"Yo sé que soy un privilegiado hijo de la oligarquía bogotana": Daniel Samper Ospina
Selfie de Daniel Samper Ospina con colaboración de Mateo Rueda.

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"Yo sé que soy un privilegiado hijo de la oligarquía bogotana": Daniel Samper Ospina

Con más de 30 videos en YouTube, y al menos 250.000 suscriptores, el periodista ha renovado la crítica política explorando otras plataformas. Su experimento más reciente fue en una obra de teatro.

El 23 de abril de 2016 la Feria del Libro colapsó después de que la firma de libros de un youtuber, HolaSoyGermán, agotara las entradas y dejara por fuera de Corferias a varios de los que pretendían asistir ese día.

Entre los resultados de la crisis —análisis del estado actual de la literatura, puristas enfurecidos, reflexiones sobre lo que los adolescentes consumen y lo que los convoca— salió #HolaSoyDanny, el canal de YouTube del periodista y columnista Daniel Samper Ospina: una parodia a los youtubers que, en medio de chistes políticos, apuntaba a hacer la parodia de que quería aumentar las ventas de su último libro, El as bajo la manga.

El canal de #HolaSoyDanny, que se inauguró con su primer video el 30 de abril de 2016 ,y que ya cuenta con más de 250.000 suscriptores, tiene a la fecha 36 videos que, a punta de parodiar los chistes y las dinámicas de otros youtubers, hace comentarios sobre la actualidad política del país. En muchos casos poniendo en situaciones ridículas a personajes como Enrique Peñalosa, Humberto de la Calle o Navarro Wolf. Nos sentamos a hablar con el escritor, ahora youtuber con Premio Shock a la celebridad digital del año encima, sobre su experiencia en las tablas (a propósito de su obra de teatro, Mi puta obra),sobre los millenials y las nuevas formas de hacer periodismo.

VICE: Daniel, ¿sientes que en algún punto tu apellido ha sido un peso?
Daniel Samper: Ha sido un peso para unas cosas y ha sido un gran beneficio para otras. En un país con una élite tan cerrada como la colombiana, evidentemente yo sé que soy un privilegiado hijo de la oligarquía bogotana, de una familia con acervo político, con acervo periodístico y que eso de entrada me ha traído muchísimas oportunidades que quizás de otra manera no habría tenido.

Al mismo tiempo, padezco la peor tragedia que le puede suceder a un periodista: que uno de sus seres queridos sea un político. Siempre he concebido el ejercicio periodístico como una forma de antipoder, de criticarlo y de señalar sus excesos. En esa situación no hay cómo salir bien librado: cualquier crítica para ese ser de la familia siempre será una forma de injusticia o un exceso; y para un sector de la población, siempre será insuficiente.

