Los hipopótamos de Pablo Escobar se siguen reproduciendo y nadie sabe cómo pararlos

FYI.

This story is over 5 years old.

Cultură

Los hipopótamos de Pablo Escobar se siguen reproduciendo y nadie sabe cómo pararlos

El capo murió hace mucho, pero los hipopótamos siguen aterrorizando los alrededores de Medellín.

Cuando el capo Pablo Escobar fue asesinado por la Policía Nacional de Colombia en 1993, dejó un vasto legado de sangre. El jefe del Cartel de Medellín es considerado como uno de los criminales más prolífico de la historia, y es conocido por haber construido un imperio a punta de cocaína y de cadáveres de miles de individuos.

Pero El Patrón es recordado también gracias a más de 50 hipopótamos (Hippopotamus amphibius) que actualmente rondan libremente en la Hacienda Nápoles. Los hipopótamos prisioneros de Escobar no están hechos para los ríos y estuarios de Colombia, pero desde su muerte se han comportado como acostumbran los animales salvajes: reproduciéndose y multiplicándose vigorosamente, y lentamente estableciéndose como la especie invasiva más grande del mundo.

Publicidad

Actualmente, nadie parece saber cómo detenerlos.

Después de 30 años de la muerte de Escobar, grupos de estos animales han atravesado las cercas del lugar y se han asentado en cuerpos de agua cercanos, como el río Magdalena. El año pasado, uno de ellos fue visto rondando cerca de un colegio. Aunque el gobierno asegura que no han habido víctimas humanas, los campesinos y pescadores que trabajan en Puerto Triunfo tienen miedo de acercárseles.

Pero los administradores que operan actualmente la Hacienda Nápoles como parque temático no parecen tener afán de trasladar o sacrificar a los animales. En 2009, un hipopótamo llamado "Pepe" fue asesinado a tiros por soldados del Ejército Colombianos, desencadenando debates entre ecologistas preocupados y aquellos que ven a la carismática megafauna como inofensivas curiosidades. Los científicos que estudian los ríos suramericanos están preocupados de que un día estos mamíferos hagan tambalear al delicado ecosistema de la región.

"Por ahora, todo esto es especulativo. Tenemos muchos datos históricos similares de especies que originalmente vinieron de África y fueron encontrados después en el nuevo mundo ––como el león americano extinto, o familiares de los elefantes–– pero los hipopótamos no hacen parte de ese portafolio", dijo Douglas McCauley, profesor de biología e investigador de hipopótamos de la Universidad de California, Santa Bárbara.

"Estamos observando un aterrador experimento natural de lo que el animal invasivo más grande puede hacerle a su nuevo entorno".

Publicidad

Metido entre las llanuras de Antioquia, a unas 3 horas de Medellín, la Hacienda Nápoles sobrevive como un extraño santuario de la riqueza y exceso de Escobar. En el pico de su carrera, el patrimonio neto estimado del narcotraficante era de 30 billones de dólares, que gastó en una vida predeciblemente extravagante. En 1978, Escobar compró una parcela de tierra por los lados de Puerto Triunfo y construyó una mansión de estilo colonial que se convertiría en el hogar de su familia. Las instalaciones en algún momento incluyeron una plaza de toros, una pista de carros, un jardín de esculturas, y hasta su propio aeropuerto privado.

Sin embargo, Escobar también se consideraba a sí mismo como un dictador benevolente, y fue aclamado por los ciudadanos pobres de Medellín por haber compartido su plata para construir comunidades y proyectos de vivienda. Así que en vez de simplemente vivir en la Hacienda Nápoles, el hombre construyó un zoológico público; una colección variada llena de animales exóticos traídos por contrabando como elefantes, jirafas y zebras. Entre los animales que los niños y espectadores más iban a ver estaban cuatro hipopótamos, tres hembras y un macho, que vivían en un pequeño lago artificial cerca de la entrada de la propiedad.

Después de la muerte de Escobar, la mayoría de animales de la Hacienda Nápoles fueron capturados y transportados a centros cercanos como el Zoológico de Matecaña de Pereira. El pequeño harén de hipopótamos, por otra parte, fue abandonado, probablemente por el hecho de que transportar 4 toneladas puede terminar en una situación de vida o muerte. Así que sin ningún depredador natural y un entorno habitable, 4 hipopótamos se volvieron 8, luego 10, 20, y así sucesivamente.

Publicidad

Para científicos como McCauley, los animales rebeldes de Escobar ofrecen una oportunidad agridulce para ser testigos de lo que pasa cuando una especie puede proliferar desinhibidamente. Hace más de un milenio, diferentes clases de hipopótamos, muchos de los cuales están ahora extintos, se encontraron en lugares como las islas mediterráneas, Egipto, y hasta partes de Europa. Hoy, el hipopótamo común se encuentra sólo en África, y es vulnerable a la cacería no regulada, la destrucción de hábitats, y la caza furtiva de marfil. Los biólogos que estudian al animal y a su entorno están viendo una rápida disminución poblacional, y deben empezar a entender las implicación de un ecosistema sin hipopótamos.

Un estudio estimó que los hipopótamos de la Hacienda Nápoles van a seguir reproduciéndose a una tasa anual de 6%, y se espera que cada hembra fértil de a luz a una nueva cría cada año. Se les ha visto a más de 145 kilómetros de la hacienda del capo.

