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Cultură

Historias de terror de la economía colombiana

Hay unas historias de terror que sí son ciertas. Otras, por el contrario, son conjeturas o teorías fáciles de desmentir. Entre ambas, El Mal Economista les muestra cuatro.

Hay pocas frases que rivalizan con "amor tengo un retraso" cuando uno siente miedo. Muy pocas. Pero para nosotros, los economistas, hay muchas historias de terror que se mueven entre dos franjas: aquellas, por ejemplo, que nos anuncian una crisis económica más grande que la de los años 30 (poco probable), y las otras, más realistas, que nos hacen ver el tamaño de nuestro subdesarrollo. Normalmente, quienes nos meten terror, son personajes de la vida pública o periodistas, que se la pasan exagerando para meternos miedo.

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Es por esto que, en época de Halloween, vale recordar y aterrizar las múltiples historias de terror sobre la economía colombiana con las que día a día nos asustan. El Mal Economista sirve hoy como miembro de los Cazafantasmas. Puede que más de una de estas historias les suene conocida.

Acá van cuatro de ellas.

Que la devaluación del peso frente al dólar nos hizo más pobres a todos

Es cierto que la revaluación que tuvimos durante el último año repercutió en los precios de todos los productos extranjeros, pero salir a gritar a los cuatro vientos que hoy día somos un 60% más pobres, porque nuestra moneda perdió 60%, es igual que decir que usted es buen polvo porque su novia se lo dijo.

En primer lugar, contraria a muchos de nuestros vecinos, Colombia tiene capacidad productiva de varios de los productos que importamos: es posible realizar una sustitución de bienes importados por los nacionales. Esto ya lo estamos viendo. Empezamos a cambiar President por Alpina, Perrier por Brisa y Miami por Melgar. En segundo lugar,en contraste con la devaluación de los noventas, el peso perdió mucho valor frente al dólar, de la mano de muchas otras divisas que también perdieron buena parte de su valor frente a él. Si bien la devaluación de las monedas de nuestros principales socios comerciales no fue tan drástica, este hecho nos abre la puerta a considerar nuevos mercados en Asia y en Europa. Finalmente, vale decir que un peso más barato favorece a todo el que quiera producir algo en este país. Esa es la verdad.

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Que los TLC acaban con el campo colombiano

Otra de las grandes historias con la que nos quieren asustar, esta vez los grandes gremios productores, es que los distintos TLC van a acabar con el campo. Aquí, primero, hay que aclarar que si hay algo que tiene acabado al campo son décadas de conflicto armado, desplazamiento de personas y abandono estatal. Claro, un TLC es la cereza en el pastel, pero no hacerlo, no firmarlo, no ratificarlo, digo, no va a ayudar a los pequeños campesinos y solo beneficiará a los grandes productores tradicionales con sus oligopolios. Claro, en el largo plazo puede que los TLC afecten a los productores nacionales, tanto los grandes como los pequeños. Pero esa no es la razón por la que el campo está mal. Por ningún lado.

Que la falta de metro en Bogotá tiene a la movilidad así

Un artículo muy creíble del geólogo Jairo Mojica hace poco: Bogotá no necesita un metro, porque, dada la demanda actual por transporte, lo que se necesitan son ocho líneas de metro y, para asustarnos más, esto es algo que a las grandes ciudades del mundo han emprendido en al menos 100 años. La construcción de una línea de metro en Bogotá no va a resolver el problema de la movilidad y, más que una historia de terror, esto es una triste realidad. Con esto no digo que no vaya a ayudar, pero creer que existe una solución mesiánica a los problemas de movilidad en Bogotá es tan infantil como creer que alguien iba a respetar el carril de buses en la Séptima.

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Que estamos lejos de salir del subdesarrollo

Finalmente, la más triste y menos sonada de estas historias es esta, porque en gran medida sí es cierta. La única consolación es que si por acá llueve por otros lados no escampa y muchos de nuestros vecinos pueden estar peor.

El Mal Economista les desea a todos sus lectores una feliz noche de brujas.

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