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Cultură

Esto no son ofertas de trabajo, son estafas

Eternos formularios, primeras semanas sin cobrar, supuestos incentivos por ventas, entrevistas 'fantasma' y teléfonos de pago. Una víctima del paro cuenta su experiencia.

Martes. 8:45 de la mañana. Me levanto para chequear mis correos electrónicos en busca de alguna contestación a todas las ofertas de empleo que he mandado el día anterior. Cero, o casi ninguna, es lo que me suelo encontrar desde hace ya casi tres años que llevo en paro y en búsqueda activa de empleo, como dice mi perfil de Linkedin. Esa red social que te ayuda más a 'mojar el churro' que a encontrar una interesante oferta laboral.

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Estudié realización de televisión y dirección cinematográfica, soy técnico en imagen y me encanta el cine. Trabajaba en unas salas de operador de cabina (era el responsable de poner las películas, para los que desconozcan el título de mi profesión) y la digitalización de la maquinaria acabó con mi puesto de trabajo. El día de mi despido me apunté al paro para que 'mi paguita mensual' me ayudara a emprender una nueva aventura. Y fue una web de cine, que a día de hoy me mantiene la cabeza ocupada para no desmoralizarme frente al panorama que me estoy enfrentando.

Al principio me tomé unos meses de relax para lanzar la web, pero los gastos se comían el dinero y necesitaba empezar a moverme. Así que comencé a buscar trabajo de algo relacionado con el cine. Un sector que desde 2008 no vive su mejor momento, 'gracias' al IVA cultural y a la piratería. Me daba igual currar de operador, que servir cafés, que poner palomitas, quería seguir en el sector y punto. Pero no había nada, y empecé a desesperarme, así que me puse a echar currículums en todos los sectores y comercios que colindan con mi barrio en Madrid.

Restaurantes, bares, tiendas de videojuegos… hasta que un buen día en unos de estos establecimientos me dicen: "Ya no podemos coger currículums, lo tienes que mandar a través de nuestra web". Y aquí es donde comienza la verdadera aventura. Entro en la web de un comercio y busco la opción "trabaja con nosotros", que en realidad debía ser "bienvenido a perder unos días de tu vida en rellenar lo mismo para cada uno de los puestos". Al principio me hizo gracia. Algunos de ellos me pedían que pusiera mis hobbies y, como no lo hice, ahora me recuerdan diariamente mediante un mail que son importantes para ellos. Y me pregunto, si voy a trabajar, ¿qué necesidad tenéis de saber si me gusta bailar desnudo a la luz de la luna o practico el onanismo mientras veo Gran Hermano? ¡¡¡Voy a trabajar, no a jugar al dominó o al póquer!!! A día de hoy sigo recibiendo un e-mail semanal recordando que debo rellenar ese campo.

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Otro candidatura que envíe fue para una gran empresa que tiene varios establecimientos. Aquí me obligaron a rellenar un test con preguntas del tipo: si estás en una fiesta eres más de… a) cantar b) comer y beber c) ligar… y en función de la respuesta te dicen dónde encajas mejor, si en la tienda de lencería o en la licorería. Cuando has respondido 20 preguntas y siguen, te desesperas. Se quieren ahorrar hasta las entrevistas de trabajo, ya directamente una máquina te cataloga dónde debes ir.

También rellené un solicitud para una gran comercio textil, donde me pidieron más datos que el FBI a un musulmán para entrar en EE.UU., y para una empresa de menaje del hogar. Aquí, muy harto, decidí tirarme un farol y apostar por un puesto de encargado. Error. Tuve que rellenar un test de más de 80 preguntas de esas de adjetivos desde malísimo a buenísimo, en inglés, sobre mi comportamiento ante ciertas situaciones.

