Visitamos a una drag que solo se viste de mujer en su casa

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Bogotá

Visitamos a una drag que solo se viste de mujer en su casa

Juan Camilo viene de un pueblo con muchos prejuicios. Parte de ellos han servido para tomar su decisión de dejar la transformación para la intimidad.
Mateo Rueda
fotografías de Mateo Rueda

Cuando a un colombiano le hablan de drag queens probablemente piense en un travesti, en Laisa la de Los Reyes. Para los más enterados (que, pues, no), incluso puede aparecer la imagen de La Lupe, esa famosa transformista ibaguereña que tenía una peluquería en Chapinero. Pero lo que pocos saben es que este es un universo diverso, con múltiples facetas, que está en constante crecimiento mediático.

Mientras que en el país cualquier asomo de diversidad sexual es un tabú escandaloso, las plataformas internacionales cada vez le están dando mayor difusión al tema: las extravagantes participantes de Ru Paul's Drag Race se han hecho un lugar en el prime time de la televisión gringa: en el famoso show, las mejores drags de Estados Unidos compiten a través de pruebas de lip sync, modelaje y espectáculos de alta costura por 100.000 dólares. Pero esta idea del drag como un exuberante pasatiempo público o un grupo de personas gritonas que participan en galas coloridas es una faceta muy limitada del proceso. Hay drags que escapan a esa norma y no salen de sus cuartos.

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Como Juan Camilo, que es de quien vengo a hablar.

Juan lleva transformándose varios meses. Me dejó acompañarlo en su proceso mientras yo lo hastiaba con preguntas respecto al proceso y a su decisión de mantener la ropa de mujer puesta encima de él exclusivamente en su casa. El cuarto es diminuto, apenas unos metros cuadrados. Detalles femeninos decoraban estas pequeñas paredes: varios espejos, un busto para poner pelucas, peluches rosados y un pequeño closet que está a punto de reventar por la cantidad de ropa que ahí guarda. Me dice que lo primero que hará es limpiarse la cara. Procede. Saca seis cartucheras tamaño mediano, donde tiene todos sus productos.

En este busto mantiene su peluca predilecta / Todas las fotos son del autor. 

¿Por qué transformarse en mujer?
Yo desde pequeño me definía con los estereotipos femeninos, mis heroínas eran las de Sailor Moon, Buffy La Caza Vampiros, las Chicas Súper Poderosas y así. Ellas podían salvar el mundo y seguirse viendo glamorosas, eso me encantaba. En el colegio siempre me decían care-Barbie gracias a mis facciones, las cuales agradezco a la hora de dragearme: siempre me gustaron cosas diferentes, más rosadas.

Yo vengo de un pueblo y siempre estuve bajo la lupa del qué dirán. No podía ser quien yo quería por mi familia. Que tu papá es no sé quién, que tu mamá igual, qué irían a pensar en el pueblo donde supiera que yo era gay. Creo que esto es lo que más influye en que no haya salido a la calle como Drag, sin embargo, es algo que me libera. Toda la vida me ha gustado disfrazarme, Halloween es mi fiesta favorita: siempre quería disfrazarme de bruja o de princesa y era algo que los niños no podían hacer. Creo que el drag, más que disfrazarse, es una transformación completa, ser mujer por unas horas es empoderante.

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Exagerar los labios es algo común en el drag.

¿Cómo empezaste en el mundo drag?
Me gusta la transformación en general, en mi época adolescente hacía cosplay. En ese momento tenía problemas de piel y gracias a esto aprendí a maquillarme. En el mundo del cosplay no me sentía del todo a gusto. Yo como diseñador soy muy exigente con lo que me visto y cómo me veo: sentía que tenía que llevar mi transformación a otro nivel. De ahí pasé del Cosplay al Drag.

Empecé a experimentar y compré más cosas: pelucas largas y maquillaje. Me gustó mucho, cada vez me he vuelto más técnico, voy puliendo detalles y ya tengo una rutina de transformación más o menos clara. Aún no estoy en el nivel que me gustaría, en parte es por mi búsqueda del perfeccionismo. Quiero estar y quedar en un punto altísimo estéticamente. De pronto cuando llegue a ese punto, empiece a salir a la calle como mujer, no sé.

Lograr esconder las cejas es lo más difícil y requiere un ágil uso de pegante. 

¿Cuál el papel del drag en tu vida?
Como ilustrador, me gusta dibujar y expresarme en la piel. Para mí esa es una propuesta estética que va ligada al drag. Mis heroínas han cambiado. Pearl, Miss Fame y Violet Chachki (competidoras en el reality de Ru Paul's Drag Race) tienen una propuesta estética increíble. ¡La gente cree que, porque te pones peluca y te maquillas, ya quieres ser mujer completamente! Yo soy feliz como hombre. Para mí el hecho de transformarme es una puesta en escena, algo artístico y muy estético. Es una propuesta que muchas veces la gente malentiende o prefiere ignorar. Ser mujer es el mayor acto de poder y esto es lo que siento cuando me transformo. El drag es una expresión subversiva que permite que se den otras expresiones en la calle, en tu cuarto o donde sea.

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Juan guarda su ropa de mujer con extremo cuidado con cubre vestidos y separada especialmente para asegurar que siempre se mantenga perfecta.

Algunos drags deciden afeitarse por completo, otros no. Todo depende de la propuesta.

Aprender a caminar en inmensas plataformas ha sido lo que más le ha tomado tiempo a Juan.

¿Hay algo en específico a lo que le temes si salieras a la calle como drag?
Este tipo de expresiones me han generado un poco de reserva frente al tema de las citas. Los hombres gays son más machistas de lo que uno imaginaría. Si te gusta el rosado o ven fotos tuyas en drag, te pueden rechazar. La relación de la gente con los drags está cambiando lentamente, están cada vez más en el foco de la farándula y Ru Paul's Drag Race ha creado una imagen de divas en estos hombres vestidos de mujer. Sin embargo, en persona sucede otra cosa, a veces las personas pasan de admirar a las drags del show a verte y juzgar en persona lo mismo que ven y admiran en televisión. Soy feliz transformándome en mi cuarto, para mí solo, con mi propuesta estética que busco pulir cada vez más y que por primera vez muestro al público.

¿Cuál es la barrera más grande para no salir del cuarto, si es que existe una?
Yo creo que la barrera más grande es no tener un grupo, enfrentar al mundo solo es duro. Cuando sales en grupo tienes más confianza de salir como drag. Pienso que también hacen falta espacios: nosotras podemos ser las reinas de la noche sin tener que estar en un bar gay. La escena drag se mantiene todavía muy underground en Bogotá y es algo que debemos cambiar.

Ser drag no lo hace menos hombre, siga a Juan en Instagram por acá.
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