Fui al festival de pesca Sangue-Mo en Malí

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Fui al festival de pesca Sangue-Mo en Malí

La fiesta entre machetes y motocicletas.

A menos que tus vacaciones ideales involucren beber en exceso en un burdel, no hay muchas razones para visitar San, una ciudad en la región Ségou de Malí. De hecho, las guías de viaje insisten que la evites. Pero una vez al año, la gente de este poco notable pueblo de paso se ponen hasta atrás, organizan una fiesta y baile, y celebran el Sangue-Mo, un enorme festival de pesca. Y esta es una muy buena razón para visitar el lugar. Así que eso hice.

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Llegué a San la tarde antes del Sangue-Mo y me encontré con mi amigo, Abou. Nos sentamos frente a la tienda de un sastre y tomamos té mientras esperábamos a que empezara el festival.

“Esta noche, bailamos”, me dijo Abou. “Mañana, pescamos”. Así de simple, supongo.

Sangue-Mo, una tradición con más de 600 años, empezó como una celebración animista de supervivencia y vida, en la que se celebra el fin del verano y el inicio de la temporada de cosechas. A pesar del fuerte dominio islámico en Malí, el animismo sigue siendo una creencia popular en la región de San. Hoy, esas tradiciones ancestrales se entrelazan con motocicletas chinas baratas y policías que recorren la zona en busca de idiotas borrachos.

Unas horas después de esconderse el sol, Abou y yo nos unimos a un flujo de gente que salía del pueblo, pasando frente a la estación de policías en el camino. Los policías estaban afuera, descargando motocicletas y rompiendo sus faros en el estacionamiento.

“Se las quitan a aquellos que manejan demasiado rápido”, me explicó Abou.

Después de un rato encontramos la fiesta; un mar de jóvenes con armas improvisadas y machetes bajo unas lámparas de halógeno suspendidas desde los árboles. La gente gritaba, saltaba y se lanzaban unos contra otros, mientras algunos jóvenes con playeras teñidas tradicionales golpeaban sus tambores en el centro. Abou me empujó hacia el grupo.

Alguien puso una botella vieja de aceite para motor rellena de cerveza en mi rostro y me gritó que bebiera. La bebida se llamaba Tdjimidiama (suena algo así como chimichanga), parece orina y sabe a cerveza sin gas. A 20 centavos la botella, todos estaban ahogados para la medianoche, y la mayoría se desmayaron ahí o salieron a las calles para ver a una bola de motociclistas borrachos manejar a toda velocidad hasta que la policía los arrestó.

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Al día siguientes, decenas de miles de personas rodearon el estanque sagrado, Sangue, de donde el festival recibe su nombre, en el límite de la ciudad. Pescar en el estanque está prohibido, excepto durante el Sangue-Mo. Después de horas de esperar bajo un sol abrazante, un grupo de ancianos pescadores entraron al agua y la multitud corrió detrás de ellos.

Pronto había un sinfín de malienses atacando el estanque con el agua hasta la cintura. Todos tomaron su lugar y lanzaron sus redes al agua en busca de peces. El caos duró unas horas, hasta que fue evidente que ya no quedaba vivo en el lago. La gente rodeó a aquellos con los ejemplares más grandes para tomar fotos con sus celulares.

Mientras el sol empezaba a caer, todos regresaron al pueblo. En la intersección principal, los niños se reunieron para ver a los motocicletas hacer sus trucos, esperando que alguno de ellos se estrellara para poder presenciar el choque. Esto continuó hasta el anochecer, cuando estaba demasiado oscuro para poder ver; así concluyó otro Sangue-Mo, luego de una agitada pesca, destrucción de motocicletas y crudas de Tdjimidiama.

Sigue a Thomas en Twitter: @tmartinezphoto