Como parece que esto tampoco daba resultado -aún estoy esperando que den señales de vida estas empresas, más allá de recordarme que me falta un dato, o que debería actualizar mi curriculum pues hace 6 meses que me inscribí y no les he vuelto a visitar- entré de lleno en las grandes plataformas. Ofertas publicadas hace una hora que ya incluyen mil candidatos para el puesto… esos portales que pagando una cuota accedes a un servicio Premium (y no de bebidas, si no de ofertas de trabajo) y que, curiosamente, entre oferta y oferta te incluyen cursos con GRAN SALIDA LABORAL.

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Una semana sin cobrar

Llevo casi un año apuntado y me han llamado un par de veces. Una fue el día que decidí echar el curriculum en todas las ofertas de las 10 primeras páginas. Me ofrecían ser teleoperador con unas condiciones que solo un loco aceptaría: primera semana no cobras, es un curso obligatorio, y la segunda semana tienes que llegar a un número de ventas para poder quedarte en la empresa. No pregunté si esa segunda semana la pagaban, pues en mi cabeza solo resonaba: "Vendo el producto a mis familiares, amigos y vecinos, y como no voy a llegar al número deseado, me despides, y atrapas en tu red a mis familiares, amigos, y vecinos". Dejé pasar una oportunidad de trabajo, pero prefería arriesgarme haciendo puenting sin cuerda.

La siguiente semana repetí la misma operación, fusilé otras diez páginas de ofertas laborales y me llamaron para instalar el sistema operativo Windows en equipos restaurados. Sin apenas mediar palabra sobre mi currículum, la persona que me llamó me citó para una entrevista 'fantasma' en un polígono un sábado por la mañana. Al llegar a la empresa estaba más perdido que el arca de Indiana, y el entrevistador reparó en ello. Confesé que mi nivel era usuario, y ahí acabó la entrevista. Pero antes de irme, el entrevistador me dijo: "Al menos eres sincero, aquí hay muchos que dicen que son expertos y no saben ni abrir el Explorer".

De las ofertas que piden minusvalías mejor no hablo, pues son 2 de cada 10. No tengo nada en contra de córtame un dedo o una puta oreja como hizo Van Gogh, pero por lo menos que no me vacilen. Póngalo en el enunciado y así me evito rellenar los doce primeros campos de preguntas chorras.

Ya desesperado, me lancé a sitios más turbios. Aquellos periódicos de anuncios por palabras que los más longevos lectores conocerán en papel y que actualmente se ha reciclado en la red. No sirven de mucho si no buscas prostitución o revender entradas, aunque tiene un sección de ofertas de trabajo. Entre los miles de anuncios que buscan camareras con buena presencia para bares de copas (ojo, camareras, que lo buenos taberneros ya no son necesarios), RRPP para discotecas, asistentas internas filipinas… encontré uno que decía: "Se buscan mozos de almacén".

Pinché, y me pedían un correo electrónico para comunicarse conmigo. Fácil y sencillo, así da gusto. Pocos días después recibí una estafa laboral. El texto decía que había sido seleccionado para el puesto de trabajo (no decía cuál) y que tenía que llamar a un teléfono 807 para concretar mi cita con un entrevistador. También me daba instrucciones de cómo llamar y desde dónde llamar. Todo muy bien explicado, para que la estafa fuera lo más legal posible.

Éste no será el ultimo caso que me encuentre en el maravilloso mundo de la búsqueda de un empleo digno. Ya no me meto en temas de sueldo o condiciones labores, solo hablo de un trabajo inexistente para un persona de 35 años, que estudió lo que le gustaba y se adapta a lo que sea. Pero seamos sinceros, este país no nos lo pone fácil dando ayudas a los empresarios para contratar a menores de 25 y a los mayores 45, ¿qué hacemos los treintañeros? ¿Probar suerte en programas como Hombre, mujeres, o viceversa o Adán y Eva? ¿qué pasa si tienes cerebro y no puedes competir en ellos? En fin, visto lo visto, seguiremos navegando en busca de nuevas aventuras.