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Cultură

Tranquilo, aún te quedan muchas excusas para no tener que aprender a conducir

Si te da miedo la idea de conducir te facilitamos un buen puñado de excusas para no tener que apuntarte a una autoescuela.

Uno de los grandes sueños y a la vez grandes pesadillas de los individuos que acaban de cumplir 18 años es el hecho de devenir una persona viable para sacarse el carnet de conducir. Nunca entenderé a esa clase de gente que justo después de soplar las velas sale corriendo a apuntarse a una escuela de conducción. El muy hijo de puta llevaba soñando con este momento desde los 6 años, tirando su infancia a la basura coleccionando cromos de coches y yendo con su padre a ver carreras de Fórmula 1. Un niño apasionado por el motor no es un niño, es un hombre soltero, triste y aburrido de pequeña estatura. A la gran mayoría de gente la posibilidad de poder sacarse el carnet de conducir no supone motivo de alegría alguno. Lo que no tenemos que olvidar —y lo que aquí nos interesa— es que también existen esas personas que la idea les parece aterradora. Convertirse en conductor significa —supuestamente— comprometerse con la madurez. Te obliga a cruzar la línea que separa la adolescencia de los incongruentes pantanos de la post adolescencia, donde los niños son hombres y los hombres son niños. Ya no eres un niño, ahora tienes en tus manos algo que puede conducirte a Disneyland (París) pero que también puede meterte entre rejas. Situarse detrás de un volante es como tener un par de ​Steyr AUG en vez de brazos. Un coche es un tanque descafeinado y es por eso que muchas personas retrasan hasta el infinito el momento de sacarse el carnet de conducir. Creo que incluso hay gente de 80 años que no sabe conducir pero supongo que esto es normal ya que en sus años de mozalbete solamente podían aprender a conducir burros o carruajes tirados por caballos

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En fin, para no tener que reconocer delante de tus amigos y familiares que eres un auténtico cobarde existen un buen montón de excusas interesantes que justificarán durante un tiempo tu aversión a sacarte el carnet.

Conciencia ecológica

Siempre que te encuentres en una encrucijada vital puedes invocar la conciencia ecológica, a mí me ha salvado más de un matrimonio. La verdad es que el planeta Tierra y su preservación siempre es una buena excusa para escurrir el bulto. La idea de este discurso sería que, joder, los vehículos emiten unas cantidades siniestras de CO2 y que están destruyendo la atmósfera o la capa de ozono o los pingüinos. Conciénciate que estos trastos están matando el planeta, incluso peor, están matándonos a nosotros, a los terrícolas. "Cuando nos metemos dentro de un coche lo que realmente estamos haciendo es conducir nuestros propios ataúdes", esta es una muy buena frase para convencer a tu familia de que por mucho que tu hijo se haya roto la pierna y hayáis tenido que ir a urgencias andando —los taxis por la noche son imposibles— no piensas sacarte el carnet NUNCA. Comprar y utilizar coches es apoyar al 100% la cultura del crudo, es apoyar las ​Manos Que Estrechan Planes De Muerte Y Sometimiento.

Símbolo del capitalismo

Enlazando con el punto anterior, siempre puedes defender que los coches son el eje central de la cultura capitalista, son, de hecho, lo que la define. Ya no se trata de explotar y aniquilar el planeta Tierra para obtener beneficios, estamos hablando de todo lo que rodea el uso de este vehículo: la concepción de la industria y la producción en cadena; la generación de una clase obrera oprimida por oligarquías económicas; la concepción de los núcleos de población como grandes urbes horizontales solamente abarcables mediante el uso de medios de locomoción; la cultura del consumo en su forma más atroz: esa idea de los suburbios y de los barrios residenciales alejados de los centros comerciales a los que solamente se puede llegar mediante un vehículo familiar y donde se centra toda la política económica familiar. Porque una familia no es una familia a menos que tenga coche. No tener coche es como escupir a la cara a tus hijos. La familia moderna gira alrededor de este ente de metal, el monolito por el que orbita la era moderna.

