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Y al América lo acabó eliminando... el América

América fue infinitamente superior a Pumas en la serie, pero es imposible calificar si regalas cuatro expulsiones en dos partidos.
Foto: Mexsport

Estuvimos a un gol de presenciar la remontada más grande en los años contemporáneos del futbol mexicano. El América estuvo a una sola anotación de superar esa historia fantasiosa y fantasmagórica de la final contra Cruz Azul.

Dicen que hasta en perros hay razas. Y el América mostró que como un 'grande' que es en México, hay maneras de ser eliminado. Lo hizo con la cara al sol ante una versión pírrica de unos Pumas que se autobaleron los dos pies y que solo están en la final por los propios errores estúpidos de la indisciplina azulcrema.

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América fue más y fue mejor durante toda la serie. En el primer tiempo del Estadio Azteca retuvo atrás a unos Pumas que pese a ganar en el global por 4-3, siempre le mostraron miedo a su rival. De no ser por las expulsiones que el cuadro azulcrema sufrió en el segundo lapso del primer partido, los auriazules jamás hubieran encontrado el camino para estar en la final.

Las Águilas son presas de esa efervecencia mental que suelen mostrar. Las ganas confundida con ira, el temperamento con violencia, y la fortaleza con la inestabilidad mental. Ignacio Ambriz plasmó en estas Águilas lo que él fue como futbolista: un hombre entregado, luchón, con garra, pero temperamental e indisciplinado.

El segundo partido parecía un trámite. Pero con América y su poderío ofensivo, los universitarios no deberían haber estado en calma. Dentro de las filas auriazules, dos sobrevivientes de aquella final en el Azteca contra Cruz Azul, cuyos temores más grandes están convertidos en un fantasma que los sigue. Qué cerca estuvieron de haber presenciado otra tragedia pintada de amarillo.

Foto: Miguel Tovar / STR

Ignacio Ambriz aprendió que dentro de ese estilo timorato, también cabe el ser ambicioso, todo lo contrario de Guillermo Vázquez que acabó siendo el mismo entrenador gris que perdió en gran medida de culpa aquella serie con la Máquina. Hoy vimos al mismo 'Memo' que se hundió en su banca como la noche del Azteca hace dos años.

Fueron dos anotaciones en el primer tiempo ante unos Pumas asustados, que no salieron a proponer nada y que creyeron que con su ventaja de cuatro goles estaban listos para caminar tranquilos en Ciudad Universitaria. Los auriazules están en la final por golpes del destino y por situaciones ajenas, no por buen futbol. De hecho, nunca mejor aplicado el término que este deporte es de goles y no de merecimientos, porque si fuera por lo segundo, hubieran quedado eliminados muy temprano en la serie contra Veracruz.

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Cuando América tenía que matar, se mató. Fueron las Águilas de Goltz y de Sambueza. El mismo que es capaz de patearle el cráneo a un rival en el suelo, y el mismo del '14' que tiene un incorregible corto circuito en su cabecita. Al igual que su ex técnico, Miguel Herrera, el tratamiento que el argentino debería tomar tendría que tener el destino de un consultorio psiquiátrico.

Tu talismán y tu mejor hombre no puede tener arranques infantiles cada que se pone una playera de futbol. Un pisotón que terminó en intento acabó dejando por segundo encuentro consecutivo a su escuadra con nueve. Ganar una serie, de clásico, ante el líder general regalando en los dos partidos cuatro expulsiones, hacen del trámite algo imposible.

Y esos minutos finales, qué recuerdos. Un gol faltando unos minutos para acabar, un empate que daba el pase a un final. Moisés Muñoz yendo a rematar, Alejandro Castro defendiendo y Guillermo Vázquez con su carita aterrada en el banquillo rival. Una calca, una imagen inolvidable, una caricatura.

Pero bien dicen que hay cosas que solo san risa en una ocasión. El chiste de Castro y 'Memo' no se repite tan sencillamente. Pumas es azul, pero no celeste, y en esa institución, la historia no tiene tantas tragedias. América fue incapaz de anotar el cuarto y definitivo gol, el que hubiera cerrado una serie con justicia divina en la que calificara el que propuso, el que quiso, el que no tuvo miedo y que el mejor futbol diera.

Pumas está en la final, y desde hoy es el favorito natural. Por nombre, por historia, por posición en la tabla y porque cierra en casa. Nada más. Futbolísticamente, que es lo que vale, o mejora, o se va a quedar con lágrimas en el resto de tristeza con una final perdida en propia casa.

Y América. Ellos se pueden ir a jugar el Mundial de Clubes con dignidad, esperando aprender que en el futbol no es lo mismo ser valiente que valentón. Por lo pronto, se va con el frío y triste reconocimiento de haber sido mejor y de haber estado cerca del milagro, pero con la conciencia jodida por saber que la eliminación se dio por culpa propia.