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En medio de una decena de edificios desvencijados, donde comen, estudian y duermen alrededor de 500 jóvenes, en un rincón de la destartalada cancha de baloncesto al aire libre, hay 43 sillas de color naranja, perfectamente alineadas. En cada silla hay una fotografía, acompañada de frases conmovedoras, flores naranjas y ofrendas. Cuentan un trágica historia.
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