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Cultură

Cómo ‘Friends’ creó una generación de narcisistas idiotas y neuróticos

Razones por las que Friends ha tenido un impacto negativo en nuestra generación y nos ha convertido en unos capullos.
Ilustraciones: Sam Taylor

El mes pasado se cumplieron veinte años del debut de una comedia de situación. Titulada originalmente Insomnia Cafe, se suponía que debía atrapar algo del calor que había generado Seinfeld, parte de aquel humor neoyorquino post-Woody Allen basado en las relaciones y la vida cotidiana. Sin embargo, la idea original que se envió a la NBC reveló que iba a ser un programa de una clase muy diferente:

"Este programa va de seis personas de veintitantos años que se relacionan en su cafetería local. Un café para insomnes a altas horas de la noche. Trata sobre el sexo, el amor, las relaciones, las carreras… Una época de tu vida en la que todo es posible, algo muy excitante y a la vez atemorizador. Trata sobre la búsqueda del amor, el compromiso y la seguridad… y sobre temer el amor, el compromiso y la seguridad. Y trata sobre la amistad, porque cuando eres joven, estás soltero y vives en la ciudad, tus amigos son tu familia".

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A diferencia de Seinfeld y de prácticamente cualquier otra sitcom anterior, Friends, con sus inadaptados conjuntos de papás descuidados, mamás persistentes, hijos colgados y vecinos pervertidos, iba a convertirse en la primera sitcom en la que quería molar tanto como los personajes. Una comedia en la que el elenco principal lo formaban metropolitanos jóvenes y bien parecidos sin problemas con la bebida ni enfermedades venéreas.

Jugando con nuestros deseos de ser como esa clase de gente, la serie fue un rotundo éxito. En años posteriores, Friends se convirtió en un fenómeno internacional. El neoyorquino lenguaje de ligoteo de los personajes entró en el léxico pop de los 90 de una forma impensable para el "cómete mis calzones" de Bart Simpson. De hecho, ¿podría la extraña sintaxis de las bromas de Chandler ESTAR entretejida de un modo aún más sutil en los patrones de habla naturales de casi cualquier occidental de entre 20 y 40 años? Todo el mundo conocía "el Rachel" [el corte de pelo de Jennifer Aniston en la serie], y Matt LeBlanc participó en una película estupenda acerca de un mono que jugaba al béisbol. La influencia que han tenido los diez años de emisión de esta comedia romántica llega a niveles ridículos.

Pero alto, no tergiversemos las cosas; Friends es un programa correcto. Atrapa, reconforta y se deja ver. Cuesta creer que este mes se cumpla una década desde la emisión de su último episodio. Sin embargo, con su interminable e imposible de eludir segunda vida a base de reposiciones, Friends ha tenido también un impacto negativo en nuestra generación. Nos ha convertido en unos capullos, y las razones son estas:

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Los personajes son muy de mediana edad

De acuerdo, las sitcoms nunca han tratado sobre gente "cool" (a menos que cuentes Barley). Sí, puede que la ropa de George Constanza haya, inadvertidamente, abierto camino a la generación Wavey Garms, pero Seinfeld iba sobre Larry David, y Larry David nunca ha sido exactamente Iggy Pop. Los personajes de Seinfeld eran en buena medida iguales a los de cualquier otro personaje de sitcom: gente que se preocupa demasiado y no le ve realmente el sentido a quedarse despierto hasta muy tarde.

La diferencia aquí es que se suponía que la gente de Seinfeld era rara y disfuncional, mientras que en Friends se les suponía urbanitas sexys y jóvenes. Y aun así, hay un episodio en el que todos pierden el oremus por ir a ver a Hootie & the Blowfish. Es indicativo del hecho de que los guionistas de Friends no tenían interés en reflejar los tiempos. Por el contrario, les dieron a los personajes una visión de la cultura moderna acomodada, de mediana edad, que sencillamente no cuaja. Los personajes viven en Nueva York a mediados de los años 90, la época de The Tunnel, Wu-Tang Clan y los Club Kids; sin embargo, estos veinteañeros que trabajan en moda, TV y restaurantes chachis están culturalmente confinados al rock radiofónico, Jungla de cristal y a unos cuantos chistes acerca de que a Chandler le gustan los musicales. Yo nunca he conocido a nadie de mi edad con tan poca relación con el mundo que los rodea.

