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Usé una app para curar mi eyaculación precoz

Esta rutina de entrenamiento está diseñada para guiarnos hacia una experiencia sexual más placentera y duradera.
Foto vía le usuario de Flickr bradleypjohnson.

"Espera, espera, espera… mierda. Perdón".

Este es el llanto primigenio del eyaculador precoz. La súplica ahogada de espera porque ya casi me… Un grito de pausa revestido de una disculpa preventiva y patética porque todos los involucrados saben que es demasiado tarde. Es un grito que conozco a la perfección porque lo he soltado en incontables ocasiones (incontables por la vergüenza, no por cantidades inimaginables).

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Soy uno de esos pistoleros veloces. La eyaculación precoz ha sido mi compañera de viaje constante desde que empecé a tener actividad sexual. El problema se ha calmado y ha empeorado, a veces aparece, a veces no, pero el miedo —esa cuerda floja que tengo que cruzar con cada encuentro sexual— siempre está presente.

Por eso, mi editor me preguntó si quería escribir sobre la Premature Ejaculation App (o PEA, para abreviar). PEA, disponible para iOS y Android, es una app para aprender a masturbarse que está diseñada para guiar a los hombres hacia una experiencia sexual más placentera y duradera. ¡Sí! Por fin la tecnología llegó para salvarme de mi incompetencia sexual. La combinación de fallas emocionales y técnicas hicieron que mi apetito sexual desapareciera casi por completo pero esto podría ser justo lo que necesito para convertirme en una máquina sexual. Suena mucho mejor que mi plan de dejar que la edad, el alcohol y el temor apocalíptico resuelvan el problema.

(Pero antes, un problema más inmediato: mi falta de smartphone. Por suerte, los buenos samaritanos de VICE me prestaron uno, a lo cual sólo me queda dar las gracias y asegurar que ya está limpio y esterilizado. Además, también quiero disculparme con mi roomie, quien nunca más va a poder escuchar las palabras "Voy a trabajar en mi artículo" sin sentir escalofríos.)

El creador de la app, Brennan Belich, otro eyaculador precoz, cree que muchos hombres desarrollan este padecimiento por los hábitos de masturbación en la adolescencia, cuando nos la jalábamos a escondidas por miedo a que nos vieran nuestros papás y entrenamos no sólo para terminar rápido sino para ver ese acto como un comportamiento malo y sucio.

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Concuerdo con la teoría de Brennan sobre el origen del peor de los superpoderes. A pesar de que crecí en un hogar donde nunca falto el amor entre padres (y mucho menos la intimidad o el afecto físico), el sexo era algo que sólo existía en las páginas que no tenía que abrir y en las pláticas que no debía tener. Tampoco tenía una novia para explorar juntos. El sexo era un secreto oscuro, un tabú que al mismo tiempo era lo más importante en mi vida de adolescente. Se convirtió en una tremenda fuente de ansiedad y en una fisura en la que escondía todos mis miedos, inseguridades e ineptitudes. Así fue como me condené al fracaso, cuando la masturbación se convirtió en una forma de alivio y en una evidencia de que todos mis miedos estaban justificados. Cada orgasmo era una prueba de mi ineptitud como (futuro) hombre.

Para su función de sacar a los orgasmos del pantano de la vergüenza adolescente, la app tiene una apariencia muy poco atractiva. No está diseñada para ser una experiencia sexy. En vez de ser una belleza chichona, quien te guía por las lecciones con tonalidades verde y azul es un doctor de caricatura que mantiene un tono muy neutro.

La función principal de la app es la rutina de entrenamiento para masturbación en tres pasos. El doctor y sus consejos te guían mientras que las gráficas y el cronómetro te muestran los resultados. En el primer paso, que incluye cinco sesiones de chaqueta, el usuario tiene que masturbarse normalmente pero la meta es poner atención al "punto sin retorno". Ese momento en el que el placer alcanza un punto donde el orgasmo es inminente y es imposible retrasarlo. En esta etapa, se te pide que analices tu propio placer y determines qué cosas pasan en tu cuerpo antes de que eyacules. En mi caso, se tensan los testículos y siento cosquillas en la punta del pene.

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El siguiente paso, que también incluye cinco sesiones de jugar a las canicas, es para alargar la montaña rusa del placer. El objetivo es aprender a disfrutar la primera parte de la montaña rusa, el faje, la excitación inicial. La app te pide que logres una erección sin tocarte ni masturbarte e imaginando únicamente cosas no explícitas que te excitan (que, en mi caso, son guiños de empatía). Así que, sí, en este paso tienes que prenderte. Para esto, la app sugiere que juegues con tus testículos y que te acaricies los muslos. Debo confesar que disfruté mucho acariciar mis muslos cuando por fin dejé de jugar con mis vellos púbicos. De hecho, si pudiera venirme sólo masajeando mis muslos, lo haría sin problemas.

El tercer y último paso, que consiste en tres sesiones de jalarle el pescuezo al ganso, también incluye cinco minutos de masaje de muslos seguido de masturbación pero la diferencia es que te pide que te detengas cuando llegues al punto sin retorno y que respires profundo hasta que estés a salvo de ese precipicio. Sólo así puedes volver a estimularte. La meta es llegar a los diez minutos al principio y seguir hasta que ya no puedas más.

Terminé las sesiones de entrenamiento de la app y logré llegar a los diez minutos, pero no pude avanzar más y terminé respirando con dificultad. Cuando finalizas el entrenamiento, la app te dice que vayas a la sección educativa y leas un glosario de términos que te pueden ayudar más adelante en tu travesía. Creo que mi favorito fue Prejack Addiction, un término que le da mucho estilo a la habilidad de dejar de masturbarte sin eyacular.

¿Entonces la app funciona? ¿Vale la pena gastar esos 50 pesos? Por un lado, puedes tener la misma experiencia con un cronómetro y disciplina, pero en mi caso, no puedo negar que vi resultados positivos. La mayoría de los orgasmos en mi vida vienen acompañados de una tormenta de sentimientos principalmente negativos: culpa, miedo, vergüenza, cansancio repentino. Esto no quiere decir que nunca he tenido buen sexo en mi vida, en especial con las personas que me han amado con paciencia y cuidado. Pero aun con ellas, cada uno de mis orgasmos estaba embrujado con el fantasmas de ineptitud e identidad que no he podido exorcizar. Por eso, cuando superé el récord de diez minutos con la app, el orgasmo trajo un sentimiento nuevo: orgullo. No así de "güey, mis bolas tienen superpoderes", sino un orgullo por ser capaz de no ceder ante el placer, de tocarme con, me atrevo a decir, madurez. Como ya pasó un rato desde la última vez que tuve sexo, es imposible saber si la app funcionó. Sin embargo, sentir orgullo con cada orgasmo parece un mejor plan que imaginar a un perro cagando cuando quiero retrasar lo inevitable.

Y ahora mis muslos son más sensibles.

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