Visité el Sistema Estatal Penitenciario de Baja California para conocer algunas de las experiencias ligadas a los crímenes que cometieron algunos reclusos.Las historias compartidas logran un caleidoscopio narrativo de delitos del fuero común (donde el ciudadano es afectado por el delincuente) y federal (los que perjudican a la seguridad del país) cometidos por aquellos a quienes penalmente se les considera una amenaza social que debe ser puesta "a la sombra" por un tiempo prolongado, extirpándoles su libertad y suspendiéndoles sus derechos.
Publicidad
Rogelio, 35 años
Publicidad
Gilberto, 45 años
Publicidad
Fabián, 38 años
Julio, 37 años
Publicidad
Ricardo, 30 años
Marvin, 26 años
Publicidad
Si sumara todo el dinero que obtuve llegaría a una cantidad de unos 100 mil pesos. Me detuvieron en un parque fumando mota con unos batos. Cuando ya no estaba drogado pensaba en mis robos y sí me daba vergüenza. A veces me arrepiento, sobre todo cuando ya no estoy drogado y pienso en que las familias se esfuerzan trabajando para comprar sus cosas y yo me las robo. Mi única justificación es que siempre estaba drogado y no me daba cuenta.Tengo una condena de siete años.Soy de Guatemala y desde muy joven crucé de ilegal a California. Me detuvieron tratando de robarme un auto después de haber estado en un bar tomando y fumando heroína. No sólo robaba autos, también hacía otro tipo de crímenes: boquetes en los negocios para saquearlos, padroteaba prostitutas, asaltaba a mano armada, vendía metanfetamina, traficaba personas. Le pagaba 100 dólares a los muchachos para que se brincaran el cerco de la línea fronteriza; los usaba como carnada, a ellos los perseguía la patrulla fronteriza y se dejaban atrapar, saben que en 48 horas salen, mientras yo cruzaba personas hacia los clavaderos, como le decimos a las casas pegadas a la frontera en donde escondemos a los ilegales.Uno llega a la cárcel borracho y drogado pero apenas pasa el efecto, se pregunta: “¿Qué hago aquí? ¿Para qué robé?” Entonces te deprimes y te la pasas dormido sin querer comer. Comienzas a acordarte de tu jaina [novia] y es cuando te agarras a golpes porque algún interno te dice que seguramente está con otro bato. Hay raza que intenta suicidarse, algunos sí lo consiguen.