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Prácticamente nunca van a clubes, nunca hablan de las películas de Tarantino, ni de rap, ni de Björk, hasta nuestros padres hacían eso. Pero Phoebe se entusiasma por conocer a Sting. ¿Por qué? Cuesta decidir si se trata de un mal guión o de algún tipo de intento consciente de hacer los personajes tan convencionales como sea posible.

Teniendo presente todo esto, ¿diríais que fue la muerte de Kurt Cobain, la "criminal justice bill" de Thatcher y/o internet lo que en los años 90 acabó con la cultura de masas alternativa juvenil? ¿O fue Friends?

Los ridículos problemas de alojamiento

Dejando aparte a Chandler y Ross, los otros amigos no podían ganar más de 15.000 dólares al año entre todos juntos. Joey era un actor sin trabajo, Monica era chef a media jornada, Rachel encargada de cafetería y aspirante a "fashionista", y Phoebe masajista a tiempo parcial, la que debe ser sin lugar a dudas la carrera menos provechosa que yo pueda imaginar. El hecho de que cualquiera de ellos tuviera vistas panorámicas al perfil urbano de Manhattan, con mobiliario descuidado-chic y sofás La-Z-Boy, es completamente ridículo.

La historia va de que Monica heredó su apartamento, lo cual no explica por qué su hermano, Ross, no recibió dinero alguno. Si estuviéramos realmente indagando el trasfondo de la historia, se podría suponer que Joey posiblemente estuviera percibiendo algún tipo de prestación económica. Sea como sea, ¿cómo se lo pudieron permitir? Porque son chorradas a las que se tiene que aspirar, sin conexión real con el mundo moderno.

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El estilo de vida despreocupado y propio de vivir en un edificio de 15 pisos que ellos representan, que entre finales de los 90 e inicios de los 2000 vino a definir las aspiraciones de tanta gente, nunca se hizo realidad para el resto de nosotros. ¿Cómo hubiera podido? Todo había sido concebido y realizado a 4.500 kilómetros de Manhattan, en los estudios Warner Bros en California, donde un estilo de vida es algo que los tramoyistas pueden mover sobre ruedas de un lado a otro.

Los hombres son patéticos; las mujeres, unas perras

Friends no pintó las vidas sexuales de sus personajes con una luz muy atractiva. Ross y Chandler eran semi-célibes frustrados y a regañadientes, mientras que Joey creía que hacer juegos era la única forma de llevarse a una mujer a la cama. Por su parte, los incesantes suspiritos y gemiditos de Rachel, Monica y Phoebe al hablar de los respectivos méritos de los bíceps de tal tío o de lo que decía tal otro parecían implicar la idea de que tener una cita estaba lejos de ser un proceso natural. ¿Por qué tan neuróticos? Friends fue la serie que convirtió follar en un proceso burocrático.

Por alguna razón, Match.com y todas las demás páginas de contactos sienten ahora la necesidad de hablar en sus anuncios públicos de la etiqueta en la primera cita. Hay muchas, demasiadas mujeres jóvenes urbanitas que pasan sus vidas bebiendo vino sin cesar y quejándose de las inadecuadas demostraciones de "romance" de tíos que –¡Dios nos asista!– quedan con ellas para llevarlas a una pizzería. Muchos, demasiados hombres jóvenes urbanitas parecen haberse vuelto cínicos ante la idea misma del amor, convirtiéndose en un ejército de Joeys que carecen del encanto del que dota ser un personaje de televisión con un guion redentor y la sonrisa idiota de Matt LeBlanc.

