“Quizás a las personas que nos siguen les vayan a incomodar algunos temas. Si estás esperando la segunda parte del Nonato Coo, probablemente no te va a gustar de buenas a primeras, porque suena diferente”. José Mazurett y Simón Campusano lucen bastante similares que hace tres años, cuando lanzaron un aplaudido disco debut que pasará a la historia musical chilena como un pequeño tesoro de la periferia capitalina, ese que en nueve canciones logró levantar peregrinajes e himnos.
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Más de mil días han pasado desde ese hito. Ellos no han cambiado tanto, pero sus sonidos sí. Ahora, un poco más maduros y confiados, estrenan hoy en exclusiva por Noisey la segunda placa, uno de los grandes desafíos de cualquier carrera musical. Si Nonato Coo presentó canciones simples y resueltas, Lance es el polo opuesto. “Estamos más grandes como músicos. Esto no es tan al grano como el disco pasado, no es tan oreja. Es la respuesta a las cosas que vivimos, al hype en el que nos desenvolvimos siendo personas a las que, por supuesto, les faltaba mucha experiencia”, cuenta Pepe, baterista y responsable de la cadencia característica del quinteto.Dicen que fue intimidante tener tantas fichas puestas en ellos, pero de manera superficial. En la intimidad de sus ensayos la historia no sabía de seguidores, coros de estadio ni prensa. En esa complicidad juvenil de los primeros veintes es que se gestó la sanación que significa Lance: sanarse del susto que significa enfermarse, los primeros dolores de espalda, la fatiga de acostarse tarde, la desilusión personal tras fallarle a alguien más.
“Nonato Coo era para adentro, pero con intenciones de aterrizar sentimientos o emociones para que no quedara todo tan etéreo. Ahora las cosas que pasan por mi cabeza -y por la de toda la banda- son distintas. Es un disco de letras directas y otras abstractas porque la pena es algo difícil de tratar”, comenta Campusano confirmando lo obvio: le inquieta un poco la apertura de relato que plasmó en este trabajo.
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Tres cosas le dan vida a la Lance, tres tríos de canciones que terminan armando la historia cronológica.1) El cansancio físico y mental. “La primera frase del disco habla de un dolor de espalda y es algo que me pasa siempre. Ahora mismo me duele la espalda, todos los días me duele la espalda. Estoy tratando de hacerme cargo de cosas que vengo pateando; se trata de hacerme cargo de mis dolencias. Quiero descansar durmiendo, quiero dormir más”.2) La felicidad superficial, esas cosas no tan alegres que suenan lúdicas. “La mala relación con los pitos, la primera canción de amor, el atrape, el entusiasmo. Se da vuelta en esta bipolaridad de estar arriba para caer”.3) La pena. Si estás esperando un segundo Nonato Coo, buena suerte te manda Pepe, porque en lugar de samba y anécdotas de andar en micro por horas, vas a chocar con fantasmas y nostalgia, tópicos que Chile conoce al revés y al derecho.
Se abre la temporada de experimentación para los Niños del Cerro, que aprovecharon cada encuentro veraniego para ir más allá de la canción resuelta de buenas a primeras con letra cute. "Estamos yendo más al Yo La Tengo que al Sonic Youth, y eso para nosotros es muy estimulante", remata Pepe, y estamos de acuerdo. Listos para recibir la primavera y su nostalgia, en la espera de ese suceso importante que viene a quebrar nuestra obra dramática llamada juventud.Descarga Lance aquí y lee abajo la historia detrás de cada una de las canciones.
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"Sufre"
"Contigo"
"Flores, labios, dedos"
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La letra toma el pretexto de una relación amorosa para hablar realmente sobre la relación de Simón con la marihuana, y la ansiedad que ésta le genera: la odisea que se torna navegar por conversaciones cuando se está sumergido entre la angustia y la excitación”La sensación de no saber cuánto se ha dormido, 10 o 12 horas; tampoco saber si es por placer o si pasa algo. Pero, si duermo menos, sólo quiero volver a la cama y siento que no está bien. Desde ahí este tema se relaciona con mi propia cotidianidad. Es quizás la canción que coquetea más abiertamente con lo andino, desde la percusión hasta sus melodías, la mayoría pentatónicas, que remiten inmediatamente, al menos para nosotros, hacia aquella tradición. Decidimos invitar a Chini Ayarza porque buscábamos una voz femenina potente, tal como su postura en el escenario. Mucho de la riqueza del tema recae en los juegos de muestras vocales manipuladas que aparecen hacia el final de la canción. Cuando tuvimos la posibilidad de comprobar en la sala de ensayo cómo estas muestras se conjugaban con el sonido que ya generaba la banda, la sensación general de todos era similar a alcanzar la meta de dar con este paisaje sonoro que cohesiona sueño y muerte.Cuando llegó este tema a la sala de ensayo tenía una armonía muy cerrada, que fijaba raíces en una exploración de la guitarra latinoamericana. Ahora parece obvio que la rítmica se resolviera bajo este mismo concepto, pero en ese entonces no lo teníamos tan claro; nos obligó a darnos una vuelta larga pero entretenida para llegar al resultado final. La respuesta siempre estuvo en lo andino. Algo similar ocurre con la letra que transitó inconclusa por varias manos hasta llegar a Martina Lluvias, quien la completó junto con Simón. Así terminaron por definir el carácter de la canción, que en su melodía deambula entre el unísono, la armonía y el diálogo.Con el pretexto de hacer una canción pop nos encaminamos a lo más ambicioso que hemos hecho. Un largo pasaje de ruido que puede ser interpretado como le plazca al escucha, una decisión tomada con el ánimo de desafiar al oyente y por consecuencia, a nosotros mismos: es un tema que nos demanda energía y concentración, por eso mismo resulta muy entretenido de tocar.Con el paso del tiempo hemos ido interiorizando las muchas dinámicas y dimensiones dentro del ruido, y cada vez lo entendemos un poco más y su resultado se vuelve más placentero para todos. Más allá de esta sección el tema muta. Diego, quien viene de la electrónica, dispara un loop de piano, cambiando con ello la progresión de acordes, abriéndonos de lleno al primer gran solo de guitarra del disco, que bebe fuertemente del trabajo de Gato Alquinta, así como con algunos tropiezos de Yo La Tengo.
"El sueño pesa"
"Las distancias"
"Lance"
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