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Especial de Sudan del Sur

Capítulo 2: El continente oscuro

El segundo capítulo del viaje de Robert Young Pelton y Tom Freccia por Sudán del Sur en la proeza de buscar al líder opositor Riek Machar.

Todas las fotos por Tim Freccia.

No creas todo lo que lees o escuchas sobre África, especialmente en cuanto a la sensibilidad cultural del continente, peculiaridades étnicas o fronteras se refiere.La fuente de esta información normalmente tiene otras intenciones, es racista o idiota o tiene una noción distorsionada sobre cómo la salvación de África podría ocurrir en algún momento del futuro. Olvídate de todo y sé honesto: África sí es un “país”, o por lo menos así es visto por el resto del mundo, sin importar qué tan políticamente incorrecto sea hacer mención de algo tan obvio. Es un mercado y un lugar predilecto para el marketing; es un gama de moda, música e industrias de viaje; y sobre todo, es y siempre ha sido una obsesión peculiar del mundo occidental. Es el lugar que alguien siempre está tratando de salvar.

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Técnicamente, el mapa de África se compone de 54 naciones con personas de todos colores, religiones y creencias, comunicándose entre sí en tiempo real a través de cibercafés, auras místicas, grandes disputas indescifrables entre etnias, machetes y disparos. También es un lugar complejo, grande y que está cambiando rápidamente. Pero seamos honestos, al final del día, para muchos de nosotros no es más que “África”.

Esas meticulosas líneas fronterizas que se encuentran en los mapas del gran continente de hoy no tienen nada que ver con las viejas etnias y civilizaciones que continúan teniendo el poder sobre la tierra. En su lugar, son restos territoriales que quedaron tras la avaricia de extranjeros. Pero para completar nuestro trayecto, necesitaremos hablar con gente que pondrá estampas en nuestros pasaportes, ignorar nuestras bendiciones diplomáticas y hablar con rebeldes y activistas sobre las fronteras efímeras de África y sus separaciones culturales. Esto es relevante dado que nuestro destino final —Sudán del Sur— reside entre las líneas más nuevas del mapa, y nuestra misión es encontrar el escondite secreto del derrocado vicepresidente Riek Machar, para escuchar su versión de la verdad. Dejando a los pilotos tímidos a un lado, desalentador ni siquiera empieza a describir la tarea que tenemos frente a nosotros.

Desde que Ptolomeo ponderó el hallazgo de la fuente del Nilo y desde que exploradores se echaron a buscar el reino místico de Preste John, África ha atraído a místicos, histéricos, avaros, bienintencionados y sin duda a los hombres más brutales. Hasta principios de los 70s, la mayoría de mapas impresos aún tenían espacios en blanco marcados con frases como “no hay suficiente información” para delimitar territorios grandes donde satélites o fotos aéreas no podían penetrar las nubes. Aún así estos territorios han sido habitados desde el inicio del Homo sapiens. ¿Cómo fue que el origen de la humanidad se convirtió en algo tan oscuro y sin esperanza en un lapso de tiempo tan relativamente corto?

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La búsqueda europea de las fuentes del Nilo a mediados del siglo 19 detonó una locura igual a la carrera espacial en los 60s. ¿Quién sería el primero en descubrir la fuente del río Nilo? ¿Qué victorias les esperaban a las almas valientes que retaron los rincones de África? A pesar del sentido de lo desconocido, los exploradores con sombrero salacot enviados por la Real Sociedad Geográfica iban detrás de conocidas rutas árabes de esclavos. Cuando los oportunistas más valientes finalmente ubicaron en Burindi el río pequeño que alimentaba el viejo Nilo, parecían estar muy emocionados. A los locales, no les importó. Querían saber cómo es que esto les beneficiaba a ellos. Para las personas que vivían ahí la exploración de África parecía una obsesión extraña de los extranjeros.

Cuando los exploradores británicos llegaron a las grandes ciénagas de los territotios de Sudd, hoy en Sudán del Sur, fueron detenidos por las gigantes isalas flotantes de vegetación. Aunque los británicos estaban convencidos de que el panorama delante de ellos era intransmitible, a los nuer, tribu local, no les importó y siguieron remando. Para los extranjeros, África era, y aún es en muchas maneras, un pantano impenetrable, un desierto y un bosque. Para las tribus que han vivido ahí por milenios es nada menos que su hogar.

Un soldado y un bebé en la base secreta de Riek Machar, cerca de Akobo, en Sudán del Sur. 

