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Les preguntamos a varios millenials por qué no salieron a votar el plebiscito

"Estaba enguayabado", "no creo en la democracia", "me falta criterio", "me supo a mierda la peleadera de los dos bandos".
Infografía hecha por Staff de VICE.

Si usted es colombiano y mayor de edad, pertenece a uno de tres grupos posibles: la mitad que ayer votó Sí en el plebiscito, la mitad (más un poquito) que votó No, o el resto de los que, por una u otra razón, se abstuvieron de ir a las urnas. Después de las cinco de la tarde del pasado 2 de octubre, a medida que las reacciones impactadas se empezaban a convertir en análisis más reposados, salió a flote un dato revelador, que para muchos explicaba que algo estaba mal con el país: el abstencionismo fue del 63%. El más alto en los últimos 22 años.

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21.833.898 personas no votaron. Casi el doble de los que sí votaron. Casi medio país.

Una respuesta ante esa cifra fue, de un lado y de otro, llamarlos mezquinos, indiferentes, indolentes, cobardes, irresponsables. Sin embargo, ese número gigante agrupa muchos matices que se pierden en esa generalización. Son los abstencionistas, sí, pero no son los mismos. Incluso, siendo laxos, se les podrían sumar quienes intencionalmente fueron a anular su voto. De resto, los motivos fueron de todos los colores: se emborracharon la noche anterior, les dio pereza pararse por el clima, no creen en la democracia, les parecía que la discusión entre los dos bandos no era legítima, no se sentían capacitados para tomar una decisión tan importante, querían votar en blanco (opción que no existía en estas elecciones), tenían la cédula inscrita en otra ciudad y no podían viajar.

Decidimos, entonces, preguntarles directamente a ellos por qué no votaron. Que sean sus argumentos los que defiendan su posición.

*Los nombres fueron cambiados por petición suya

Carlos

Yo nunca he votado en mi vida. Hasta hace varios años, solo tenía pereza, en realidad no me importaba. Sin embargo, en estos últimos cinco años, con una carrera y una maestría en Historia encima, puedo decir que la democracia es una falacia y que como régimen político no es viable. No creo en la democracia, mucho menos en un país que tiene un abstencionismo de más de 50%, porque es en esencia hipócrita. ¿Que la democracia es más incluyente?: mentira, porque hoy en día estamos cayendo en esos conceptos que rayan con lo "políticamente correcto" y termina siendo más una posición autocomplaciente que otra cosa.

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Me he puesto a pensar qué régimen político podría funcionar mejor, y la conclusión no es buena. No se me ocurre nada más allá de volver a una monarquía absoluta, pero al mismo tiempo yo sé que caería en un anacronismo. Mucha gente diría que es lo menos peor posible y yo diría que no, que siempre se puede mejorar, pero somos demasiados perezosos para pensar en otra vía.

Otra cosa, la debilidad del ser humano para no poder representarse a sí mismo: caemos en la necesidad de votar por alguien para que nos represente. Cuando los griegos pensaron en esta mierda, estaban pensando en unos cuantos que podían representarse a sí mismos en un senado. ¿Usted se imagina utilizar el concepto de democracia de hoy en esa época? Estaríamos hablando de millones de personas metidas en un súper senado o súper congreso: inviable. Lo que entendemos por democracia es una tergiversación.

Juan Diego

Yo inicialmente no tenía la intención de votar porque a mí no me gusta mucho eso. Luego sí iba a votar, pero al final no me pude levantar porque me pegué una rumba el día anterior y me levanté a las dos de la tarde y no me pude parar. Básicamente fue por eso: estaba bien toteado. Realmente no creí que me fuera a enfiestar tanto, sí quería votar. Iba por el Sí. Cuando vi que ganaba el No, quedé muy impresionado. Uno tiene que ser consciente: por algo era ley seca.

