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Quítate el sujetador y hazte la muerta

Mujeres desnudas posando con calaveras, señores con aspecto desquiciado y travestis a principios del siglo XX. Nos gustaría tener a este tío como fotógrafo.

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El XIX fue una locura. Los detectives iban por el lado salvaje y los periodistas sacaban la pistola a la mínima que podían. La exposición de Joan Vilatobà en el Museo del Romanticismo, el lugar al que tienes que ir en Malasaña si quieres ver el váter de Fernando VII o la pistola con la que Larra se reventó la sien, demuestra que los fotógrafos también andaban finos.

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Vilatobà  (Sabadell, 1878-1954) fue una estrella a principios del siglo XX –sí, aquí siempre andamos retrasados– y de su pasado se desconoce todo menos que era un niño bien y que a su familia republicana le iban el espiritismo y la masonería. Cuando lo llamaron para luchar en Marruecos, desertó del ejército y se fugó a París. Allí prefirió alistarse en el pictorialismo, un movimiento protesta al revelado fácil de Kodak. Volvió a Sabadell en 1903 e hizo lo que cualquier fotógrafo haría hoy en día: montar un estudio y matarse a hacer fotografías de comuniones y bodas.

Joan era el típico fotógrafo que ganaba todos los concursos a los que se presentaba. Le molaban los paisajes, bosques lúgubres y color sepia, por los que jamás te pegarías un paseo a menos que fueses un personaje de Tim Burton. El fotógrafo se puso tan de moda que el rey Alfonso XIII le pidió unos cuantos retratos –a pesar de ser republicano, aceptó– y le montaron una exposición en el Círculo de Bellas Artes.

Pero a Vilatobà lo que de verdad le ponía era la muerte. Así que contrataba modelos –algunos eran familiares suyos– y les pedía que posasen para él en plan tétrico. "Tú, quítate el sujetador y hazte la muerta", "tú, despéinate y mira al cielo con cara de tarado", "tú, posa en bolas acariciando esta calavera" y "tú, vístete de mujer". Ese rollo.

 En 1931 dejó de hacer fotos porque habían llegado las Vanguardias y los críticos decidieron que Vilatobà ya no molaba. ¿Quién fue el retrasado que afirmó que el autor de esta fotografía –échate a un lado Cindy Sherman– con, probablemente, el primer travesti retratado de la historia, no era molón? Al parecer, gilipollas hay en todas partes y en todas las épocas.

El caso es que Joan no dejó nada escrito así que nadie tiene ni idea de por qué le daba duro a la fotografía bizarra. Puede que hacer sesiones de espiritismo con tus hijos pequeños no sea tan buena idea o que fuesen encargos cifrados de los masones. Que le molase el mundillo macabro, que tuviese una empanada mental con la muerte más grande que la de Woody Allen o simplemente, que nacer en el siglo XIX le volviese bastante loco.

Nosotros tenemos muy buen olfato. Por esos sabemos qué cosas no te puedes perder; si quieres saber de qué hablamos, visita la selección de los mejores contenidos de Axe en Vice.