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África sólo ha sido un misterio para los extranjeros, y no para las 7,400 tribus que han poblado el continente por siglos. En efecto, algunas de éstas fueron exterminadas completamente; otras, como las que hoy en día viven en Sudán del Sur, tienen pocos recursos para sobrevivir. El persistente y constante sistema de líderes corruptos y regímenes autoritarios han, por supuesto, empeorado la situación en África. Por ejemplo, tenemos a Teodoro Obiang Nguema Mbasogo, el presidente de Guinea Ecuatorial, en África Central, que es conocido por viajar en un jet Boeing 737 privado mientras reflexiona sobre el bienestar de su país. Una vez conocido como Fernando Pó, Guinea Ecuatorial es ahora la nación más rica de África, per cápita, según el FMI y el Banco Mundial. Esto se debe en mayor parte a su abundancia en reservas de petróleo que no habían sido explotadas.

En 2005, antes de que el dinero del petróleo fluyera en abundancia, pasé tiempo con el presidente Obiang. Hablamos de la riqueza recién descubierta en Guinea Ecuatorial. Él me dijo que una de sus preocupaciones principales era cómo él podía preservar la identidad cultural de una nación con una escasa población de 722 mil personas, mientras los cien mil millones de barriles de reservas de petróleo confirmadas empezaban a generar ingresos. Él me dijo que considera la riqueza obtenida del descubrimiento de petróleo como una maldición, y sabía que eso “destruiría” su país. Esta crisis existencial no detuvo al consternado presidente ni a su familia de meterse a los bolsillos unos miles de millones de dólares (sólo para guardarlos, claro). El argumento de Obiang era que África es rica. África es abundante. África es el lugar donde la mayoría de recursos naturales del mundo no habían sido tocados y donde la tierra fértil está esperando ser explotada. Y que ultimadamente serán los africanos quienes podrán gozar de los beneficios.

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Según los cálculos de la Organización de las Naciones Unidas, en los siguientes cien años la población total de África se cuadruplicará. Al mismo tiempo, se espera que se duplique la acción del continente de la economía mundial. El Producto Interno Bruto de las naciones africanas ahora está creciendo por más de cuatro por ciento al año. Porque la mayoría, si no es que todos, los descubrimientos principales de recursos naturales en el planeta se realizarán en un continente aproximadamente tres veces el tamaño de Estados Unidos; las posibilidades en verdad son infinitas.

Así que el estereotipo de que África es “pobre”, “retrógrada” y “de miedo” debería ser erradicado. El origen de esta percepción errónea es compleja. ¿Será porque la inequidad de la distribución de bienes a través del continente hace que el movimiento Occupy Wall Street parezca un performance, o quizás porque los occidentales ricos quieren que sea así para poder salvarla? ¿Será porque la culpa exhibida en miles de infomerciales, organizaciones de beneficencia y celebridades que se abanderan como voceros de la pobreza, enfermedad, violencia, analfabetismo de África ha entrado nuestra conciencia colectiva?

África siempre ha sido rica. Antes de la conquista, los africanos, árabes y europeos tomaban lo que querían. La esclavitud era una forma conveniente de ganar mucho dinero de un lugar pequeño, una ideología tan eficiente que fue importada por completo para fomentar el éxito en el Mundo Nuevo.

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Después de la Segunda Guerra Mundial, el continente africano fue entregado de regreso a quienes, según los aliados, eran los dueños legítimos. Si no lo era entonces, ahora nos resulta todavía menos sorpresivo cuando estos hombres poderosos resultan ser peones de los viejos colonizadores. El tema recurrente de los 70s y 80s era que si el líder en el poder no podía ser comprado, entonces podría ser derrocado o asesinado.

Rusia agitó las cosas hasta el fin de la Guerra Fría, detonando decenas de golpes de estado, contragolpes de estado, conflictos y guerras civiles. La CIA correspondió, equipando a contrarrevolucionarios y dictadores con armas. Estas fueron guerras sucias que llevaron a unas más sucias y provocaron genocidios y masacres. Esas guerras y la falta de estabilidad detonaron todo, desde la caza ilegal y la destrucción de terrenos hasta epidemias y hambruna. A principios de los 80s, África había pasado de la pobreza a un apocalipsis.

Un grupo de soldados desertores del ELPS en Akobo. 

La mayor parte de esto no fue notado por el público hasta que un músico irlandés un poco desentonado revivió la obsesión mundial por África. A principios de los 80s, el cantautor y activista Bob Geldof tenía una lista de álbumes fracasados y una creciente sensación de frustración existencial. En octubre de 1984, él y millones de personas vieron el documental de la BBC hecho por Michael Buerk acerca de la hambruna en Korem, Etiopía, en el despertar del conflicto que destruyó este país.

