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Cultură

Quizá ya va siendo hora de que te largues de casa de tus padres

Si te suenan estas situaciones mejor que hagas todo lo que puedas para largarte de casa de tus padres lo más rápido posible.

Cuando empiezas a compartir piso con un abuelo es que las cosas pueden estar empezando a ir por donde tú no querías que fueran. Si vives con un abuelo quieres decir que cuando cada mañana te levantas y vas al baño a mear, hay un momento que por el rabillo del ojo ves a ese tipo. Ese ser que te está robando la comida y que no te deja dormir con sus llantos nocturnos. Evidentemente, ese ser eres tú. Reflejado en el espejo ves a un tipo de treinta y pico años que ayer se bebió media ciudad con los últimos 50 euros que le quedaban este mes (estamos a día siete). Es viernes por la mañana y el fin de semana no pinta mucho mejor que el resto de la semana; ese espacio de tiempo en el que lo único que has hecho ha sido logearte en InfoJobs durante 15 minutos al día para encontrar "algo para empezar a plantearte vivir solo" y pasarte el resto del tiempo buscando reseñas de guitarras en foros y masturbándote mirando el móvil tumbado en la cama. Antes te levantabas a coger un poco de papel de cocina, ahora el papel de cocina ya se guarda en tu habitación. Tu madre ni te lo pregunta. Y tú tampoco. Si te dieras cuenta de la situación real de las cosas saltarías por esa ventana desde la que de pequeño mirabas los edificios de la ciudad y pensabas que algún día todas esas personas que viven en ellos y todas esas otras que pasean por las calles yendo a sus trabajos de mierda te adorarían y envidiarían tu futuro estilo de vida. Llevas tanto tiempo en casa de tus padres que estos se han hecho viejos e incluso uno de ellos ha muerto.

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Otro día llegas a tu habitación y todos tus discos, libros y cosas están por el suelo.

La semana pasada rompiste una jarra de agua contra el suelo porque ya no podías aguantar más a tu madre diciéndote que no colaborabas con las tareas del hogar. Lavas cuatro platos y consideras que ya lo has hecho todo, ella te dice que ni siquiera lavas los platos. Tienes pruebas empíricas para demostrarlo pero de algún modo ella tiene razón. Dos seres "adultos" en un mismo hogar no pueden llegar a entenderse nunca y menos compartiendo la misma sangre. Los errores familiares se reproducen entre los descendientes como esa leche esparcida por encima de la negra carretera momentos después de que un camión de productos Pascual se estampe contra una curva. Pocas víctimas, ninguna mortal, pero esa leche blanca encima de la carretera es una de las cosas más raras y grotescas que has visto en tu vida. Hay algo que no encaja. Te duele la cabeza al mirarlo.

Otro día llegas a tu habitación y todos tus discos, libros y cosas están por el suelo. Al lado hay unas cajas de cartón plegadas. Aparece uno de tus progenitores y te dice que lo metas todo dentro y que lleves esas cajas a un trastero de esos de mierda que hay a las afueras de las ciudades. 50 euros al mes. Si no te hubieras bebido esos 50 euros quizás podrías pensar en esta idea como algo factible durante un mísero segundo pero como estás arruinado y el mes que viene seguirás arruinado la única opción que te queda es repartir tus propiedades por distintas casas de colegas, incrementando la posibilidad de que esos colegas dejen de ser tus colegas.

Cuando te vislumbras a ti mismo cogiendo dinero del bolso de tu madre es cuando ves más claramente que tienes que empezar a cambiar de vida. Darle un giro. Pones la mano poco a poco, sabes la dureza que tienen las cremalleras y conoces la velocidad a la que tienes que abrirlas para no generar ningún tipo de ruido. Ya saboreas el cubata que te vas a meter entre pecho y espalda. Eres un profesional de esta mierda pero sería mucho mejor que fueras un profesional de "poder vivir emancipado gracias a tener un trabajo y un cerebro decente".

Estás harto de sentirte extremadamente mal —moralmente destruido— cada vez que llegas borracho a casa a las siete de la mañana y tienes que abrir la puerta con sumo cuidado. Colocas la llave apoyando los dedos de la otra mano a su alrededor para no emitir ningún tipo de ruido que pueda despertar a tu madre o a tu padre. Cierras la puerta con sumo cuidado, apretándote los dientes con furia. Tienes en tu cuerpo ese miedo ancestral del adolescente que ha bebido por primera vez y llega a casa con las piernas vomitadas y no sabe qué decirles a sus padres porque no sabe exactamente qué le está pasando a su cerebro —básicamente que está creciendo y empezando a abrazar un mundo adulto grotesco.

Solo tienes que esperar para quedarte solo. Ya sabéis a lo que me refiero. Esperar.

A la tía que te estás tirando le encanta que vayas a su casa a follar pero a veces se harta de tu presencia y además tú estás harto de gastarte dinero en viajes en metro para ir a echar un polvo. Si no vivieras en casa de tus padres podrías invitarla a tu casa y estar tranquilo y tener sexo a domicilio. Dicen que está bien esperar a alguien y que te folle cuando llegue. Pero no puedes. Estás atrapado. No tienes dinero y no sabes buscar trabajo. Solo tienes que esperar para quedarte solo. Ya sabéis a lo que me refiero. Esperar. Pero incluso entonces seguirás viviendo en casa de tus padres. Y luego tú morirás y la casa de tus padres se quedará vacía. Y en algún momento vendrá alguien y vivirá en esa casa durante un tiempo y esto será así varias veces hasta que la casa se derrumbe y desaparezca, por fin, de este planeta.