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Cultură

“Sólo he querido no ser odiado por la gente”

Hablamos con Juan Cavestany sobre su cine.

Foto de Claudio de Casas

Hace un tiempo me topé con una película en Vimeo que se llamaba El señor de un tal Juan Cavestany. Era la historia de un tipo solitario y perdido en la inmensidad de una colmena podrida y estaba grabada con lo que parecía una handycam de toda la vida. La película tenía una atracción inexplicable pues la planificación tampoco era brillante y los defectos de una producción casera saltaban a la vista, aún así los personajes, las localizaciones, la absurdidad y la tristeza tenían una fuerza imposible de ignorar.

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Juan trabaja sobretodo en teatro pero anteriormente ya había flirteado con el cine dirigiendo Gente de mala calidad y El asombroso mundo de Borjamari y Pocholo pero no fue hasta que dirigió Dispongo de barcos que Juan encontró la fórmula perfecta para articular las historias que tenía en la cabeza. Este año ha estrenado su última película -Gente en sitios- en el Festival Internacional de Cine de Toronto y se ha llevado el premio del jurado en la sección de nuevas visiones en el Festival Internacional de Sitges. Sus últimas tres películas podrían formar parte de una misma trilogía donde el mundo adulto se desmorona y donde lo cotidiano se convierte en terrorífico.

VICE: Muy buenas Juan, tu apellido suena a catalán. ¿Hay algo que tengas que confesar?

Juan Cavestany: Soy de padres y abuelos madrileños. Cuando estoy en Barcelona pronuncio mi apellido acabado en “ñ” para que me entiendan. También digo “kaixo” y “agur”, para integrarme con los de allí.

Tus personajes normalmente no tienen ni un duro. ¿Cómo te va la vida?

Nunca he logrado la estabilidad y cíclicamente atravieso temporadas al límite de la supervivencia. Siempr me siento robado por alguien. Pago multas, me embargan, nunca sé qué va a pasar. No tengo nada en propiedad y me siento más cercano de la gente que va en el metro a las 7 de la mañana que de ningún “mundillo”. Luego de repente me va bien tres días y me ilusiono, pero suele ser breve y no me cunde.

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Juegas a la extrañeza. A lo absurdo. Hay escenas (como la del barbero en el suelo sufriendo un ataque en El señor) que me recuerdan mucho a Clowes. ¿Qué lees/ves normalmente?

Me gusta el olor de los cómics, el peso de los álbumes y tocar el papel. Algunos también me gusta leerlos como los de Daniel Clowes, Adrian Tomine, Chester Brown y otros innumerables. No veo mucho cine “de autor”, no conozco bien ese panorama. Me gustan las series de televisión porque como venimos diciendo algunos mucho tiempo sin que nadie nos haga ningún caso, ahora el mejor cine se hace en televisión. Me ha vuelto loco Breaking Bad y me ha gustado muchísimo The Fall, una serie con Gillian Anderson. Me gustan las novelas de David Vann que transcurren en Alaska. Me gusta Louis CK, lo consumo por prescripción facultativa, lo necesito.

Háblame del fanzine “Testimonios de nuestro tiempo”. No he encontrado nada en la gran red de información.

Es la primera vez en mi vida que me preguntan por este fanzine que hice en 1993 con mi amigo Pablo San Juan. Yo escribía perfiles de gente hablando de sí misma y él los dibujaba. Sólo hicimos dos números. Varios años después tuvo una segunda encarnación en este blog que sigue varado por ahí en el cementerio de los blogs: http://frankcuenca.blogspot.com.es/. Ahora que lo pienso, tiene mucho que ver con Gente en sitios.

Tienes una habilidad excepcional a la hora de titular tus películas. Creo que son de los mejores nombres de la historia del cine, así en general. ¿Cómo surgen y qué buscas en ellos?

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¡Se me da fatal poner títulos! Un título es importantísimo porque debe reflejar, contener y a la vez ser más que la película, y yo mis películas no sé de qué van, con lo cual imagina la dificultad. Dispongo de barcos es una frase robada a una persona que conozco que la mandó por sms creo que invitándonos a dar un paseo en barco. El señor era la forma en que Luis Bermejo y yo nos referíamos al personaje de la película. En cuanto a Gente en sitios era un título que no me gustaba porque me parecía demasiado cercano a otra película mía, Gente de mala calidad. La propia película acabó poniéndose a sí misma el título de Gente en sitios, yo tenía otros pensados, pero la película los rechazaba.

¿Qué te pasa con los espacios? En tus películas las tiendas, bares, locales, naves industriales y contenedores de mercancías tienen mucho peso. Los personajes parecen estar atrapados y perdidos en espacios, dentro de las ciudades, incapaces de escapar.

El gran Julián Génisson dijo algo así como “atrapados fuera de casa”, una definición que no puede ser más profunda y poética. Que las localizaciones tengan peso me parece un pequeño logro. Cuando uno rueda con muy poco, o mejor dicho con nada, más vale aprovechar realmente lo que haya. No se puede rodar contra una pared o una fachada que dé igual. Es como con la escritura, no debe haber diálogos que en realidad puedan no estar. Yo trato de aprovechar mucho cada localización, cada punto de vista, cada encuadre. Lo industrial o lo periférico es un plató gratis donde nada es de nadie, por lo tanto nadie se siente invadido ni protesta, a la vez suele haber superficies grandes de colores aunque sean feos que marcan de golpe una estética, en definitiva son lugares que parecen muy pensados pero que en realidad simplemente estaban ya ahí. Además imaginarme esos polígonos industriales vacíos un domingo por la tarde es un ejercicio que hace que en comparación, me sienta a gusto con el sitio donde estoy y la vida que me ha tocado en realidad.

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“Dispongo de barcos” es muy Herzogiana, quiero decir, los personajes tienen una misión imposible y la propia película parece una quimera. ¿Hay algo de cierto en esto que digo?

Es exactamente así. Durante mucho tiempo los actores y yo estuvimos pensando cómo hacerla, sin ser capaces. Y luego rodarla, o sea quedar y organizarnos fue exactamente igual que los personajes de la película intentando hacer lo que sea que están intentando, que parece un atraco pero no se sabe, igual podría ser subir un barco por una montaña y bajarlo al otro lado. Creo que “Gente en sitios” en gran medida también es una película buscándose a sí misma.

¿Qué te llevó a empezar a grabar de este modo? ¿Hay algún tipo de discurso moral detrás de este sistema autosuficiente de hacer películas o era pura necesidad?

Creo que uno hace una mezcla de lo que quiere y lo que puede. Es decir una película es una intersección impredecible del posible talento que tenga uno y sus limitaciones. Algunas personas creen que yo he querido ser un maldito o hacer cine de autor, y eso es un terrible malentendido. Yo sólo he querido no ser odiado por la gente. En ese intento hay varias fases: Fase 1: Nadie más me va a producir nunca una película, lo que hago no interesa. Fase 2: Voy a probar a hacerlo yo así, a ver qué pasa. Fase 3: Sólo puedo hacerlo así, no puedo hacerlo mejor. Y fase 4: Me gusta lo que hago y me lo creo.

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