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Emocionalmente impactado al igual que muchos otros por las imágenes de sufrimiento de la cinta, Geldof no se quería enfocar en las causas de hambruna, provocada por manipulación de Rusia, décadas de guerra, corrupción, el colapso de la infraestructura y los recurrentes desastres ambientales. Él vio a la gente con hambre y quería alimentarlas. Él necesitaba que la gente pusiera atención. Así que escribiría una canción.

En 1984 Geldof y Scotsman James Midge Ure co escribieron y produjeron “Do They Know It’s Christmas?” (¿Saben que es Navidad?) con una letra bonita que decía There’s a world outside your window / And it’s a world of dread and fear (Hay un mundo más allá de tu ventana / y es un mundo de terror y miedo) y The Christmas bells that ring there / Are the clanging chimes of doom (Las campanas navideñas que ahí suenan / son los resonantes campanadas del apocalipsis), esta canción cantada por boy bands y cantantes de pop de los 80s no podía ser etiquetada como profunda mucho menos retrataba la verdadera condición en África. Pero la frase memorable, “Alimenta al mundo”, cayó de perlas. El video y la letra no contaban con imágenes de africanos actuales o zonas de hambruna, mismas que la canción intentaba ayudar.

La canción tenía coros de Boy George, Bananarama, Sting, Simon Le Bon, Bono y George Michael, y se convirtió en el segundo álbum mejor vendido en la historia del Reino Unido. Vendió cuatro millones de copias y generó ocho millones de dólares.

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Inspirado por el éxito de Geldof, el manager Ken Kragen quería replicar el concepto de producir una canción pop que generaría fondos para víctimas de la hambruna. Él decidió organizar un tributo con un gran grupo de celebridades después de los premios Grammy de 1985. Esto resultó en “We Are the World”, escrita por Michael Jackson con Lionel Richie y producida por Quincy Jones. Las ganancias de la venta del sencillo se fueron a una organización benéfica llamada USA for Africa Foundation. Esa canción y otros eventos fueron conocidos por recaudar la impresionante suma de cien millones de dólares. Como cantó Bob Dylan: We are saving our own lives / We make a better day / Just you and me, (Estamos salvando nuestras propias vidas / Haremos un día mejor / Solamente tú y yo), los oyentes nunca se percataron de que la canción no hace mención a la hambruna ni a África.

El 13 de julio de 1985, Geldof y Ure bajo una gran inspiración produjeron un concierto de 16 horas llamado Live Aid con la meta de recaudar dinero para combatir la hambruna en Etiopía y lo que ahora es Eritrea. Se reportó que 175 mil personas asistieron a las fechas en Nueva York y Londres, y 1,500 millones de personas vieron el concierto por televisión. El concierto recaudó inicialmente 245 millones en fondos para ayuda humanitaria.

De cualquier forma, la idea de que una canción pop pueda fomentar conocimiento acerca de un desastre fue considerada un éxito inmediato, una muestra de que la cultura popular y la gente joven pueden inspirar un cambio. Se puede decir que Live Aid tuvo un impacto menor en Etiopía que en África en general, en el sentido de que ahora era cool querer ayudarla, aunque todavía no queda claro cuál fue el tipo ayuda que esto dejó. El logo de Live Aid era una guitarra en forma de África con una pequeña foto de un niño negro desnutrido en la parte inferior.

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Nada de esto significó que la gente haya conocido el contexto de 400 mil etíopes que habían muerto de hambre en el transcurso de una guerra civil que duró décadas y debido a que las políticas socialistas imposibilitaron la agricultura en la mayoría del territorio. La ayuda humanitaria fue utilizada como un arma de guerra. Y eso era bueno para la televisión.

A dónde llegó el dinero y quién se lo quedó una vez que llegó a África no estaba claro, y en los siguientes años muchas organizaciones de beneficencia con buenas intenciones a lo largo del continente han sido acusadas de otorgar inconscientemente donaciones a una red de grupos que han ayudado a financiar levantamientos sangrientos, genocidios y regímenes corruptos.

Madre e hijo en un campo de refugiados a las fuerzas de la base de Machar en Akobo, Sudán del Sur.

Pocos cuestionaron algo hasta que durante los conciertos del Live 8, en 2005, transmitidos en todo el mundo, cuando Bill O’Reilly de Fox News —de entre todas las personas— armó un escándalo por preguntarle a Bono sobre la probabilidad de que los fondos que estaba recaudando estuvieran llegando a las manos de quienes fomentan la guerra y de oficiales corruptos. El líder de U2 dio una entrevista inútil que fue seguida por un artículo en The Guardian. Luego, en 2010, la BBC —que había emitido el mismo reporte que inspiró a Geldof a crear Band Aid y Live Aid— suponía que una cantidad importante de las donaciones de ayuda humanitaria generadas por estas iniciativas fueron utilizadas para comprar armas y asesinar gente. Geldof se enfureció públicamente e intentó varias veces desacreditar los reportes de la BBC. Una vez que lo veías de cerca, el salvar a África implicaba problemas.