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Las ciudades son para las personas

Si lo piensas un poco esta excusa incluso tiene cierto sentido: actualmente las ciudades no están hechas a escala del hombre, si no de sus vehículos. La calle tiene que volver a ser del viandante, se tienen que estructurar todas las rutas posibles mediante calles peatonales y no limitar a las personas a deambular por estrechas aceras o puntuales avenidas. Las personas tenemos que volver a reclamar lo que es nuestro, no queremos parkings queremos grandes jardines y parques con los que poder jugar con nuestros retoños. Crecer entre árboles, no entre túneles y asfalto.

Apoyar el uso de las bicis

"Las ciudades europeas más avanzadas hace años que apostaron fuerte por las bicis". Esta es una buena frase. Las bicis son el enemigo de la industria automovilística o más bien al revés. Es una batalla ancestral que aún no ha llegado a su fin. El resultado depende de cosas tan sencillas como negarse a conducir un vehículo. Con esta excusa lo tienes todo ganado; es un transporte que no contamina y ayuda a establecer núcleos urbanos libres de carriles peligrosos para las personas. El viandante y el ciclista se dan la mano en una orgía de comprensión. Además, la cultura del ciclismo une a las personas, los coches las separan colocándolas en pequeñas propiedades privadas aisladas del mundo exterior.

Apoyar los transportes públicos

Tú no quieres conducir un coche porque crees firmemente que el pulso de una ciudad se mide a través del correcto funcionamiento de sus servicios públicos, siendo el transporte uno de los puntos clave. Apostar por una buena red de comunicación entre espacios puede reducir considerablemente las emisiones de CO2 de una ciudad, acercándola más a las "ciudades sostenibles" del futuro. "Está en nuestras manos tener la ciudad que realmente queremos". Que luego la gestión de estos servicios sea un nido de corrupción y abusos administrativos ya es otra cosa, no olvides que tampoco tienes que creerte todo lo que estás diciendo, solamente quieres evitar coger un volante en toda tu vida.

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No tengo tiempo: estudios, curro…

Un clásico es decir que no tienes tiempo. Que ahora te estás centrando en tus estudios, que estás desarrollando App "muy interesante" que te quita mucho tiempo o que con el curro en la fábrica de metal llegas a casa hecho polvo. La idea es fingir que "vas de culo". Seguramente es una técnica que has utilizado cientos de veces así que ya debes ser un profesional. Tus amigos se ríen de ti y de tus excusas de mierda pero a ti ya te viene bien.

Cuestiones de dinero

Esta es la mejor excusa, es irrefutable. Eso sí, si alguien "te regala" la matrícula de la autoescuela y unas cuantas prácticas tendrás un problema. Pero tranquilo, siempre puedes recurrir a las otras excusas. Estamos aquí para ayudarte, así que no sufras. Somos tus amigos. Los coches no.

Invocar el futuro

Puedes ser asquerosamente práctico y decir que prefieres esperarte a "ese futuro cercano" en el que no hará falta saber conducir para mover tu cuerpo gracias a un coche. Puedes insistir en que Google lleva tiempo haciendo pruebas con su Google Car (te inventas el nombre) y que están muy cerca de terminar un prototipo totalmente funcional (inventado). Ya sabemos que la tecnología avanza muy rápido así que la gente lo encontrará bastante factible. El cerebro humano —si lo justificas a base de ciencia y progreso— puede creerse cualquier mierda.

De todos modos lo mejor es aceptar que eres un cobarde inmaduro y decirlo bien alto. Súbete encima de una mesa y grita que te dan miedo los coches y la carretera y que no te ves capaz de conducir nunca nada. Prefieres llevar a tu familia de viaje a París en tren —cargando abultadas maletas como si fuerais una prole deportada— a poder conducir felizmente hacia el país vecino. Vale, existen los aviones pero joder, aún te da más miedo viajar en un puto avión.