La ciudad de Santa Teresa, Sonora, es el escenario principal de la novela póstuma de Roberto Bolaño (Anagrama, 2004), sin embargo, esta ciudad no aparece en los mapas oficiales de México. Es bien sabido que esta ciudad ficticia está basada en Ciudad Juárez, Chihuahua, un lugar donde mujeres (y hombres) son asesinados todos los días sin ningún reparo de justicia. Una ciudad que mientras Bolaño escribía su última novela, aparecía en las noticias de todo el mundo por las historias de feminicidios, historias que terminaron apareciendo en el capítulo de 2666 “La parte de los crímenes”.
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Pero se podría decir que Santa Teresa hoy también es Torreón, Nuevo Laredo, Reynosa y otras ciudades cuyas fronteras geográficas son las puertas que reciben una violencia tan atroz que a veces parece milagrosa.No hay tal lugar, es un proyecto, aún en desarrollo, de la fotógrafa Eunice Adorno en el que, en vez de documentar directamente la violencia causada por la guerra contra el narco que ha devastado el Norte, busca presentar un mapeo que reorganiza los restos de dichos lugares y los transforma en una sola ciudad, una ciudad mitológica que parte de las ruinas y establece sus propios códigos de supervivencia.En este ejercicio decidimos empatar algunas descripciones de la ciudad de Santa Teresa, imaginada por Bolaño en 2666 con algunas fotografías de Eunice Adorno, nada más para comprobar que esa ciudad se sigue escribiendo sola.