Los sueños de Edlund

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Ojos prestados

Los sueños de Edlund

Las fotografías de este finlandés son bellas y confusas.

De la columna Ojos Prestados.

Conocí a Karl Henrik Edlund en París, en la primavera de 2011. Ambos asistíamos al Atelier Smedsby de JH. Engstrom y Margot Wallard, en donde tuvimos la oportunidad no solo de volvernos amigos, sino de conocer nuestro mundo visual e intercambiar experiencias en torno a la evolución o los problemas que se nos presentaban en nuestros proyectos. En las noches, junto con Engstrom y otros fotógrafos, nos sentábamos en cualquier brasserie a tomar vino barato y hablar melancólicamente sobre la vida, el amor y, por supuesto, nuestra fotografía. Casi todos los integrantes de nuestras tertulias nocturnas eran nórdicos y yo me sentía como la oveja negra del rebaño, diferente, pero increíblemente atraída hacia estos personajes de piel blanca y ojos transparentes con fotos alucinantes de gentes y paisajes que nunca había conocido. Todos en el grupo eran bastante buenos, todos eran sensibles, entregados y comprometidos con su pasión; sin embargo, a mí me llamaba la atención Karl más que el resto. Su proyecto me hablaba directamente, me tocaba y de alguna manera sentía que entendía su búsqueda por la belleza, por crear un imaginario de ese paisaje perdido, de las personas, de la soledad, de la sexualidad. Sus fotos me recordaban a los sueños: bellas y confusas.

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Estas imágenes nacen de varios viajes solitarios que emprendió durante seis años a la aislada región de Barents y el noroccidente de Rusia. Me encanta imaginarme a Karl viajando solo por estas tierras frías y semidesiertas, encontrando personajes interesantes, entrando a casas de desconocidos, caminando por las calles de los pueblos, pensando, escribiendo, conociendo mujeres de extraña belleza y acostándose con ellas en las noches para después fotografiarlas desnudas en la mañana. Varias veces le pregunté si había estado con todas las chicas que aparecían en las fotos, siempre me respondía con una semisonrisa ambigua y me decía que el proyecto no se trataba de eso. Pero a mí me gusta pensar que sí se acostaba con todas ellas y de paso fantasear que yo podría ser una de esas mujeres o secretamente desearlo.

Es difícil describir exactamente de qué se trata este proyecto llamado Yesterday Place (El lugar del ayer). En mi percepción es un proyecto íntimo y muy profundo en donde Karl explora su identidad a través de sus viajes y sus personajes, a quienes muestra ausentes y vulnerables. Casi nada tiene sentido u orden en estas imágenes, él no quiere contar una historia, no hay un inicio ni un final. Prefiere transportarnos a escenarios mágicos, creando imágenes que parecen un recuerdo de un lugar del pasado, un lugar que parece un sueño del cual es difícil despertar.

Hay incertidumbre en estas fotografías, están cargadas de tensión y a la vez son frágiles. De alguna manera la sexualidad y el miedo son puntos claves en este proyecto que consciente o inconscientemente Karl hace brotar por los poros de las imágenes.

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Tal ves sea fácil para mí conectarme con este proyecto. Son fotos cuya evolución tuve el place de conocer, así como a su autor. Sin embargo, intentando ser objetiva o tal ves fracasando en serlo, creo que esta serie es exquisita y enigmática, cada una de las imágenes tiene una belleza espontánea e innegable y aunque aquí les dejo solo un abrebocas, la serie completa deja al descubierto una mirada realmente refinada y una estética visual que me seduce.

Antes que reseñar fotógrafos para VICE, Daniella es una de las más talentosas fotógrafas de su generación. Puedes corroborarlo aquí. Ve más del trabajo de Karl aquí.

Karl Henrik Edlund Texto: Daniella Benedetti