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La muerte del belly dancing corre a cargo de los conservadores de Egipto

Los aliados salifistas ultraconservadores segregaron las playas, prohibieron bikinis y el ballet.

En el Club Scherezade en el centro de El Cairo, cinco clientes y una decena de trabajadores están sentados observando a una belly dancer bailar sobre el escenario, en su tiempo este club fue de prestigio ahora sólo es un cuarto demacrado con la paredes despintadas y candelabros baratos. La vibra del lugar es triste y rara. Cuando uno de los clientes aventó al aire libras egipcias, el dueño del club se tiró al suelo por ellas. Cuando uno de los clientes le ponía un billete a la bailarina, ella se lo entregaba a su padrote.

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Ya no hay glamour ni elegancia en este lugar, sólo una mujer cansada y deprimida.

Los tres últimos años han sido difíciles para la mayoría de los que trabajan en la industria del entretenimiento en El Cairo. El cambio constante en Egipto desde la revolución en enero de 2011 ha erradicado el turismo en la capital, la economía ha salido afectada.

Pero para las belly dancers —practicantes de la tradición egipcia más antigua— la presidencia de Mohamed Morsi fue una gran amenaza.

“Ellos nos quitaron nuestro país”, gritó madame Raqia, la coreógrafa de belly dance más famosa de Egipto.

“Terminaron con nuestro arte y ahora buscan acabar con lo que mas amamos,” dijo desde su pequeño apartamento escondido detrás de la embajada iraní. Un grupo de bailarinas junto a ella accedieron a su comentario.

Durante el régimen conservador de Morsi, los tres canales de televisión de belly dancing fueron prohibidos, incluyendo El Tet, que fue acusado de fomentar prostitución y promover el uso de Viagra y agencias de escort.

Los aliados salifistas ultraconservadores segregaron las playas, prohibieron bikinis y el ballet. Eso está “prohibido en Islam”, dijo un miembro del parlamento a un periódico del gobierno. Belly dancing tenía un periodo de tiempo especifico para vivir.

“Si el ballet no está bien, ¿entonces que pensarán de nosotras?” dijo la belly dancer escocés Lorna Gow, que se hace llamar Belly Lorna. Ella es una de las extranjeras que se mudó a Egipto y desarrolló una fascinación por el baile tradicional.

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Mucho antes que entrara la Hermandad Musulmana a la escena política, el futuro del belly dancing era incierto.

“En Egipto no lo ven como un trabajo digno. Para ellos es denigrante. Ellas lo hacen por las mismas razones que las mujeres en Estados Unidos deciden optar por la prostitución”, dijo Luna (su nombre real es Diana Esposito), una bailarina estadounidense y egresada de Harvard, originalmente se mudó a El Cairo para escribir un libro.

Las chicas egipcias dominan la escena del baile en El Cairo, pero una cantidad de bailarinas rusas y brasileñas han aumentado la competencia.

Cruzando el Río Nilo se encuentra Giza. Está más alumbrada, hay más vida y los clientes en los casinos y clubes son más ricos, pero hay un sentimiento de infelicidad en la ciudad.

El narcotráfico va en aumentó y la venta de drogas ha crecido. Me confiaron unas bailarinas que algunas de ellas  recurren a las drogas para poder realizar los exhaustos horarios de baile. Algunas bailarinas pasaban y me daban su tarjeta de presentación sellada con un beso, insinuando que la prostitución también ha penetrado la industria.

No importan qué tan ricos sean los clientes, pocas mujeres egipcias pueden escapar las adversidades del país. “Te bañan de dinero y regalos, pero nunca te llevaran a casa a conocer a su madre,” dijo Luna.

Ambas, Luna y Lorna, han sido desalojadas de sus departamentos por renteros que temían de sus reputaciones por rentarle a belly dancers. El rentero de Luna le dijo que él era un “hombre de Dios” al momento de correrla del edificio.

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Luna baila en ropa más conservadora para cumplir con el estricto control de la policía.

El acoso sexual en el país, convierte a Egipto en el peor lugar para las mujeres, según un reciente estudio de Thomson Reuters Foundation. Sin embargo, los problemas no solo lo enfrentan las mujeres; los hombres tienen totalmente prohibido incursionar en el baile.

Tito Seif es una estrella del mundo underground del baile de los hombres. A diferencia de su competencia, él usa pelucas y maquillaje como drags queen y viste una túnica tradicional —Galabeya—. Pero eso es considerado demasiado para muchos, en una ocasión fue echado de una fiesta porque el público lo encontró ofensivo.

La familia de Tito aceptó su carrera, pero él mismo rechaza la idea de que su hija se convierta en bailarina. “No, no, no”, me dijo cuando nos vimos en un bar. “En Egipto, los hombres ven de manera diferente”.

Hace dos semanas la policía entró a una fiesta en una ciudad de El Cairo y varios hombres fueron detenidos, incluyendo un maestro de belly dancing. Fueron acusados de “comportamiento poco masculino” (parte del parámetro homosexual de Egipto). Días después, durante la audiencia en la corte, la ropa de los bailarines fue exhibida como prueba de libertinaje.

Las bailarinas femeninas tampoco están a salvo de la policía. Los policías vigilan varios bares para aplicar el estricto código de vestimenta. Hombros descubiertos, escotes y faldas cortas son prohibidos y muchas bailarinas me contaron que corrían al clóset y cambiaban de atuendo al momento que entraba la policía.

Pero ahora, con poca posibilidad de que la Hermandad Musulmana llegue a poder, belly dancers tienen la esperanza de volver a la normalidad. Madame Raqia se ve optimista.

“Era muy infeliz antes, pero ahora que esta gente se fue, ¿qué puede pasar?”