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Fui a un bar de mamadas en Bangkok

Mientras caminas hacia el Dr. BJ's, te encuentras con 14 carteles de neón idénticos que te ciegan los ojos. El interior es de un blanco prístino, con una luz inclemente y su aspecto recuerda al de una clínica, el lugar perfecto para que te la mamen.

Cuatro “especialistas” de Dr. BJ’s Salon, en Bangkok. Todas las fotos por KT Watson

Bangkok es uno de los más profundos abismos de pecado del mundo, un lugar prohibido en el que puedes llevar a cabo prácticamente cualquier perversión, acompañada con drogas y bebida. Existe un sinfín de salones de masaje, burdeles y servicios de llamadas para satisfacer la ingente demanda del sector del turismo sexual. Y la pregunta es: ¿cómo puede un emprendedor destacar en un mercado tan saturado?

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El primer paso es dejarse aconsejar por expertos en branding: sé todo lo explícito y memorable que puedas. Esa es la mentalidad subyacente de Dr. BJ’s Salon, el bar de mamadas más popular de Bangkok.

El lugar es visible desde la estación de Skytrain de Nana, unos metros más arriba de el centro comercial más pijos de la ciudad. Nuestro bar de mamadas no pasa desapercibido, ya que mientras caminas hacia el local, te encuentras con 14 carteles de neón idénticos que te ciegan los ojos. El interior es de un blanco prístino, con una luz inclemente y su aspecto recuerda al de una clínica.

Solo tuve que mostrarle a mi amigo Jared (no es su verdadero nombre), un chico estadounidense de 27 años residente en Bangkok, el exterior del negocio para convencerle de que probara una de esas mamadas profesionales. Y lo hizo. Dos veces.

“La primera vez que fui a Bangkok”, me contó, “vi los carteles del Dr. BJ’s Salon y pensé, ¿estoy leyendo lo que creo que leo o soy un pervertido? Porque la verdad es que parece una clínica. Cuando llegué a casa me metí en su página web y flipé cuando vi que era verdad”, explicó.

Sentía curiosidad, así que le pedí a Jared que me llevara de visita. El Dr. BJ fue tan amable que nos dejó hacer unas cuantas fotos e incluso nos concedió una entrevista para hablar de sus estrategias empresariales.

El dueño del local, un británico que prefiere ocultar su identidad bajo el pseudónimo de “Dr. BJ”, se ha dedicado a la venta de equipos de música y tiene mano para el marketing. Postula que todas las empresas deberían informar con claridad de los servicios que ofrecen. ¿Por qué iba a ser distinto con el mercado del sexo?

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“Creo que el nombre transmite con claridad nuestra actividad”, me dijo recientemente en una de mis visitas al salón. “Es fácil de recordar y el logo se ve muy bien. Cuando empecé en el negocio del sexo, no entendía por qué nadie había intentado destacar por encima de los demás. ¿Por qué nadie había tomado nota de los verdaderos expertos? Nosotros tomamos ejemplo de McDonald’s y KFC. Allá donde mires siempre ves al payaso Ronald o al Coronel, ¿no? Pues nosotros también queríamos eso. El Dr. BJ es el Ronald McDonald de la industria del sexo.”

A continuación, el Dr. BJ me habló sobre la fundación de tan peculiar empresa. “Durante la planificación del negocio, pensé que mi público debían ser turistas que quisieran reírse un rato. Intentamos crear un sitio divertido. Resulta que más de la mitad de nuestros clientes son personas no tailandesas residentes en Bangkok, sobre todo coreanos y japoneses”, aseguró.

El Dr. BJ se plantea el negocio con sentido del humor. En su página web, la empresa enumera los lugares en los que en breve abrirán sus puertas más locales, como la Ciudad del Vaticano, Kabul y Teherán. Son muchas las personas que no captan el chiste y les envían emails preguntándoles si es cierto que van a abrir en esos sitios.

Al entrar en el salón, encontramos un mostrador, no muy distinto al que se podría ver en la consulta del médico, y una sencilla lista de los servicios ofrecidos y los precios. Las chicas que hacen las mamadas están divididas según su nivel de habilidad: enfermeras y asesoras. Las enfermeras visten de blanco, mientras que las especialistas, expertas en el arte de la mamada, visten de riguroso negro. Los precios oscilan entre los 700 bahts (unos 16 €) por una felación de 30 minutos con una enfermera, hasta los 1.000 bahts (poco más de 23 €) por el mismo tiempo de felación realizada por una especialista. La tarifa asciende a 5.000 bahts (117 €) por irse una noche entera con una especialista.