Ya me resigné a que simplemente hago lo que se me da la gana. Y no es por imitar las frases de Santos. Trato de formarme un criterio y no de darle gusto a nadie, que es lo que en últimas creo que debe hacer un periodista y un líder de opinión: no seguir a la gente sino que la gente lo siga. No he tratado de estar a la altura de nadie sino de lograr alcanzar mi propia estatura, la que tenga yo, no la que haya tenido un antepasado ni nada. ¿Qué te llevó a pasar de la escritura a los videos de YouTube y ahora a una obra de teatro?
Creo que es una actitud de redescubrir formatos para demostrar que el periodismo está más vivo que nunca pero que, quizás, necesita expresarse a través de formatos menos tradicionales. Con ese propósito en mente, me he exigido a ser un poco arriesgado. Ahora hago cosas que probablemente hace unos años no haría, pero creo que siempre he logrado mantener cierta dignidad de lo que me gusta hacer: escribir. Al final, el gran mástil de todo es la escritura. Los videos, finalmente, son un guion que escribo y voy leyendo casi que línea por línea. Igual con la obra, de alguna manera. ¿Es decir que en la obra desaparece el personaje de los videos de YouTube?
Está más la voz de columnista. El youtuber es un tipo medio ingenuo, medio huevón, que trata de ser youtuber y va diciendo cosas muy duras y pesadas pero siempre con ingenuidad. Es un tipo que busca fama y tiene una ambición de ser millonario. En la obra está la mirada de un escritor que cuenta o comenta la realidad que le ha tocado vivir. En el fondo tiene más el formato de la columna que del canal de YouTube en la medida en que no es tan autorreferente: no salgo yo haciendo ruiditos. No es sobre mí. Un video necesariamente es otra selfie en la era de las selfies: todo reposa en uno, uno se graba todo el hijueputa día, hace muecas. Aquí, en la obra, todo el centro está en los políticos. Ese proceso de explorar con los formatos es algo muy propio de los youtubers, ¿no? Solo que en tu caso el libro estaba antes que los videos, por ejemplo.
Sí, mi vida es casi que al contrario, es la vida opuesta a la de ellos. Pero la conclusión es más o menos la misma y es una cosa muy de tu generación, más que de los youtubers: no tener que escoger. Yo creo que a mi generación la educaron para creer equivocadamente que había que elegir. La carrera, por ejemplo. Todo era una gran bifurcación. La vida era una gran bifurcación. Y yo creo que estas generaciones nuevas han aprendido que no, que no es necesario elegir, que uno lo puede hacer todo a la vez si es capaz y si le gusta hacerlo, sobre todo. Creo que hay muchos aprendizajes que mi generación podría tomar de la tuya, de los millenials. Esa capacidad de hacer múltiples cosas es admirable y creo que ese ha sido un gran aprendizaje para mí: entender que yo hago sátira política, que esa es la substancia, y que los demás son frascos en los que uno guarda esa substancia. Y que la misma substancia se refresca y se renueva según el frasco en el que se encuentre. Ha habido varios youtubers con los que te has reconciliado: que te criticaban y que luego salieron en tus videos. En ese camino, ¿ha cambiado tu percepción de los youtubers?
Sí, totalmente. Yo quería tender un puente hacia ellos a través de la parodia y a nadie le gusta que lo parodien. Yo sabía que eso podía resultar un poco insultante pero, en el fondo, mi blanco real no han sido ellos sino el acontecer político colombiano. Pero claro, en un primer momento sí hubo una especie de caricaturización de los youtubers. A través de esa caricaturización también los fui comprendiendo. Ahora, que he conocido algunos, me parece que son una especie de medio de comunicación en sí mismo capaces de albergar varios departamentos. Cada muchacho de esos sabe de edición, de mercadeo, de comunicación. Y eso me parece admirable. Además me parecen muy persistentes. Y por último, me parece admirable que al ser hijos de internet son realmente meritocráticos. Esa meritocracia es una de las cosas buenas que tiene Internet, a diferencia, quizás, de los sistemas tradicionales en los cuales abundan los delfines como yo. ¿Y hay algo que les critiques?
La verdad es que algunos, que yo he tenido muy referenciados, no hacen contenidos críticos. Eso me sorprende. No sé si el equivocado soy yo al exigirles que actúen como líderes de opinión y que son simples chinos de 22 años que hacen videos por pasar rico. Pero a lo mejor por mi inclinación a pensar que un periodista se debe formar para ser un líder de opinión, esperaría que no hicieran simplemente videos de entretenimiento, sino que hicieran videos un poco críticos también, ¿no? ¿Sigues siendo un parodiador de youtubers o ya te sientes un youtuber?
No, no. Yo siempre hablo desde la parodia. Así lo hecho también en la columna. Tuve una racha por ejemplo en la que me dio por ser uribista en la columna y parodiaba a un uribista. La parodia siempre le ayuda a uno a embadurnarse de grasa para decir las cosas de una manera escurridiza y diferente. Eso es lo que sigo haciendo en esta primera fase. Vamos a ver eso cómo va evolucionando porque uno no puede cumplir 50 años y seguir imitando a los youtubers. Por ahora creo que la parodia da porque todavía falta que los terminemos de descubrir. Lo que yo quiero hacer es aplicar el formato de ellos a contenidos más relevantes, más políticos. Todavía quedan retos: como el reto de las gotas de limón en los ojos con Jesús Santrich. Tus videos de YouTube han llamado la atención de gente más joven a los que tal vez ni les interesa saber de actualidad política. ¿Crees que esos ejercicios de YouTube pueden ser un espacio de pedagogía?
Sí. No sólo YouTube, yo creo que el humor en general. El humor es una buena manera de acercar a la gente a temas que antes le producían hastío. A través del humor incluso se puede despertar algo de conciencia crítica. Eso lo he creído siempre, desde antes, no sólo con el canal de YouTube. Con la columna pretendía lo mismo. Y creo que la sátira es un arma muy poderosa. Cuando uno toma a un político como objeto de referencia para burlarse, también lo está dando a conocer. Los videos empezaron como una forma satírica de vender tu libro. ¿Funcionó la estrategia?
Si. Ese libro estaba totalmente muerto y resucitó con gran vigor gracias a los videos. ¿Cómo ves las elecciones? ¿Qué tal pintan?
Pintan muy bien para un humorista y muy mal para el país. Pintan muy bien en la medida en que surjan candidatos como Vargas Lleras, Ordóñez o Petro, que son un poco caricaturas en sí mismos. Van a ser una tragedia nacional como siempre lo han sido, pero para un humorista van a ser una manera de ganarse la plata fácil. ¿Crees que hay algún político con buen sentido del humor?
Sí, varios. Ninguno de ellos en el uribismo. Ni ningún seguidor de un caudillo. Lo primero que pierde un partido con espíritu caudillista es el humor. Y lo primero que pierde un caudillo es el sentido del humor, porque el humor es una manera de no tomarse en serio y de relativizarse a uno mismo. Y los caudillos sí se toman muy en serio, porque creen que son redentores, salvadores. En eso, por ejemplo, se parecen mucho Petro y Uribe, siendo tan radicalmente opuestos. ¿Cuáles pueden tener humor? Yo creo que muchos. Por ejemplo Humberto de la Calle es un tipo con sentido del humor, lo demostró cuando lo invité a uno de los videos. Roy Barreras me sorprendió por su capacidad de burlarse de sí mismo. Aún César Gaviría, él también encaja los golpes humorísticos con sentido del humor. Y bueno, mi tío Ernesto es muy divertido. Gobernando también. ¿Crees que hay un tema o un personaje en Colombia intocable por el humor?
Yo no creo. El día que crea eso creo que me toca dejar de hacer humor y meterme a trabajar en el Grupo Aval. ¿Y, en últimas, qué es más grande: la pasión por volverse millonario o la pasión por Santa Fe?
Por Santa Fe. Sin ninguna duda. Mi única ambición de ser millonario es poder comprar un par de volantes argentinos buenos para Santa Fe.