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El regreso de la sotaniza

Con la creación de la Comisión Ordinaria de la Familia y Desarrollo Humano, la iglesia ha dado los primeros pasos para que regresemos a los tiempos decimonónicos de la política mexicana.

José María Martínez.

El 8 de septiembre de 1968 es una fecha que no forma parte de nuestro santoral laico. Opacado por el sacrosanto 2 de octubre de ese año pocos, o más bien nadie, recuerdan que ese día se levantó en armas, es un decir, la reacción mexicana. La derecha más conservadora y rancia que existe en nuestro país salió a las calles para defender a la patria. A su patria.

Unos días antes de esa fecha se llevó a cabo una de las históricas manifestaciones del movimiento estudiantil. Fue de las primeras veces que se efectuó un plantón en el Zócalo. Ahí, los estudiantes emplazaron a Gustavo Díaz Ordaz a que les diera una respuesta. El mitin terminó cuando los soldados con sus buenos modales de costumbre salieron a disolverlo. Al otro día amaneció en el asta bandera un trapo rojinegro. Los jóvenes dijeron que ellos no lo habían puesto y el gobierno dijo que era una provocación.

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El 8 de septiembre de 1968 un grito llenó la Arena México. “San Baltazar contra los traidores”. Cuenta Carlos Monsiváis que los jóvenes bien portados, los que sí querían clases y no andaban de revoltosos, agrupados en el MURO, siniestra organización persignada: el Movimiento Universitario de Renovadora Orientación, organizaron un acto de desagravio a la bandera y de paso a todas nuestras sagradas instituciones.

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“¡Vivan los granaderos! ¡Viva México! ¡Viva la Virgen de Guadalupe!", fueron las proclamas de estos muristas. Se leían en varias pancartas frases como éstas: "Cristo Rey, tú reinarás / San Baltazar contra los traidores / Dios, Patria, Familia, Libertad".

Tranquilos, sin exaltar a la violencia, como nunca lo ha hecho la iglesia ni sus seguidores, se pronunciaron en contra de los estudiantes revolucionarios. Alonso Aguerrebere (del MURO), desde el micrófono, estimulaba esas manifestaciones: "¡Queremos Ches muertos!", gritaba y la multitud respondía: "¡Queremos Ches muertos! ¡Mueran todos los guerrilleros apátridas!", volvían a gritar y la multitud respondió exaltada: "¡Mueran!"

Pues San Baltazar, lanza en ristre, ha vuelto por sus fueros, los fueros de la iglesia. Primero con la instalación en el Senado de la Comisión Ordinaria de la Familia y Desarrollo Humano cuya función, según palabras del panista José María Martínez, será defender, fortalecer y trabajar por la familia que nos significa a todos los mexicanos. La familia desde ese concepto de los lazos naturales que han predominado a lo largo de la historia y ha resistido embates de modas y tendencias”.

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Es decir, la familia normal, de padre hombre, madre mujer que parece mujer e hijitos obedientes. Nada de esas modas de familias homosexuales, que seguro pensó alguien que no es mexicano ni guadalupano ni cristiano.

En declaraciones a la prensa el abanderado de las buenas costumbres y defensor de la familia en peligro, además de presidente de la citada comisión, Martínez dijo que no queremos el aborto. Queremos trabajar en función exactamente de la vida”, declaración que fue defendida por el coordinador de los senadores de la bragueta persignada, Jorge Luis Preciado.

El PAN da un paso adelante, no sólo como defensor de la santidad de la familia, para evitar que tengamos malos pensamientos, sino que es el primer partido en emplear la telepatía para legislar. Dice el ínclito Martínez: “Indudablemente sí es ir en contra del aborto, porque estamos a favor de la vida y no compartimos con quienes han trabajado en este momento en favor del aborto. Somos los primeros obligados, somos los representantes de la sociedad, nos debemos exactamente a quienes nos dieron el voto, que seguramente piensan igual que nosotros”.

Aleluya por la unanimidad de pensamiento. Seguramente pensamos como ellos, como los panistas, y si no que nos quemen en leña verde. La comisión está integrada por senadores de PRI, PAN, PRD, PT y PVEM. Es decir, hubo consenso para crearla. Ahora cada quién se deslinda de José María Martínez y dice que no están de acuerdo con su discurso reaccionario. Incluso la destacada senadora Ninfa Salinas, cuyo mérito es ser hija de su apá, Salinas Pliego, renunció a la comisión, no por cuestiones ideológicas, sino porque tiene mucho trabajo. Aunque el PRD se puso enérgico y ya dijo que va a vigilar a la comisión.

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El segundo embate de la sotaniza vino poco después. El 18 de julio los señores diputados, tan trabajadores ellos, aprobaron una serie de cambios en la recién creada Ley General en Materia de Delitos Electorales. Es decir, aún no se aplica, pero ya se dieron cuenta de que está llena de errores.

Una de las correcciones que hicieron fue quitar una palabrita como delito electoral. Se multará con cien a quinientos días de salario mínimo a los ministros de culto religioso que “presionen el sentido del voto o induzcan expresamente al electorado a votar o abstenerse de votar por un candidato, partido político o coalición”.

Hasta ahí suena bien, pero los señores diputados, al menos los 420 que votaron a favor de estos cambios, quitaron la palabra orientar. Es decir, un ministro, cura o gurú no podrá llevar de la mano a un elector descarriado. Pero sí podrá “orientar” el voto de su feligresía. No se vaya a equivocar y vote por esas opciones que ni del señor son.

Dejar a los ministros de culto, y más específicamente a los curas católicos, la interpretación al sentido del término orientar es dejar libre una fiera en un campo de corderos.

Basta leer algunos de los editoriales del arzobispado para ver el tamaño de esta aberración aprobada por todos los partidos, entre ellos los fieros comecuras de la izquierda.

A la iglesia le gusta recordar que los mexicanos son católicos desde siempre, aunque antes se adoraran a los ídolos mexicas y de diversas culturas ya eran católicos, aunque no lo supieran. Y como son católicos desde el mismo origen de la creación eso es más importante que cualquier partidillo político que apenas tendrá 80 años cuando la iglesia tiene miles.

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Jorge Serrano Limón, líder de Provida. 

Estamos al borde de una regresión histórica. En la instalación de la Comisión de la Familia apareció un personaje siniestro, guía de las buenas conciencias que usan tanga. Jorge Serrano Limón, líder de Provida, mostró pancartas a favor de la defensa de la familia y en contra del aborto.

La iglesia ha dado los primeros pasos para que regresemos a los tiempos decimonónicos de la política mexicana cuando un obispo de la ciudad, Pelagio Antonio de Labastida y Dávalos, formó parte del triunvirato que gobernó al país durante el desmadre que fue la Reforma.

Este obispo fue uno de los que favoreció a Maximiliano, operó en contra de Juárez y por él se rompieron las relaciones con el Vaticano. Luego fue gran amigo de Porfirio Díaz.

San Baltazar contra los traidores, ahora el grito se oye desde el Congreso. Ahora sí, que dios nos agarre confesados.