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Estos países caribeños quieren deshacerse de su basura oceánica

Nadie dijo que las alternativas a los envases de plástico fueran tan sencillas de abrazar. Algunas son muy caras por los impuestos con que se grava a los productos biodegradables, mientras que otras tardan demasiado tiempo en biodegradarse.
Imagen por Bullit Marquez/AP
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Los países del Caribe están hartos de tener que lidiar con las ingentes cantidades de plástico que infestan sus playas de arena blanca. Es por ello que ahora se han situado a la cabeza de la vanguardia internacional en sus intentos por eliminar la plaga de vertidos.

La República Cooperativa de Guyana prohibirá los productos elaborados con poliestireno extruido a partir del próximo 1 de abril. Igualmente, la isla de Dominica también está trabajando en prohibir el tóxico producto este año. Por su parte, las islas de Antigua y Barbuda prevén deshacerse de las bolsas de plástico a partir de julio.

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"Estamos trabajando en un programa paulatino", proclamó el ministro de Salud de Antigua y Barbuda, Molowyn Joseph, a la emisora teleSUR. "Queremos limpiar nuestro medioambiente. Y queremos alentar a la gente a que utilice materiales biodegradables para almacenar sus productos y a que utilice recipientes que no sean plásticos para la comida y la bebida".

Se trata de una iniciativa pequeña en términos relativos — solo afecta a la población de tres estados insulares de un archipiélago donde hay casi un total de 900.000 islas — pero esta podría ayuda a detener los 8 millones de toneladas de plástico que se estima que son arrojadas al océano anualmente, tal y como anuncia un informe reciente elaborado por la fundación Ellen MacArthur. El plástico no se descompone rápidamente precisamente — el poliestireno extruido puede tardar más de 500 años en deshacerse —, lo cual significa que alrededor de 150 millones de toneladas del tóxico plástico siguen flotando en nuestros océanos, concluye el informe.

"El poliestireno extruido parece haberse abalanzado contra el cuello del medioambiente con la clara intención de estrangularlo. Y sucede que el medioambiente vez tiene más dificultades para respirar, y sus gritos se van ahogando más y más a cada día que pasa", concluía un comunicado de la Autoridad Medioambiental guayanesa publicado en enero.

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Los expertos han elogiado los esfuerzos acometidos por los estados de las islas, a la vez que les han advertido que no se tiren de cabeza a la prohibición de los plásticos sin antes considerar adecuadamente todos los conflictos que entrañará hacerlo.

"Cada vez que reducimos el vertido de un invitado medioambiental no deseado estamos haciendo lo correcto", explica Chirstopher Reddy, un químico marino que trabaja para el Instituto Oceanográfico de Woods Hole. "Sin embargo, es necesario equilibrar tales medidas con alternativas — tanto si lo son como si no — y sopesar hasta qué punto emprender tales iniciativas contribuirá a cambiar algo o si no lo hará".

Reddy se ha mostrado especialmente escéptico con el intento de la Guyana de introducir materiales biodegradables para deshacerse así del poliestireno extruido. Entre las alternativas planteadas se encontraría el papel de bagazo, un material elaborado con fibra de caña de azúcar. Sucede que lleva décadas descomponer según qué materiales biodegradables. O incluso, que algunos solo se descomponen bajo según qué circunstancias, como cuando están sometidos a elevadas temperaturas, ha explicado.

"Existe una diferencia sobre si puede biodegradarse o sobre si se biodegradará", cuenta Reddy. "Y la diferencia es abismal".

Al mismo tiempo, ha reconocido que los países caribeños están haciendo lo correcto cuando se deciden a recortar el plástico los flujos residuales de sus economías.

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"Ciertamente la idea de reducir su uso es una buena idea", cuenta Reddy. "Se trata de islas que necesitan tener playas limpias".

Sin embargo, lo que no queda claro es hasta qué punto los gobiernos caribeños disponen de los recursos necesarios para llevar a cabo esas prohibiciones.

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Los líderes haitianos, un país donde el estado ejerce su autoridad de manera precaria, aprobaron la prohibición de los plásticos hasta en dos ocasiones distintas hace varios años. Sin embargo, todavía tienen que hacer algo respecto a los vertidos de plástico que anegan su castigado litoral. "La basura — ya sea orgánica, plástica o de materiales de la construcción, todo de hecho — se acumula en las cunetas de las carreteras", ha escrito la activista Barbara Rhine en la publicación Counterpunch después de visitar Haití. "Es imposible gestionar los deshechos de ninguna manera saludable — tengo la sensación de que Haití es un país que carece de un gobierno efectivo".

Guyana impuso su prohibición el pasado 1 de enero. Sin embargo, la oposición de restaurantes, importadores y de distintos empresarios, persuadió al gobierno para que pospusiera la prohibición hasta abril con el pretexto de que entonces habrán finiquitado sus existencias de contenedores de plástico. El país está considerando rebajar las tarifas de los materiales que los negocios decidan importar en lugar del poliestireno extruido, para así abaratar los costes.

Los restauradores de Guyana han denunciado que las alternativas biodegradables son más caras debido al impuesto que el gobierno grava sobre las mismas. El colectivo ha expresado su voluntad de apoyar la prohibición, pero asegura que no lo hará si ello entraña cualquier riesgo para su negocio.

"¿Y se puede saber qué piensa ofrecernos el gobierno a cambio"?, se pregunta el propietario de un colmado en Georgetown, la capital de Guyana al periódico local Guyana Chronicle. "Si vas a quitarle algo a la gente, tienes que ser capaz de ofrecerles algo a cambio. Y yo tengo muy claro que aquí, la solución, debería de consistir en algún tipo de exención fiscal".

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