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Con 18 años metió en una licuadora todo lo que más le gusta hacer en esta vida y ahora, con 23, vende licuados a 3,000 dólares. Nick me cuenta que un día, mientras hacía la solicitud de matrícula para la universidad, vio su reflejo en la pantalla de la computadora y juró que jamás tendría un trabajo aburrido. Luego empezó a darle vueltas a la cabeza y no paró de centrifugar neuronas hasta que se lo ocurrió una forma de combinar sus tres pasiones: el skate, la música y el diseño industrial.
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El nombre de la empresa se lo debe al LP de Dark Side of the Moon que encontró casualmente en una repisa de su habitación. "La mayoría de guitarras llevan el nombre de su constructor, pero mi apellido es una mierda. Nadie lo pronuncia bien y no tiene punch. Así que como todo el mundo me preguntaba por los patrones de color de mis diseños me vino a la mente el famoso prisma de Pink Floyd". Al parecer, la combinación de colores resultante es puro misterio. "Cada tabla de patineta tiene siete capas y cada marca usa un patrón de colorante distinto que no se aprecia hasta el final".Lo que más le gusta de su trabajo es que no tiene jefe ni horario y que absolutamente todo el proceso creativo pasa por sus manos. "Te puedes leer un centenar de libros sobre fabricación de instrumentos, pero al final de lo que más se aprende es de los errores". Para este Stradivari del skate la clave está en cuidar los detalles al máximo. "No soy un gran lutier, pero aspiro a la calidad de una Les Paul. Estas guitarras usan un tipo de arce superior y una trasera dura de caoba, que son dos tipos de madera que encontramos también en las patinetas".