En su hábitat natural, los hipopótamos son descritos como los jardineros de la naturaleza. La mayoría de su día lo pasan debajo del agua, protegidos de los rayos solares y posiblemente de los humanos. En la noche, sin embargo, los hipopótamos salen de su suciedad para alimentarse de varios tipos de pasto, y cagar la comida de la noche anterior. Millones de kilos de heces de hipopótamos son depositados en los ríos de África cada año, y sin esta enorme carga, se morirían por falta de nutrientes en la comida. Los científicos han usado marcadores químicos para determinar que muchos peces e insectos se alimentan de la mierda de los hipopótamos ––una práctica conocida como "coprofagia"–– que sugiere que la especie juega un papel fundamental en conectar los ecosistemas acuáticos y terrestres.

Publicidad

Por otra parte, el exceso (del popó) puede ser tóxico. En sistemas concentrados de ríos, los hipopótamos pueden llenar el agua con un exceso de nutrientes, estimulando el florecimiento de algas nocivas y robándole a peces e invertebrados oxígeno. Este proceso, llamado eutroficación, ha sido vinculado a los hipopótamos en otras oportunidades, y los ecologistas familiarizados con los cuerpos de agua colombianos sospechan que la muerte reciente de algunos peces cerca de la Hacienda Nápoles puede ser un subproducto de los residentes invasivos.

"Los hipopótamos también pueden perturbar los sedimentos en lagos y ríos, lo que causa que el sedimento asentado vuelva a las columnas de agua. Esto tiene un efecto importante en la productividad, y puede resultar en todo tipo de consecuencias. Sin importar si el impacto en sus ecosistemas es similar o no al de África; todo lo que coexiste con ellos ha evolucionado en su presencia", dijo Jonathan Shurin, profesor de biología de la Universidad de California, San Diego, que estudia temas de la calidad del agua en Colombia.

Hoy por hoy, hay muy poca literatura científica sobre los efectos de los hipopótamos invasores, sencillamente porque es un hecho sin precedentes. Shurin agregó que los investigadores normalmente tienen muchos problemas en Colombia, y el problema de los animales prófugos de Escobar parece tener muy poca atención dentro de la comunidad científica. Además, el país ya está enfrentándose a crisis ecológicas más amplias, como el vertimiento ilegal, la deforestación, y el agua contaminada. ¿Qué tan grave es una docena de hipopótamos?

Publicidad

"Lo que pasa con los invasores es esto: los hemos visto de todos los tipos, destruyendo ecosistemas y reorganizando totalmente su ecología, cambiándolo todo, desde cómo se ven a cómo funcionan. No hay razón para pensar que sólo porque los hipopótamos son carismáticos, deberían recibir un trato diferente frente a como se debería lidiar con ellos", dijo McCauley.

Sin embargo, aquí yace el problema: no hay una un forma verdaderamente efectiva para controlar a la población de hipopótamos. Según Michael Knight, un zoólogo de la Unidad de Parques de Sudáfrica, que sirvió de consultor para el Ministerio de Medio Ambiente de Colombia en 2009, el sacrificio y la castración son las únicas opciones realistas. En una entrevista con Colombia Reports, Knight recomendó que se le disparara a los animales con rifles de alta potencia.

Pero como pasa con la mayoría de especies invasoras, la gente se aferra a ellos. Presuntamente, muchos residentes locales se encariñaron con los paquidermos anfibios y, en el peor de los casos, los cautivan. "Mi padre trajo a uno pequeño una vez", dijo una niña en una ocasión al periódico El Colombiano. "Lo llamé Luna porque era muy tierno; sólo le dábamos leche".

Es poco claro qué tan involucrado está el gobierno colombiano con los esfuerzos frente a manejos de la población de hipopótamos, pero en un punto, la castración y el confinamiento fueron adoptados como los únicos mecanismos para reducir el número de hipopótamos. La autoridad medioambiental Cornare envió recientemente a biólogos a construir barreras naturales para animales, destinadas a confinarlos dentro de la Hacienda Nápoles. La iniciativa opera con un presupuesto anual de casi 400 millones, y es financiada por plata incautada de redadas de droga.

Publicidad

En 2014, según un reporte de Fusion, el personal de la Hacienda Nápoles también le pidió a un hombre llamado James Torres que capturara y criara a los bebés hipopótamos en una finca cercana. Torres señaló que al separar a las crías de su grupo es más fácil transferirlos a los zoológicos.

La castración, aunque parece ser el término medio justo, parece ser muy difícil incluso para los más expertos gerentes de vida salvaje. Para empezar, es sorprendentemente difícil descifrar su tamaño. Durante el día, sólo se pueden ver por fuera del agua las orejas, ojos y fosas nasales. Además, los hipopótamos no son sexualmente dimórficos, lo que significa que es difícil distinguir a machos de hembras. Los testículos de un macho están escondidos en su abdomen, y sólo se pueden identificar una vez que el animal está sedado. Pero sedar a una criatura de varias toneladas es complicado, según McCauley. Aunque los cocteles de sedantes que usan los veterinarios se han vuelto bastante sofisticados, es imposible saber cómo reaccionará cada espécimen con la anestesia. Ocasionalmente, el hipopótamo drogado se va a asustar y correr de vuelta al agua con riesgo de ahogarse.

Hasta ahora, sólo 4 de ellos han sido castrados satisfactoriamente.

"Con la mayoría de invasores, una vez se desata el evento ya no hay vuelta atrás, pero con los hipopótamos ese no parece ser el caso. Si ellos quisieran removerlos, podrían. Parece ser que los hipopótamos se han vuelto una atracción turística y tienen valor económico. No hay voluntad para sacarlos", agregó Shurin.

Por ahora, el futuro de los hipopótamos en nuestro país parece ser una gran interrogante. Pero una cosa es segura, y es que incluso después de la muerte, la presencia de Pablo Escobar ha encontrado formas de permanecer en el panorama paisa.

Este artículo fue publicado originalmente en Motherboard, nuestra plataforma de tecnología.