Perfiles VICE: Reseñas de libros

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Perfiles VICE: Reseñas de libros

TOMÁS DE TORQUEMADA: EL FRAILE DIABÓLICO
Germán Espinosa.
Panamericana.

Las dos cosas que más le gustaba hacer en la vida a Germán Espinosa, parece, eran hacer gala de su erudición y abordar la institución que conocemos como la Inquisición. ¿Qué mejor manera de unirlas que en una biografía de Tomás de Torquemada? Eso fue lo que hizo el cartagenero para la colección 100 Personajes/100 Autores de Panamericana y la apuesta le salió bien: en un libro corto narra la vida de quien llegó a ser la máxima autoridad de la inquisición en España, pero escribe también –o sobre todo– acerca del contexto político y social de la época, de forma que ayuda a entender las motivaciones y la consolidación del poder del fraile dominico.

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Tomás de Torquemada llegó a la cabeza de la Inquisición después de ganarse la confianza de los reyes católicos como su confesor, y persiguió sin tregua a los judíos a pesar de proceder de una familia poco antes convertida al cristianismo. Durante sus años de formación recibió las burlas de otros conversos que, aunque cristianos en público, continuaban en privado con sus prácticas judías (y quienes eran conocidos como judaizantes). En su papel de biógrafo, Espinosa vuelve una y otra vez sobre el hecho para explicar el ensañamiento que, años después, mostró Torquemada hacia ellos. Gracias a las maquinaciones del fraile, dice el autor, la Santa Sede española gozó de una gran independencia de Roma, que Torquemada aprovechó para satisfacer su agenda en contra de los falsos conversos.

La explicación de cómo se dio todo esto se encuentra en el libro: para entender mejor la situación, Espinosa no solo habla de la familia del máximo inquisidor de España sino que también hace un recuento del antisemitismo de la época, ubica al lector en el contexto político de la Península Ibérica y desmenuza la forma en que actuaba el Santo Oficio, con sus procesos, sus torturas y las penas a las que eran sometidos los culpables (y no es difícil creer que también los inocentes). Además, narra algunos casos particulares según va hablando de esto o de aquello y se permite opiniones como que, en el caso de la crucifixión del Santo Niño de La Guardia, las acusaciones hechas a dos familias fueron invento del fraile para lograr la expulsión de los judíos.

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Más que una biografía de Torquemada, el libro termina siendo un recuento de la Inquisición española con el dominico visiblemente moviendo las cuerdas. Esto no es un problema: si bien la vida de Torquemada probablemente no resonaría hasta nuestros días de no ser por la Inquisición, tampoco la institución hubiera alcanzado en España los niveles de horror que llegó a desplegar de no haber sido por el fraile que Espinosa, en una de esas poquísimas demostraciones de humor –o de ironía, al menos– que pareció permitirse, calificó de diabólico.

EL ÚLTIMO TRAYECTO DE HORACIO DOS
Eduardo Mendoza 
Seix-Barral

Por medio de la presente me permito informar que voy a abordar una (1) novela que se vale del lenguaje burocrático para la narración de sus acontecimientos. Por medio de la misma presente me permito señalar que, por suerte, el resultado no es tan malo como podría pensarse: después de todo, se trata de un libro de Eduardo Mendoza.

A quienes lo han leído no hay necesidad de contarles de algunos rasgos tan propios de sus libros como el humor y la parodia (el catalán es autor de una serie de novelas de un personaje innominado que resuelve misterios cuando escapa del manicomio, y eso ya debe ser suficiente indicio). A quienes no lo han leído les puedo contar que, en 1991, publicó por entregas en El País una divertida novela con una trama muy sencilla: dos extraterrestres acorpóreos aterrizan en Barcelona. Uno de ellos, Gurb, adopta la forma de Marta Sánchez con el fin de no llamar la atención y sale de la nave para hacer contacto con las formas de vida locales. Como no regresa, su compañero decide adoptar la forma del conde-duque de Olivares y sale en su búsqueda. Más de diez años después, Mendoza publicó la historia de Horacio Dos, también escrita en forma de diario.

La historia va algo así: el señor del título tiene que comandar, como castigo por comportamientos que no se explicitan, una nave espacial hacia un destino que no conoce. En su nave hay tres sectores de pasajeros: las Mujeres Descarriadas, los Ancianos Improvidentes y los Delincuentes. También están la tripulación y los mandos, a los que se van a sumar algunos disparatados personajes en el camino, como el gobernador de una estación espacial y la duquesa de otra, quienes tienen un enredo filial, real o imaginado, con una de las mujeres descarriadas y uno de los delincuentes.

Como la nave carece de agua, comida y elementos de tocador para las Mujeres Descarriadas, el comandante debe llevarla a alguna estación espacial para abastecerla. Pero en cada parada las cosas van empeorando, según sabemos por el informe que escribe el comandante. Y es ahí donde el autor explota el potencial cómico del lenguaje burocrático, con las muchas repeticiones de la narración, los eufemismos y otros giros lingüísticos propios de los papeles membreteados, además de las constantes referencias que el comandante hace a su "grato Informe", y refuerza este tono humorístico con las situaciones y la comicidad de los nombres de los personajes. Dos ejemplos: M. Gaston-Philippe de la Ville de St. Jean-Fleurie, alias 'el Rata', o el doctor Aristóteles Argyris Agustinopoulos, alias 'Nalgaloca'. ¿Que los ejemplos no son los mejores? Puede ser. También es cierto que este libro no es el mejor ejemplo de la obra de Mendoza. Pero con él resulta inevitable reírse de vez en cuando, al menos, y eso siempre se agradece.