De todas formas, basado en las cuentas, a pesar de que Live Aid recaudó diez mil millones de dólares, nunca logó salvar al continente. Según el Wall Street Journal, por lo menos un billón de dólares en ayuda humanitaria relacionada con el desarrollo ha sido transferido de países ricos a África en los últimos 60 años, pero tampoco parece tener un gran impacto.

Una huella distintiva de la ingenuidad occidental fue la cobertura mediática de la muerte de Nelson Mandela, colocado en un pedestal como un ícono de paz y cambio positivo para el continente. La historia de su ascenso como un luchador social encarcelado a presidente canoso de Sudáfrica post-Apartheid, y finalmente, a un mito a la altura de Gandhi omitió algunos hechos. Por ejemplo, que Umkhonto we Sizwe (la Lanza de la Nación, MK) los freedom fighters anti-Apartheid, fueron conocidos por sujetar llantas llenas de combustible en los cuellos de los enemigos y prenderles fuego, pero hay que aclarar que ningún acto violento de este brazo armado del Congreso Nacional Africano se realizó mientras Mandela estuvo a su cabeza hasta su arresto, en 1962. A finales de 1985, la esposa de Mandela, Winnie, causó mucho daño al movimiento anti-Apartheid al decir: “Con nuestros cerillos y collares liberaremos a este país”. Pero la gente suele no mencionar esto cuando se platica de Nelson Mandela.

Cuando Mandela se retiró después de su primer periodo presidencial, se convirtió en una figura que probaba cómo África podía rescatar a África, pero ninguna otra explicación fue dada. Ahí es cuando entraron las fuerzas mayores. ¿Quién necesita a Bob Geldof o The Who cuando tienes a Clinton, Gates y Buffett dispuestos de pronto a mostrar que África puede funcionar igual que Estados Unidos, con sólo un poco más de desarrollo. Se enfocaron en lo básico: agua potable, combate contra la malaria, energía solar, educación, de todo. Prendías las noticias y ahí andaba un multimillonario o celebridad diciéndote cómo arreglar África.

De la noche a la mañana, Estados Unidos de repente ya tenía conocimiento de que había diamantes buenos y “diamantes de sangre”. Luego, mientras no se esperaba que alguien recordara el sinfín de grupos involucrados en las operaciones, sabías que nuestros smartphones requerían del uso de ciertos minerales encontrados en el Congo que fueron excavados bajo condiciones horribles, algunas veces por niños. Quizá algún día seremos responsables al momento de comprar un smartphone de la misma manera que un par de zapatos cuyas ventas están destinadas a alimentar a un niño en Uganda, o granos de café bajo un comercio justo que le brinda unos centavos extra a los campesinos. Quizá eso arreglará todo.

A principios del siglo, el 11 de septiembre y la invasión a Irak ayudaron a llamaron la atención de África. El terrorismo islámico, los explosivos improvisados y el Talibán desviaron la atención de Estados Unidos y Europa sobre cómo restaurar la situación en Oriente Medio y Asia Meridional. Y África permaneció como… pues África. El continente oscuro. Opaco. Inexplorado. Desconocido.

Luego, a principios de marzo del 2012, la gente joven surfeando en el internet empezó a ver un video amateur. Parecía estar hecho en casa, con un hombre que le habla a su hijo menor acerca de gente mala en África. La película Kony 2012 fue creada por un grupo de jóvenes cineastas religiosos en San Diego, que habían aparecido en The 700 Club hablando de Uganda y mostrando videos de niños que habían sido secuestrados. Esta cinta en particular brindó un resumen de la historia de las acciones horribles del líder del Ejército de Resistencia del Señor, Joseph Kony, que hasta ese entonces era un desconocido para el público. Él era noticia vieja en África; Kony había huido a Uganda seis años antes. El objetivo de la película era volverlo “famoso” para que fuera capturado. También fue uno de los eventos más grandes en la historia del internet, y ahora parece que casi todos entre la edad de 12 y 35 saben que había un hombre muy malo en África robando a niños y convirtiéndolos en niños soldado. Kony sigue prófugo, y nadie sabe realmente qué pasó con él. Pero sí saben que el cineasta del video fue grabado desnudo y gritándole a los carros que pasaban poco después de que su película fue revelada al público. En resumen, la atención del mundo occidental cambió de la violencia sin solución en Oriente Medio a algo más simple y noble: buscar a un hombre malvado en las junglas de África, de esta forma todo estará bien.

Para cuando murió Mandela y tuvo un funeral repleto de celebridades en diciembre de 2013, una vez más parecía que África podía ser salvada.