Collage de fotografías de las entrevistadas. De izquierda a derecha: Dina, Noene, Sevda.
Fotos cortesía de las entrevistados
Identidad

El horrible limbo de ser un 'extranjero' en tu propio país

Esta frase describe con mucha claridad el estatus legal de miles de personas.
LC
traducido por Laura Castro

Ser ciudadano o ciudadana del país donde vives es un privilegio invisible que muchos damos por sentado. La ciudadanía te garantiza derechos sociales y políticos, incluidos los derechos a residir en tu país, viajar fuera de él y volver cuantas veces quieras. En la mayoría de los países de la Unión Europea, te conviertes en ciudadano si uno de tus padres es ciudadano o si, aunque tus padres sean extranjeros, tú naciste ahí y cumples con algunas otras condiciones.

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Sin embargo, para los inmigrantes que llegan a Europa y no encajan en estas dos categorías, el único camino a seguir es la naturalización, un proceso que puede ser extremadamente costoso y complicado. Según el Índice de políticas de integración migrante de 2020, solo seis de los 27 estados miembros de la Unión Europea ofrecen oportunidades "ligeramente favorables" para que los migrantes se conviertan en ciudadanos, y solo uno de ellos, Suecia, tiene una política de naturalización "muy favorable". Debido a esto, miles de personas en toda Europa quedan desprotegidas y no se les considera completamente iguales ante la ley, incluso si han vivido en el mismo país durante décadas.

Dos destacados académicos especialistas en migración en Europa, Luuk van der Baaren y Maarten Vink, nos explicaron vía correo electrónico que es muy difícil estimar cuántas personas se encuentran atrapadas en esta zona gris de la burocracia. Las leyes de ciudadanía varían mucho de un país a otro y algunas situaciones pueden ser bastante específicas. Por ejemplo, en Italia hay hasta un millón de personas que no han podido obtener la ciudadanía, porque a los 18 años rebasaron el plazo de un año que les otorgan para completar la solicitud. En el Reino Unido, las organizaciones de la sociedad civil han señalado que el costo de la naturalización puede ser prohibitivo, ya que solo para postularse, sin ninguna garantía, se deben pagar alrededor de €1,500 (más de 1700 dólares).

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En 2007, en los Países Bajos se concedieron "indultos" a aproximadamente 10.000 refugiados, lo que les otorgaba el derecho a permanecer en el país de forma indefinida. Pero dos años más tarde, cuando se endurecieron las normas de nacionalidad, se les prohibió obtener un pasaporte holandés normal. Algunos de estos refugiados llevan 20 años en el país, pero cada vez que intentan contratar un seguro, planificar su futuro o viajar, el sistema les recuerda su situación jurídica desigual. En 2021, se les permitió convertirse en ciudadanos a unos 3.000 indultados que eran menores de edad antes de que cambiaran las leyes, pero el resto aún no sabe si alguna vez obtendrá un pasaporte holandés.

Hablamos con cuatro migrantes sobre cómo ha afectado sus vidas el haber crecido como extranjeros en el país al que llaman hogar.

Dina, 28

Dina - Woman with long brown wavy hair wearing a black top and a tan fur jacket.

Dina.

La mayoría de la gente ve a sus abuelos con regularidad, pero yo ni siquiera he conocido a mi familia de China. Después de vivir en los Países Bajos durante años, mi familia inmediata recibió permisos de residencia indefinidos, los cuales podíamos usar para solicitar un documento similar al pasaporte holandés normal, aunque de otro color, y así poder viajar.

Al principio estábamos muy felices; finalmente podríamos viajar libremente y ver a nuestra familia. Pero cuando fuimos a recogerlos, me encontré con una desagradable sorpresa. “Válido para todos los países, excepto China”, dice [este documento de viaje permite a los titulares viajar a cualquier lugar excepto a su país de origen]. Finalmente teníamos una especie de pasaporte, pero venía con este tipo de restricciones condescendientes. Literalmente, dice: "El titular del pasaporte no tiene la nacionalidad holandesa". Era una extranjera y me sentía como tal.

