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Música

Bogotá Hardcore. El nuevo sonido del underground colombiano.

Desde raves en prisiones hasta el underground, el groove brutal del Gabber está unificando a la juventud colombiana.

En una noche de miércoles en Bogotá, cientos de jóvenes colombianos se encuentran formados para entrar al club "Las Vegas Nevada", un antiguo teatro convertido en un table dance de mala fama en el distrito de Chapinero. Es una noche especial, un grupo de DJs de EEUU está de visita y los chicos muestran sus camisetas y tatuajes para manifestar su lealtad. Esto no tendría nada de raro para un evento de EDM en Estados Unidos, pero la diferencia es que estos chicos no están aquí por Deadmau5 o Steve Aoki, están aquí por una variedad de hardcore-techno duro y tupido, del que te golpea de frente.

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El hardcore techno, también conocido como Gabber, ha sido un género esencial de la música electrónica que alcanzó el ápice de su popularidad en la escena rave de los 90s. Caracterizado por un tempo que fluctúa salvajemente entre 150 y 300 BPM, montones de distorsión y una vibra generalmente maligna, el hardcore techno desapareció como un atracción principal en los Estados Unidos durante la gran depresión rave de principios de los 2000s. Aunque nunca murió en realidad, reforzado por un seguimiento de culto en todo el mundo, actualmente prospera en nuevos espacios como Colombia. La insatisfecha juventud de la capital nacional de Bogotá ha rechazado al house y el techno establecidos a favor de asaltos sónicos de BPMs, llenando de forma regular las noches de hardcore.

Colombia también ha atravesado una especie de reinvención, de un narco-estado fronterizo a meca de la música dance en Latinoamérica. Una economía nacional en crecimiento además de las negociaciones continuas con las FARC y el ELN han alentado a la juventud colombiana a salir y bailar como nunca. Crews como Radical Styles, Re.Set y Techsound organizan fiestas y festivales de forma regular atrayendo a leyendas de la música dance como Richie Hawtin, el crew de Metalheadz, Woody McBride y Lenny Dee.

Luego de que el respetado DJ de Bogotá Alex Jockey termina de calentar a la audiencia con algo de hard techno, el primer norteamericano, Digit216 de Queens, comienza a bombardearlos con breakcore. La música es confusa para los chicos en un inicio, pero inspirados por la frenética destrucción causada por el DJ, comienzan a destruir ellos también. Los chicos conocen todas las letras de las canciones y cantan "Fuck the System" (que se joda el sistema), en inglés al ritmo de la música.

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"Es como un virus, estamos infectados", dice Luis Vargas. Un DJ y productor colombiano que utiliza el nombre de Sonico, Vargas fundó la promotora TechShound, y ha sido responsable del reciente flujo de talento internacional hacia la ciudad.

Para el momento en el que el legendario DJ de Nueva York Lenny Dee se sube al escenario, la multitud se encuentra espumeando, agitada por una mezcla de beats, alcohol, y cantidades generosas de cocaína casi pura. Leonardo Didesiderio (su verdadero nombre), ha sido un pionero de ese sonido en los Estados Unidos, fundando su notable sello discográfico de hardcore "Industrial Strength Records". Ha sido testigo de la evolución, declive y resurgimiento de la música, tanto en casa como en el exterior. Un invitado regular del circuito europeo de festivales, Dee cree que Colombia tiene una de las mejores escenas en el mundo actualmente.

"Es un incremento de energía. Es fresco", dice Dee. "Prefiero estar en Colombia con 200 personas; gritando y aullando … tomando ron venezolano y divirtiéndome".

Bogotá es una de las ciudades más grandes de Latinoamérica, tiene 8 millones de habitantes, comparable en población con Nueva York. Ubicada 9000 pies arriba del nivel del mar en la base de los Andes, la ciudad se encuentra usualmente rodeada por una niebla gris y fría. Sus residentes, a los que llaman rolos, tienen la reputación entre los turistas de ser antipáticos y apretados en comparación con los paisas de las ciudades colombianas más soleadas como Medellín y Cali. Los Bogotanos a menudo hacen bromas acerca de que el clima es la principal razón de que semejante estilo musical tan frío y brutal como el hardcore techno se volviera tan popular en la ciudad.

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La historia de la ciudad también refleja su fría realidad. Los disturbios en 1948 destruyeron gran parte de la ciudad, trayendo consigo un periodo conocido como La Violencia, que causó cientos de miles de muertes a través de la ciudad. Durante el boom de la cocaína en los 80s y los 90s, varios residentes de la ciudad estuvieron aterrorizados por los asesinatos, ataques paramilitares, bombardeos y secuestros.

