Hablamos con norcoreanos sobre la amenaza nuclear
Izquierda:manifestante con máscara de Trump (Foto: NurPhoto/SIPA USA/PA Images); Derecha: Desertora norcoreana Jihyun Park

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Hablamos con norcoreanos sobre la amenaza nuclear

Se ha dicho mucho sobre cómo el "fuego y la furia" de Donald Trump afectaría al resto del mundo, ¿pero qué hay de los norcoreanos comunes que viven bajo el gobierno de Kim Jong-un?
ÁG
traducido por Álvaro García
DS
traducido por Daniela Silva

Las caras de Donald Trump y Kim Jong-un aparecieron en el vestíbulo de la estación de Waterloo, en las gigantescas pantallas de televisión. Más retórica incendiaria del presidente estadounidense, más amenazas mortales del líder supremo norcoreano, y la posibilidad de una guerra nuclear aún latente.

Yo estaba en camino a New Malden, un suburbio en el suroeste de Londres que alberga aproximadamente a 700 desertores norcoreanos, más que ningún otro lugar de Europa. En las últimas semanas, en las que Estados Unidos y Corea del Norte se han enfrascado en confrontaciones, se ha dicho mucho sobre el inusual y represivo régimen de Kim Jong-un. La fascinación y la repulsión con el "reino eremita" alimenta —peligrosamente— la idea de que los norcoreanos comunes son enemigos del mundo exterior.

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Hasta la década de 1980, la propaganda surcoreana representaba literalmente a sus antiguos compatriotas del norte como criaturas rojas con cascos, cuernos y colas puntiagudas, con la intención de propagar la contagiosa enfermedad del comunismo. Aún queda huella de ese exotismo hostil y alienante en la actualidad, y se pierde la obvia verdad de que los norcoreanos son gente como cualquier otra, lo que significa que la idea de que un gran número de ellos muera en una llamarada de "fuego y furia" se percibe más en términos de cómo podría afectar a las personas fuera de Corea del Norte.

Jihyun Park, que escapó de Corea del Norte no una, sino dos veces, y que pasó seis años en China viviendo como esclava de un ciudadano chino, ha vivido en Manchester desde 2008. Me dice por teléfono "no puedo dormir por la noche porque estoy asustada por lo que podría suceder, estoy realmente preocupada por la gente de mi país porque no sabe lo que está pasando, es doloroso".


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Kim Tae Hee, un refugiado norcoreano que vive en Corea del Sur, hace eco de los sentimientos de Jihyun: "Estoy seriamente preocupado por la situación actual, porque si el régimen de Corea del Norte llega a dominar Corea del Sur, sus objetivos serán los refugiados norcoreanos que viven aquí y su prioridad será eliminarnos".

La preocupación por la seguridad de sus amigos y familiares en Corea del Norte se ve exacerbada por el hecho de que la comunicación con ellos es muy difícil. Corea del Norte sigue siendo una sociedad prácticamente sellada, impermeable incluso a los piratas informáticos. "Los hermanos de mi marido viven en Corea del Norte", dice Jihyun. "Hace dos años pagamos dinero a un intermediario y hablamos con ellos durante dos minutos. Después no volvimos a saber de ellos durante más de un año, y resultó que el hermano menor de mi esposo había sido enviado a trabajos forzados durante seis meses".

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Kim Tae Hee habla regularmente con personas de Corea del Norte, pero otra desertora, Jiyoeng Lim, dice que es el único miembro de su familia que queda vivo y que no puede comunicarse con nadie en el país. Hyungsoo Kim, un norcoreano que vive en Seúl, me dice que consigue hablar con los miembros de su familia tres o cuatro veces al año.

"Debe ser muy difícil para los norcoreanos analizar las declaraciones de Trump y su lenguaje… el riesgo es que puedan equivocarse".

En las mesas de las familias norcoreanas, las conversaciones sobre la posibilidad de una guerra están inevitablemente influenciadas por el control que Kim Jong-un tiene sobre lo que la gente puede y no puede leer y ver.

"Los norcoreanos comunes están sujetos a una dieta intensa de propaganda estatal que pinta al estado norcoreano, específicamente a Kim Jong-un, como el único protector, proveedor y progenitor de los ciudadanos", dice Markus Bell, profesor de estudios coreanos y japoneses de la Universidad de Sheffield. Bell cree que esto significa que la situación actual será considerada en gran medida como el "último de una serie de actos agresivos por parte de los imperialistas estadounidenses y sus perros falderos surcoreanos, si usamos la frase común del estado norcoreano".

Jihyun Park cree que hay motivos para pensar que ha habido una mejora en esta área. "Cuando estaba en Corea del Norte, me lavaron el cerebro", dice. "Pero ahora hay mucha gente que escucha la radio extranjera y mira películas de Corea del Sur. Esto es ilegal y peligroso, pero le da a la gente acceso a la información del mundo exterior".