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Friends, con su inocente deseo de impulsar las cifras de audiencia, nos ha vendido una idea reductora de la identidad sexual; una que, de alguna manera, se nos ha quedado clavada hasta el día de hoy.

Joey Tribbiani fue el primer artista del mundo del ligoteo a las bravas

Al respecto de esto: ¿a alguna de vosotras, chicas, le ha entrado alguna vez un tío con camiseta ceñida y un sombrero gracioso en el supermercado, en el gimnasio, en una cafetería, en cualquier sitio? Pues echadle la culpa a Joey Tribbiani. Puede que Joey haya sido un gran personaje televisivo –y tal vez el más "real" de toda la tropa– pero había algo tan creíble en sus hiper-confiadas rutinas de gorjeo en público que inspiró a toda una generación de ligones de andar por casa a probar por sí mismos los límites de lo que la ley considera acoso. Así y todo, creo que es mejor que cualquier cosa que haya provocado Chandler.

Propició el nacimiento de los capullos de cafetería

Las bromas sobre gente bebiendo distintos tipos de café con nombres curiosos son ahora incluso más sosas que la gente de la que hacen chanza, y Friends es responsable de ambos problemas sociales. Es justo: cuando se emitió por primera vez, las cafeterías debieron parecer lugares sofisticados y glamurosos. A diferencia de los bares o los comedores grasientos, eran sitios tanto para trabajar como para divertirse, donde podías hablar con tus colegas sin que hubieran al lado grupetes de chavales cerriles gritándole a la pantalla del televisor. Ahora que puedes conseguir un espresso decente en el aeropuerto o el McDonald's, han perdido algo de ese exotismo.

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Sin embargo, los cretinos de cafetería permanecen. Se quedan más y más tiempo del que deberían gracias al Wi-Fi y a que el mercado se ha ampliado. Siguen suspirando dramáticamente cuando los chavales hacen ruido, hablando de entrevistas de trabajo, leyendo los mismos libros y todavía sin terminar los mismos guiones malísimos, pésimos.

Ahora todo el mundo conoce a unos tediosos "Ross y Rachel"

Este es, realmente, el más grave legado de Friends.

Había una vez, tiempo atrás, en que los seres humanos vivían felizmente dentro de categorías sencillas como "soltero", "juntos", "casado" o "divorciado". A menos que fueras un salvaje, o francés. Eso fue hasta que Ross y Rachel llegaron hablando de su "nos estamos dando un respiro", dando a la gente pista libre para participar en toda clase de ambigüedades románticas.

De ahí hemos pasado a una generación enviándose sin cesar mensajes de texto sobre "hacia dónde están yendo las cosas", durmiendo cada uno con los mejores amigos del otro con la excusa de que "sólo nos estamos viendo", y por regla general actuando de la forma más desapegada y dolorosa posible. No estoy diciendo que todos tengamos que estar casados y con hijos para cuando cumplamos los 25 –y, sí, la ambigüedad romántica puede ser divertida hasta cierto punto– pero tal vez, de habernos aferrado a la idea de que un novio es un novio y una novia es una novia, nos podríamos haber ahorrado un montón de corazones rotos y de mensajes de texto.

La actitud de Friends ante las relaciones no era bohemia o liberal, sólo era cabreante. No mediaban en ella grandes teorías acerca de lo que una relación debería realmente significar; los acontecimientos eran únicamente sintomáticos del egoísmo y la obsesión con uno/a mismo/a. "Haciendo una pausa" nunca significó nada, más allá del hecho de que una persona deseaba romper la relación y no tenía corazón para admitirlo ante la otra persona. La saga de Ross-y-Rachel legitimó algo que debía descartarse desde el principio por ser una idiotez y que dio paso a una generación de chavales que estuvieron una década entera hablando entre ellos de toda clase de memeces seudo-psicológicas.

Podéis seguir a Clive (@thugclive) y Nathalie (@NROlah) en Twitter.

Ilustraciones de Sam Taylor. Seguidle en Twitter @sptsam o visitad su página web, samtaylorillustrator.com.