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La ilustración que acompañaba al post, bajo la palabra "RABDO", era el dibujo de un grotesco payaso como Krusty, sólo que sangrando y con aspecto miserable, conectado a una máquina de diálisis y con los riñones en el piso. La caricatura del payaso eventualmente se conoció como "El tío Rabdo" y un escritor lo llamó en 2013 "la mascota no oficial y perturbadora del crossfit" en un post de Medium.En casa, el dolor me atolondró y me puso eufórica. Aunque no tenía los síntomas de la rabdo, LOL, como que me encantó el dolor y el ardor —apenas me podía sentar y si moverme rápido o subir escaleras hubiera sido parte de mi descripción de puesto en el trabajo, entonces me habría tenido que tomar una semana—. Era como si hubiera otro cuerpo despertando dentro del mío. Éste estaba enojado y era malo, no porque lo estuviera molestando, sino porque me había tomado demasiado tiempo recordar que estaba allí. Además, me encantaba andar cojeando por todos lados y gritar al sentarme: "EN CASO DE QUE SE LES HAYA OLVIDADO QUE HAGO CROSSFIT… ¿DIJE CROSSFIT?"Así que me inscribí en lo que llaman programa "On Ramp": un curso de dos semanas (seis clases) para principiantes en el que aprendes cómo hacer bien todos los ejercicios de crossfit y qué es lo que necesitas para poder seguir practicándolo.El programa que elegí empezaba la mañana siguiente a mi primera clase. Resultó que el gimnasio estaba mucho más tranquilo a las 6AM y que sólo cuatro nos habíamos inscrito. Nuestro entrenador era bastante buena onda y parecía entender lo intimidante que era estar allí. También entendía el límite personal de cada uno y no hacía que nadie se sintiera estúpido o asqueroso. Además, estaba muy en forma, como si alzara pesas, y tenía una enorme barba.Así que todos platicamos un poco y luego empezamos a aprender algo de crossfit y, durante la siguiente hora, jadeé, sudé y me sentí rara haciendo lagartijas, sentadillas, seudo barras y abdominales (con una enorme liga). Me divertí un poco, o más que divertirme, sentí una especie de satisfacción, y cuando fui a casa no podía dejar de decir que estaba "haciendo crossfit".Pero en las dos semanas siguientes, algo cambió. Lo que empezó como deseo de ponerme EN FORMA Y SER FUERTE (dícese: estar flaca y buena), como que se transformó en hacer que les cayera bien a mi entrenador y a mis compañeros y en querer estar con ellos. Todo esto porque desde el principio fue claro que no podía llevar el ritmo y que casi todo tendría que ser modificado debido a mis limitaciones físicas. Y esto fue algo liberador, ya que los entrenamientos me agotaban pero dejaron de parecerme aterradores. Además, me gustaba estar en un cuarto con nuevas personas haciendo algo nuevo y viéndome como idiota.Hasta la fecha hemos visto cinco casos de rabdo de esfuerzo asociada a entrenamientos de crossfit. Cada caso resultó en la hospitalización del afligido. El peor caso estaba extremadamente enfermo, el menos afectado no tenía más que quejas de dolor… Sin embargo, el dolor no describe por completo el malestar de la rabdo. El peor caso, un tipo de la SWAT, dice que los seis días de morfina intravenosa apenas calmaron el dolor.