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El ex embajador británico en Corea del Norte, John Everard, cree que la respuesta dentro del país es la que encontrarías en cualquier otro lugar del mundo, es decir, "una mezcla de orgullo patriótico, miedo y aprensión". Everard habla calurosamente del pueblo norcoreano y añade que "Corea del Norte es una sociedad sutil con todo tipo de grupos y mucha más variedad de lo que se puede ver desde el exterior".

Everard señala el "malvado sentido del humor" que tienen los norcoreanos y me dice que, como diplomático, podría hacer chistes con representantes del gobierno norcoreano que se quedarían "con cara de disgusto" por sus equivalentes en Washington, DC .

Sin embargo, el ex embajador dice que "debemos estar preocupados, estas solo son amenazas, pero hay un riesgo muy real de que pueda empeorar. Ha de ser muy difícil para los norcoreanos analizar las declaraciones de Trump y su idioma… el riesgo es que pueden calcular mal".

Markus Bell añade que, con Trump como presidente, "realmente dependemos de la calma y el liderazgo que consideren los que lo rodean para negociar un camino que no nos lleve a la muerte de miles de personas – o de más– coreanos. La inexperiencia en este asunto de las personas que lo rodean, no me hace sentir optimista sobre un resultado pacífico".

Aunque John Everard cree que el peligro proviene de la perspectiva de un error de cálculo nortecoreano que conduce a un ataque al territorio estadounidense, Bell cree que "en este momento, Trump es una amenaza más grande para la paz regional que Corea del Norte".

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Los sentimientos acerca de Trump –que muchas veces eran parecidos a los que se tenían de Kim Jong- un en las últimas semanas –entre los desertores de Corea del Norte con los que hablé fueron mixtos. "Me gusta Trump porque es claro sobre lo que está en su mente. Kim Jong-un es totalmente diferente", dijo Jihyun Park. "Estoy totalmente de acuerdo con las sanciones de Trump contra Corea del Norte".

"Para ser honesto", me dijo Kim Tae Hee, "los refugiados norcoreanos esperaban que Trump derrumbara el régimen de Corea del Norte tan pronto como fuera posible, pero también es tímido cuando se trata de Corea del Norte. Pienso que también sólo es ¿un político?"

"Creo que la tensión entre Corea del Norte y Estados Unidos está entre Kim Jung-un y Trump", dijo Jiyoeng Lim. "Corea del Norte dice que Corea del Sur y Estados Unidos son invasores que tienen la esperanza de iniciar una guerra y que Trump es un tipo malo. Para cambiar el régimen de Corea del Norte, la gente común en Corea del Norte necesita tener acceso a información externa". La visión de los norteamericanos en Corea del Norte está tan arraigada que cuando Jihyun Park se encontró por primera vez con un estadounidense en la vida real, le dio mucho miedo.

El gobierno norcoreano ha estado utilizando la retórica de Trump para probar lo que ha dicho todo el tiempo. "Cada vez que Trump usa un ataque de estilo norcoreano como: "Fuego y furia ", alimenta al estado norcoreano en sus afirmaciones de que los yanquis imperialistas están esperando la oportunidad de atacar a la pacífica Corea del Norte", dice Markus Bell.

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Pilas del periódico "Free NK". Imagen: Thomas Hjelm

En New Malden, los residentes de Corea del Norte se estaban manteniendo al margen. Sam Yu, el gerente de una cafetería en la calle principal, me dijo que puedes pasar días en esta zona de los suburbios ingleses sin tener que hablar otro idioma además de coreano. Los norcoreanos que viven aquí, casi todos hablan una cantidad muy limitada de inglés, trabajan en supermercados, restaurantes y tiendas, a menudo son incapaces –por su condición jurídica y su dominio del inglés– de conseguir otros trabajos.


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En Korea Foods, un gran supermercado parecido a Costco en un polígono industrial junto a una carretera A, el gerente me dice que si contratan a gente de Corea del Norte, pero que no quiere hablar con los medios de comunicación. Al lado, la oficina de arriba del periódico Free NK, que tiene noticias sobre Corea del Norte en inglés, está cerrada. Por correo electrónico, Joo-il Kim, que dirige el periódico, me dice que ya no está en New Malden.

La prioridad para los desertores norcoreanos sigue siendo la transformación del estado del que han huido. Hay esperanza entre algunos de que la agresión en aumento en nombre de los EE.UU. podría conducir al cambio que anhelan. También podría ser simplemente que el intento de los neoconservadores hawkish de tomar el control en Washington esté buscando poner en desventaja a China con el objetivo de asegurar nuevas bases estadounidenses en el Océano Índico.

La máquina de propaganda de Corea del Norte es una fuente de fascinación para el mundo exterior, pero no puede proteger a su gente del temor provocado por la posibilidad de guerra. Los norcoreanos que han escapado de su país, en New Malden, Manchester y en todo el mundo, lo saben muy bien. Temen por sus amigos y su familia. Temen por el futuro de su patria.

@oscarrickettnow