Fue en estos años de agitación que la música electrónica comenzó a adquirir popularidad en Bogotá.

"Durante años, la música electrónica fue exclusivamente para la gente rica … porque si ibas al club, tenías que pagar la entrada y si tenías acceso a la música [electrónica] es porque habías viajado fuera del país o conocías a alguien que lo había hecho", dice Vargas.

La escena comenzó a cambiar a finales de los 90s, de acuerdo con Vargas. Recintos como el Club Cinema comenzaron a albergar eventos nocturnos más arriesgados con estilos musicales más agresivos. Durante esta época, Bogotrax, un colectivo de DJs y sound system, fue formado con el objetivo traer la música electrónica a las masas organizando fiestas callejeras a través de Bogotá, en un festival gratuito de 10 días. Al contrario de los clubes y festivales anteriores, las fiestas no fueron segregadas hacia las áreas del norte de Bogotá, las cuales son generalmente más adineradas, sino también en los barrios pobres del sur de la ciudad.

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Bogotrax entró en el mapa internacional cuando comenzó a organizar eventos musicales en algunas de las prisiones más infames de Bogotá. Tratando de apegarse a su misión de traer la música electrónica a todos los sectores de la sociedad Colombiana, el grupo decidió tocar música para los más rechazados de la sociedad. A través de un contacto en el gobierno, el festival pudo realizar cuatro eventos separados en cuatro prisiones distintas incluyendo a La Carcel Modelo de Bogotá, hogar de algunos de los peores criminales de Colombia además de algunos de los peores amotinamientos.

"La gente nos preguntó si estábamos locos, si teníamos miedo. Tuve que decir, que al principio así fue. Digo, es una jodida prisión de Bogotá", dice Vargas con una sonrisa.

Las noticias acerca del festival y su ética D.I.Y. comenzaron a esparcirse en el underground de la música electrónica internacional atrayendo a un amplio rango de artistas y DJs. Los artistas que estaban dispuestos a volar con su propio dinero y tocar de forma gratuita también asistieron para tocar estilos más duros de música electrónica como drum n bass, schranz y hardcore techno, de acuerdo con Vargas, lo cual popularizó los sonidos duros en Bogotá, especialmente entre los jóvenes y los pobres.

Las presentaciones en las prisiones, aunque adquirieron fama mundial, contribuyeron poco para apaciguar a los críticos en su lugar de origen, quienes veían a la escena hardcore como un atractivo para los ñeros, un modismo colombiano equivalente a bro en los EEUU. Muchos argumentan que los fans del hardcore únicamente están interesados en las drogas y que las fiestas en Bogotá están pasando de moda, asemejándose al caso de los veteranos del rave en los Estados Unidos que no se pueden identificar con la actitud y vestimenta de los jóvenes que asisten a los eventos de EDM manistream.

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"El movimiento rave en Colombia está en crisis", dice Detrito, un artista y miembro del colectivo de arte callejero, Sarcofaga. "Siempre ocurre en el mismo club. Es aburrido".

Ya sea que ocurra o no en el mismo lugar, a las cuatro de la mañana aún hay más de mil jóvenes colombianos atiborrados en el club. Dos oficiales de policía uniformados llegan y el club rápidamente cierra sus puertas mientras su ebrio propietario intenta llegar a una negociación furtiva. La música en vivo en Bogotá debería terminar a las 3AM. Un miembro más sobrio de la promotora logra llevar a la policía a otro lugar, resolviendo la situación fuera del ojo público.

"Bienvenidos a Bogotá", dice uno de los asistentes con una sonrisa a unos gringos que se quedaron afuera durante la negociación del soborno.

A pesar de su arreglo con el club y los promotores, los policías regresan dos horas después y cerraron la fiesta. Los juerguistas aturdidos saltan a las calles, desconcertados por la luz del día y el tinnitus. Un grupo de DJs igualmente confundidos se abrazan con los entusiastas fans y comparten un cigarrillo reflexivo.

Rita Dagaz, parte del crew Radikal Styles, se acerca al grupo de artistas. Una veterana de la escena de la música electrónica en Bogotá, los felicita por un buen trabajo.

"Hicieron historia esta noche. Hicieron historia".

Todas las fotografías fueron tomadas por Daniel Rodriguez