Estuve 18 meses estudiando en el King's College, un centro universitario solo para hombres perteneciente a la universidad de Queensland. Allí el sexismo galopante y el escarnio están a la orden del día, como si fueran una réplica exacerbada de la triste realidad que subyace en la cultura de Sídney.La mayoría de las universidades de Australia están ancladas en la tradición y, en cierto modo, es comprensible que se les dé bien guardar secretos. Reúne a un puñado de chavales de procedencias muy variadas en un mismo espacio bajo la ilusión de compartir vivencias y acabarán adoptando una identidad colectiva.Reúne a un puñado de chavales de procedencias muy variadas en un mismo espacio bajo la ilusión de compartir vivencias y acabarán adoptando una identidad colectiva
El adoctrinamiento empieza ya desde el primer momento. Para los alumnos de primer año que no residen en el campus, la llamada "0 Week", o semana cero, es el periodo en el que se apuntan a clubs sociales, averiguan dónde están las aulas, intentan hacer amigos y acuden a fiestas. Pero para los que viven en el campus, el proceso es mucho más intenso.El adoctrinamiento empieza ya desde el primer momento
Rápidamente, tu cerebro asimila esta nueva ideología, sobre todo si vienes de una localidad pequeña. Los alumnos del King's vienen de todas partes del estado cargados con el dinero de sus padres y un montón de tiempo libre entre sus manos. Hay unos pocos afortunados que llegan con una vaga idea de qué quieren estudiar.La libertad marea, por lo que es un alivio que te digan qué hacer (beber e ir al gimnasio), adónde ir (a las fiestas y los eventos deportivos de la universidad), con quién acostarte (las chicas de Women's) y a quién odiar (a los del St. Leo's).Incluso te asignan un nuevo nombre con el que sientes que los problemas de tu vida pasada ya no tienen importancia. Te someten a una limpieza forzosa, pero todos abrazan con júbilo esas nuevas identidades e incluso las adoptan en Facebook. Así, de repente, tu cuenta se llena de amigos llamados Jetty Jerk o SWAT, acrónimo de Sister With Awesome Tits. A mí me pusieron Jessie.La libertad marea, por lo que es un alivio que te digan qué hacer, adónde ir, con quién acostarte
Algunas de las normas se habían redactado para garantizar que el reto fuera factible (como la número siete: no se tolerará ningún tipo de sabotaje), mientras que otras estaban ideadas para poner trabas (número tres: el acto sexual deberá llevarse a cabo en la universidad de la chica, no en territorio amigo). Todos tenían un punto en común: ilustraban perfectamente la forma en que se nos ha enseñado a ver a las mujeres, como herramientas de las que servirse para afianzar nuestra amistad masculina, territorios que conquistar en partidas de Risk, piezas que comerse en el ajedrez, espacios que reclamar rápidamente para reafirmar nuestra hermandad.Siempre que una chica salía del cuarto de un chico, lo hacía avergonzada, y el caso contrario era invariablemente un punto que se anotaba el chico
En la universidad practiqué mucho sexo, aunque pocas veces lo disfruté. Generalmente era por mi culpa, por mis inseguridades y porque se me había inculcado una actitud chulesca que no era capaz de reproducir en el momento de la cópula.Y sin embargo, me las ingeniaba para darle la vuelta a la historia de modo que fuera la chica la que siempre quedara en ridículo, simplemente porque no estaba preparado para admitir mi vulnerabilidad. Por eso creo que, en gran medida, la misoginia y las agresiones sexuales en la adolescencia no son problemas, sino síntomas. Síntomas de un esfuerzo por estar a la altura de las rígidas expectativas, por demostrar hombría y reprimir nuestra individualidad; síntomas de estar fingiendo ser quien no se es. Es cuestión de tiempo que ese sentimiento de no encajar se convierta en amargura.En cada reunión general de King's, se otorgaba un premio a quien tuviera la historia sexual más jugosa; en estas anécdotas, la chica siempre era el objeto de burla: una tía tan fea que no había forma de follársela estando sobrio o una guarrilla sobre la que vomitaban, etc.
Hay chicos que se sienten muy a gusto con la identidad que ha forjado para ellos la "hermandad" y que ven natural aspirar al triunvirato de la masculinidad: éxito en el deporte, conquistas sexuales y posesión de un hígado a prueba de bombas.Cualquier institución demasiado arraigada en el pasado acaba por perder de vista el presente, patología que queda muy de manifiesto en los conceptos de género que tienen ciertas universidades