Valeria

Nunca en mi vida he votado. No creo en la política, me sentiría cómplice de una mala opción… Estoy segura de que detrás del Sí hay corrupción y detrás del No también…. Compadezco a las víctimas pero no creo tampoco que exista un plan conveniente para integrar a esta gente en la sociedad. Y para completar me parece un descaro decidir sobre algo que no he vivido directamente. Dentro de mi ignorancia, siempre he creído que no importa qué o a quién elijamos: las decisiones siempre estarán inclinadas a favor de los dueños del sistema, que son los bancos o los grandes empresarios (y eso no se elige)… Y si me equivoco, si lo que digo es mentira, es por mi misma ignorancia, mi falta de conocimiento y falta de interés. Esa es otra razón más por la que siento que no debo votar.

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Sergio

No me abstuve porque no me interesara, ni porque no me haya informado, ya que al estar estudiando Derecho fue necesario que leyera todas las 297 páginas del acuerdo. Me abstuve porque en mí había muchas incoherencias y no quería hacer parte de una decisión sobre la cual en ninguna de ambas opciones me veía. En una frase: "emocionalmente apoyaba el No, pero racionalmente apoyaba el Sí".

Toda la vida me he inclinado por la ideología que apoyaba el No. Es tan sencillo como decirte que mis emociones son de un odio profundo por las Farc. Pues bien, mi nivel de madurez, mis valores y mi profundo deseo de amor hacia nuestro país no me dejó guiarme solo por las emociones, y fue necesario que sopesara mi razón. Luego de leer el acuerdo pensé: "Todo esto, salvo los puntos 2 y 3, está muy bien hecho. Debería, según mi razón, votar Sí".

Me encontraba en una disyuntiva impresionante. Por una parte mi mente decía que Sí, pero mi corazón decía que No. Ante la imposibilidad de expresar mi inconformidad con ambas respuestas, opté por abstenerme, pues me parecía la opción menos mala. Al menos en lo que concierne a mi estabilidad emocional.

Mateo

No voté porque el mecanismo de participación elegido avalaba una serie de vicios del proceso. Uno de los motivos que me disuadió de mi opción inicial, que era el No, fue la reducción del umbral al 13%. También el acelere que se dio para hacer el plebiscito, que ni siquiera dio un mes largo para pensar bien la decisión. También que había legisladores haciendo campaña en vez de estar trabajando.

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También lo que implicaron las salidas en falso de muchos del Sí y del No. Las del presidente Santos o las de Romaña, que mostró en entrevistas que no sabía lo que se había negociado. Incluso las del No: Paloma Valencia, María Fernanda Cabal o el mismo expresidente Uribe.

Para mí habría sido preferible, si se iba a refrendar, que se hiciera un referendo. Por lo menos eso obliga a que las personas tengan mayor capacidad crítica, se detengan a leer el texto y puedan definir con qué puntos está de acuerdo y cuáles no. El problema del plebiscito, y eso fue lo que me motivó a no votar, era que tenía que aceptar o rechazar la totalidad. Creo que la abstención puede ser la manifestación de inconformidad con el mecanismo escogido o con lo que implicó el proceso.

Laura

No fui fundamentalmente porque en el microcosmos que vivimos el Sí iba a acabar de manera abrumadora con el No, por ende creí que mi voto iba a sobrar, que no era requerido. Además, el debate suscitado por las dos posturas me pareció bastante inocuo. No vi claramente un proceso de paz (que por otro lado no era necesario refrendar en la urnas sino que se debió imponer, como en otros casos históricos). Fueron habladurías de quién es bueno y quién es el malo: eso hastió, desde mi punto de vista, a muchos posibles votantes como yo.

Se polarizó el país. Si bien es cierta la necesidad de la implementación del Acuerdo, para mí eso estaba muy lejos: no hubo en cuatro años una reforma social de fondo. El debate era, en la opinión pública, si estaba de acuerdo con la paz o la guerra, no exactamente los acuerdos, buenos o malos. Las campañas se enfocaron en mostrar lo peor de cada postura, no en mover a las personas. Eso hizo que me apartara de la decisión de este domingo, ya no quería saber nada de eso. La violencia mediática de las dos posturas me causó un sentimiento de rechazo al debate y por ende a las urnas. El tema se malgastó, por eso no fui, estaba cansada de tanta mierda de un lado y del otro.