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En la escuela, otras personas tenían identificaciones para mostrarle al mundo quiénes eran, mientras que la mía principalmente señalaba quién no era yo. De adolescente lidié con una crisis de identidad; me preguntaba una y otra vez a dónde pertenecía. De hecho, nunca he sabido lo que es ser parte de un grupo o ser aceptada por completo. Puedo decirte una cosa: es una situación bastante solitaria.

Ahora, finalmente tengo un pasaporte holandés real y me siento agradecida, pero también decepcionada. Una de las primeras cosas que quería hacer era viajar a ver a mis abuelos con toda la familia. Lamentablemente, mis padres no podrán ir conmigo. Mi corazón se rompe al pensar en visitar a mis abuelos sin mis padres. Pero la salud de mis abuelos se ha deteriorado, así que no sabemos cuánto tiempo les quede de vida.

Noene, 24

Noene – woman with long brown hair and a black leather coat, smiling and standing in front of the sun in a field.

Trabajo como editora y, a principios de este año, estuve muy ocupada con un aspecto de la preparación de las elecciones parlamentarias holandesas. Siempre me ha interesado la política, así que estaba feliz de participar en una lluvia de ideas para lograr que la gente saliera a votar. En algún momento, un colega me preguntó por quién votaría y le dije que yo no tenía permitido votar. Fue entonces cuando me di cuenta: estaba tratando de alentar a los jóvenes a votar, pero mi propia voz nunca ha sido escuchada.

Mi familia es de Armenia. Desde muy pequeños, nuestras familias y la sociedad nos han enseñado a estar agradecidos de poder quedarnos a vivir en los Países Bajos. Y sí estamos increíblemente agradecidos, pero la gente realmente no conoce nuestras experiencias. Durante años, ni siquiera yo comprendí por completo la magnitud de la injusticia que he tenido que soportar.

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No tener pasaporte me hace sentir como una ciudadana de segunda clase. Mientras crecía, lo que siempre quise fue encajar, pero siempre sentí que jamás podría hacerlo. No tuve las mismas oportunidades que mis compañeros de clase o mis amigos.

Siempre he tenido que vivir mi vida dentro de los límites de mi realidad específica. Nunca me he atrevido a pensar en lo que haré una vez que finalmente reciba mi pasaporte. Supongo que tendré que acostumbrarme a tener más libertad. En general, lo que más me alegraría es no tener que llamar a las autoridades constantemente solo para verificar si puedo o no hacer alguna cosa.

Sevda, 33

Sevda - woman with long light brown hair, wearing a blue tulle skirt and a white shirt, standing in the middle of a white tulip field.

Sevda.

En 2016, fui de vacaciones a Turquía. Cuando llegué al aeropuerto de Estambul, hubo algunas miradas inquisitivas sobre mí durante la revisión de mi pasaporte. Les expliqué que tenía mi documento de viaje holandés y que el consulado turco en los Países Bajos había emitido una visa para mi viaje. El oficial miró a su colega y puso los ojos en blanco. Yo estaba mortificada, sentía como si todo el mundo me estuviera viendo.

Finalmente me dejaron pasar, pero al regreso tuve más problemas en el aeropuerto de Ámsterdam. Mi documento de viaje dice que no puedo viajar a Bosnia, mi país de origen. Yo era consciente de eso y nunca correría el riesgo de intentarlo. Aun así, los oficiales se mostraron desconfiados al respecto y tuve que demostrarles que no había intentado secretamente colarme a Bosnia.

Tenía nueve años cuando huí de Bosnia con mi padre y mi hermano menor. Nos concedieron un permiso de residencia indefinido cuando tenía 20 años. No fue sino hasta cinco años después que me di cuenta de lo extraña que era nuestra situación. Ya no soy una solicitante de asilo, tengo permitido quedarme, pero no puedo obtener la ciudadanía. La solicité, pero no fue aprobada. Me resultó difícil aceptarlo, fue como recibir una bofetada.

Quizás no debería sentirme optimista, pues no quiero decepcionarme otra vez; pero en el fondo realmente creo que las cosas saldrán bien.