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Desde un piso elevado que da al salón, las chicas se muestran al cliente para que elija. “Me recordó a los buitres volando en círculos sobre su presa o a un grupo de cuervos posados en un cable. “Tira un poco para atrás tener a 20 chicas mirándote”, dijo Jared mientras entrábamos.

Muchos de los perfiles de las chicas en la página web incluyen fotos, valoraciones y comentarios, entre los que hay algunos sorprendentemente francos del propio dueño, como este: “Es muy popular, aunque no tengo ni idea de por qué. El cliente entra en la habitación, sale, paga, se marcha y luego vuelve nuevamente por la misma chica. Debo averiguar por qué, ya que no es una de las chicas más guapas.”

“Las dos veces escogí a la misma chica porque tenía las mejores valoraciones en internet”, aseguró Jared. “La última vez que vine fue hace unas semanas. Había salido con los amigos y estaba borracho y hasta arriba de M-150 (una bebida energética tailandesa muy apreciada entre los conductores de mototaxis). Empecé a pensar, Podría escaparme un momento y estar de vuelta sin que nadie se entere. Me sentía muy impulsivo y frustrado sexualmente. Necesitaba un desahogo.”

El sitio está pensado para que te sientas cómodo. Las chicas no están fuera, intentando atraer clientes, como ocurre en la mayoría de los sitios de la zona. El del Dr. BJ Salon está en Soi 7/1, una calle repleta de los típicos salones de masaje con final feliz. Sin embargo, el nombre y la estética de este establecimiento son una garantía de que nadie entrará pidiendo que le hagan un masaje de pies o de cuello. Mientras que los otros negocios son como un suspiro metafórico al oído del cliente, el Dr. BJ’s Salon grita a los cuatro vientos: “¡Oye, mira! ¡Nos metemos tu polla en la boca por dinero!”.

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“Una vez hube pagado”, me explicó Jared, “subimos al tercer piso. Las habitaciones están todas alineadas, unas pegadas a otras, en un pasillo con una luz tenue. Es un poco escalofriante y a la vez te sientes como si fuera un parque de atracciones. Las chicas llevan cestas de plástico con enjuague bucal, condones, lubricante y otras cosas. Las habitaciones tienen un sillón reclinable de piel de color negro, un taburete y una pila como las que hay en las peluquerías. Te puedes imaginar para qué sirve”. Si has pensado que era para lavarse la polla, has acertado. “Van a hacerte una mamada, así que hay que lavarla”, me explicó. “Después de que te hayan lavado, extienden una toalla en el sillón ya que. Obviamente, otros se han sentado antes que tú”.

Le pregunté a Jared si la chica lo hizo bien, si fue como la mamada que te haría una tía de instituto o si fue más bien una experiencia de lujo. Me contó más detalles de los que esperaba oír: “Hubo mucha variedad en la mamada. Empezó por la punta, ayudándose con las manos. Luego empezó a jugar con el glande mientras me besaba el resto. La verdad es que lo hacía muy bien e incluso me la chupó hasta el fondo. Me dejó impresionado.”

“Tenía miedo de correrme demasiado pronto”, me confesó, “pero ya estaba a punto de cumplirse la media hora y ella se estaba preocupando por que no me corriera. Al principio estaba vestida, pero cuando vio que parecía que no iba a acabar la faena, se quitó la parte de arriba y me dejó tocarla, pero sin pajas cubanas ni nada de eso. Creo que para eso tienes que pagar otros 1.000 bahts. Me corrí encima de mí. No quieren que te corras en su pelo, la cara o el vestido, porque hacen muchas felaciones cada noche. Cuando has acabado, se quedan contigo unos 30 segundos o un minuto. Luego cogen el enjuague bucal, se limpian, te limpian a ti y se van de vuelta con las chicas”.

Continuó contándome la historia con pelos y señales. “La experiencia fue extraña y surrealista, un poco sucia. Me sentía sucio, pero de una forma desagradable. Nadie me la había chupado hasta el fondo antes, eso fue increíble. Pero a pesar de lo que me gustó, me habría gustado más si hubiera sido con alguien que me importa. No creo que vuelva a ir, pero ha sido una buena experiencia. Ese sitio tiene algo que resulta muy interesante. Tiene un matiz anecdótico curioso. Hay una diferencia entre decir, Una puta me ha hecho una mamada y decir, Fui a un sitio que se llama Dr. BJ’s y una tía vestida de enfermera me hizo una mamada”.

Lo que tú digas, Jared.