City of Darkness: Life In Kowloon Walled City, cuya publicación coincidió con la desaparición de la ciudad, convirtiéndose en el documento que mejor refleja la vida en Kowloon.

La ciudad nació de las largas rencillas existentes entre los gobiernos de Gran Bretaña y China. Surgió a raíz de un acuerdo, firmado en 1898, según el cual se cedía Hong Kong a los británicos durante 99 años. La ciudad amurallada quedaba excluida del acuerdo. Las autoridades de Hong Kong intentaron derruir gran parte del puesto de avanzada militar que allí se construyó en la década de 1930, lo que supuso la práctica desaparición de la ya reducida población de la ciudad. Durante la Segunda Guerra Mundial, Japón continuó con las demoliciones.

Tras la rendición del país nipón, China se reafirmó en su reivindicación, provocando la primera oleada de ocupas en la ciudad, que pronto pasó a ser una verdadera marea con la llegada del comunismo de Mao Tse-Tung. En un ensayo de Julia Wilkinson en City of Darkness, se relata cómo estos acontecimientos, unidos a la incapacidad de Gran Bretaña de controlar la ciudad amurallada, generaron un estado casi total de anarquía en Kowloon; a raíz de un juicio por asesinato en 1959, se atribuyó la jurisdicción de la ciudad a Hong Kong, pero por aquel entonces, tal como apunta el documental Journal, la ciudad amurallada ya se había atrincherado.

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El resultado: una ciudad-estado tremendamente aislada y desvencijada. A través de los objetivos de Lambot y Girard, quienes en breve publicarán una secuela en formato libro titulado City of Darkness Revisited, el documental nos muestra el doble filo del aislamiento.

La ciudad en 1989, poco antes de iniciarse los desahucios. Imagen: Wikipedia

Debido a la falta de apoyo del exterior, Kowloon se construyó a sí misma y sobre sí misma, con un sistema propio de comercio e industria, con bienes producidos por una población autosuficiente. Es precisamente este concepto de una ciudad entera construida en tres dimensiones y capaz de autoabastecerse el que alimenta esa visión más romántica de Kowloon, potenciada posteriormente con infinidad de proyectos de ciencia ficción como la Trilogía del Puente de William Gibson.

La semana pasada, el arquitecto de Hong Kong Aaron Tan retrató esta visión de Kowloon en la CNN. "Quedé fascinado. Era como una máquina que funcionaba muy bien. El derribo fue como desmontar la máquina, permitiéndonos ver qué había dentro", afirma. "Para mí, fue una lección de humildad. Conocer esta ciudad nos sirvió para ver que había gente más inteligente que nosotros, los arquitectos, que conocían formas de resolver problemas que están fuera del ámbito académico".

Esa ingenuidad, al mismo tiempo, era fruto del aislamiento de la ciudad. Casi no existían servicios públicos como los de saneamiento, de seguridad y de prevención de la delincuencia, y los pocos que había se limitaban solo al ámbito de Kowloon. La heroína y la prostitución estaban a la orden del día y los ciudadanos estaban prácticamente abandonados a su suerte.

Las mismas condiciones que permitieron a la ciudad crecer como una masa orgánica sin parangón representaron también su problema principal, que se ha ido diluyendo con la canonización de la historia de la ciudad: el aislamiento político, físico y económico de la ciudad dejó a sus habitantes atrapados entre sus muros. Y el problema permaneció con los ciudadanos hasta el final. "La gente que no podía pagarse la heroína, moría", explicaba al Journal un antiguo residente. "Sus familiares se limitaban a trasladar los cadáveres a sus dormitorios".

La ciudad amurallada de Kowloon sigue atrayendo a mucha gente por esos mismos problemas, esos males que representan una poderosa fuente de inspiración para la creación de historias de ficción sobre el futuro. Un suburbio anónimo no resulta memorable ni un escenario ideal para una trama. Incluso los antros descritos en las mejores novelas ciberpunk palidecen frente a la realidad de la ciudad amurallada. Kowloon, además, constituye la prueba de que los futuros distópicos que tanto hemos imaginado ya existen.

@derektmead