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Cultură

Ronnie Wood no es el único millonario famoso con un piso carísimo en Barcelona

Hablamos con una inmobiliaria que vende propiedades de lujo a futbolistas, empresarios y artistas de todo el mundo que vienen a la ciudad en busca de áticos en el Eixample, lofts, villas en las afueras y edificios modernistas.

Ronnie Wood, el guitarrista de los Rolling con pelo enrejado, se compró el año pasado un piso en el centro de Barcelona: 300 metros cuadrados cerca del Paseo de Gracia, por algo menos de un millón y medio de euros. Un espacioso nido de amor para él y su mujer -Sally Humphreys, 34 años- a un precio asequible. Para esta clase de multimillonario, seis cifras es calderilla, suelto para chicles, y la compra le permite estar cerca de sus aficiones -la pintura, el fútbol-, y montar el campamento base en una ciudad atractiva por su clima, oferta de ocio, puerto y coste de vida barato (en comparación con Hong Kong, Londres o Nueva York). Para una persona con dinero y facilidades para moverse por aeropuertos internacionales, Barcelona es el lugar de moda.

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La inmobiliaria que le llevó toda la gestión a nuestro Rolling Stone es Lucas Fox, fundada hace nueve años por Alex Vaughan y Stijn Teewen y especializada en vender propiedades a clientes con cuentas corrientes generosas: "El 95% son clientes internacionales", cuenta el propio Alex. "Gente que compra en Barcelona porque forma parte de su idea del lifestyle, quieren tener una propiedad aquí, o buscan una residencia para su familia". Y, además, pagan al contado. "Apenas financiamos hipotecas. Los inmuebles se pagan de una vez. No es ningún secreto que en los últimos años, los que eran ricos, con la crisis han ganado todavía más dinero".

Lucas Fox está especializada en vender propiedades a clientes con cuentas abultadas

El mercado inmobiliario de alto standing ha experimentado un boom en Barcelona porque, a la vez que la exposición de la ciudad hacia el exterior ha venido atrayendo un turismo cada vez más acaudalado, algunos propietarios de muchos años han necesitado vender sus pisos para ganar en liquidez. "Otro factor es la seguridad, aquí no te reconocen tanto por la calle, no te molestan". Los ricos compran en masa, no necesariamente palacetes en Pedralbes al estilo Urdangarín -que también-, sino áticos en el Eixample, lofts en las inmediaciones del centro, villas en las afueras, pisos en edificios construidos durante el modernismo e incluso coquetos estudios en los que poder alojarse durante un fin de semana.

El 60% de los clientes de Lucas Fox son europeos, aunque crece el porcentaje de millonarios latinos, rusos o chinos. La prensa filtró la noticia de Ronnie Wood y la del torero retirado 'El Litri', que se ayudó de la inmobiliaria en febrero para colocar su finca en Sevilla por siete millones y medio de euros al conde alemán Federico Zichy Thyssen (murió en agosto; la finca vuelve a estar en venta), pero las cláusulas de confidencialidad son inquebrantables y prácticamente ningún comprador o vendedor quiere que se haga público su interés por una propiedad. Los que más gastan son los ricos anónimos (rusos que buscan una residencia para los fines de semana y en los que su familia vive todo el año, lejos de la criminalidad de la madre patria), y los que compran más por capricho son famosos del mundillo del espectáculo.

En los últimos tres años, quienes han realizado las operaciones más abultadas son multimillonarios árabes o del Este -uno de los récords de Lucas Fox es un piso en pleno Paseo de Gracia, de 500 metros cuadrados y seis plazas de parking, diseñado en su interior por Jaime Beriestain, por siete millones y medio de euros, vendido a "un empresario no europeo"-. Entre la farándula, han comprado futbolistas de moda, cantantes de éxito, artistas en diferentes disciplinas. Una vez acudió a interesarse por una propiedad de lujo en Barcelona un asesor de la reina Rania de Jordania. Fue antes de que estallara la burbuja inmobiliaria de la que el mercado de alto standing se ha librado mejor, y finalmente, Rania Al Abdullah no cerró la compra, pero quedó contenta, hizo correr la voz y Lucas Fox cimentó su reputación de agencia seria, empeñada en satisfacer los caprichos y necesidades de una clientela que, precisamente, se distingue por encapricharse de cosas y necesitar siempre nuevos estímulos para combatir el aburrimiento: una noche en el casino, un concierto de año nuevo o un restaurante con tres estrellas Michelín.

El radio de acción de Lucas Fox se ha extendido por toda España -tienen oficina en Marbella e Ibiza-, pero Barcelona es donde se mueve más negocio, donde no dejan de cerrarse transacciones. Y sospechan que la tendencia irá a más, en correlación con el rampante aumento del turismo en la ciudad, cada vez más estratificado entre el low cost que se pasea en taparrabos -o a cuerpo gentil, mostrando los genitales- por la Barceloneta y pide paella de sobre para almorzar, y el distinguido y adinerado, que se instala en apartamentos chic que nunca bajan de los 700.000 euros a tocateja y que arrasa en los restaurantes japoneses y las tiendas de Armani, Prada y Louis Vuitton.

"El mercado tiene que tender a ser más sostenible", cuenta finalmente Alex. "Yo creo que estamos en un 25 o 30% de lo que puede dar de sí Barcelona, sobre todo porque, aunque los precios difícilmente bajarán, también van a tardar en subir. Y si finalmente se acentúa la recuperación económica en España, también tendrá que entrar en el mercado el comprador nacional, que ahora mismo es el 5% del total. Para que el negocio vaya a más, también es preciso que Barcelona mejore en aspectos como su oferta cultural: nuevos espectáculos, como el Suite Festival, parecen hechos para este tipo de público". O sea: noche de fin de año con Woody Allen tocando el clarinete a 190 euros la entrada en platea del Gran Teatre del Liceu -donde últimamente se escucha más hablar en ruso que en catalán- y posibilidad de darse luego una cena opípara que consumiría el sueldo de todo un año de muchos de nosotros. No son los hipsters ni los borrachos -ni siquiera las cerdas de Leeds- quienes que te están colonizando, barcelonés de toda la vida: es el silencioso 1%.