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Cultură

Yo fui paciente del "dentista del horror"

Jacobus "Mark" Van Nierop, más conocido como el dentista del horror, torturó a cientos de sus pacientes entre 2008 y 2012 en la población francesa de Château-Chinon.
Paul Douard
Paris, FR

El dentista "Mark" Van Nierop, declarado culpable de haber mutilado a cientos de pacientes. Foto: MaxPPP

Si te pareces en algo a mí, lo más probable es que la mera idea de una cita con el dentista provoque un torbellino de inquietudes y miedos en tu fuero interno. También es muy probable que hayas oído hablar del caso de Jacobus "Mark" Van Nierop, más conocido como el dentista del horror o el dentista carnicero. Entre 2008 y 2012, este odontólogo holandés torturó a cientos de sus pacientes en la población francesa de Château-Chinon y les hizo creer que estaban recibiendo el tratamiento apropiado a sus problemas dentales.

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Al estallar el escándalo y ordenarse su arresto en 2013, huyó a Canadá. Poco más de un año después, fue finalmente arrestado en la provincia canadiense de Nueva Brunswick. Van Nierop ya ha ingresado en prisión para cumplir una condena de ocho años, dictada por el tribunal penal de Nevers. Asimismo, ha quedado inhabilitado para ejercer la profesión de forma definitiva.

Todo empezó en 2008, cuando Mark Van Nierop abrió una consulta en Château-Chinon, en el departamento de Nièvre. Inicialmente, fue recibido como un salvador, ya que la región sufría la falta de personal médico por el éxodo rural.

Sin embargo, pronto se corrió la voz sobre la brutalidad de los métodos que usaba el dentista, más propios del medievo y que a día de hoy todavía están sufriendo los desgraciados que cayeron en sus manos.

Obviamente, ninguna de las víctimas sabía que Van Nierop había sido eliminado del registro de dentistas de los Países Bajos. Ahora que ha finalizado el juicio, sus pacientes pueden intentar retomar sus vidas y olvidar el horror que tuvieron que soportar durante meses. Sylviane Boulestaix es una de esas víctimas y tuvo la amabilidad de contarnos su historia.

VICE: ¿Cómo fue tu primera cita con Van Nierop?

Sylviane Boulestaix: Por aquel entonces yo ya estaba jubilada. Llevaba varios años sin ir al dentista y, como el odontólogo al que iba también se había jubilado, el único especialista disponible en la zona era Van Nierop.

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En enero de 2012, decidí pedir cita con él. Lo primero que me dijo en cuanto me vio fue que tenía que cambiarme todos los dientes. Me hicieron un presupuesto con fotos y demás. Al principio de la consulta me inyectó un producto que decía que servía para "reconstruirme los dientes" y que me dolió muchísimo.

Los efectos de la anestesia me duraron más de un día. También sacó moldes de mis dientes, aunque más bien parecía que me los estuviera intentando arrancar. Pero claro, una vez en la silla y con la boca abierta, no se te ocurre hacer preguntas.

¿No sospechabas nada a esas alturas?

¡No! Qué quieres que te diga, una tiende a confiar en los médicos. Esto es un pueblo pequeño y la gente suele desconfiar de los de fuera, pero no quise prestar oídos a las habladurías. Es más, una amiga mía también había estado en la consulta de ese impostor y había ido todo bien.

Además, la consulta parecía de lo más normal: una sala de espera con revistas y sillas alineadas contra la pared; una secretaria vestida con una blusa azul que no era especialmente amable ni especialmente maleducada y una auxiliar.

Todo parecía normal e higiénico. Incluso tenía colgada una placa de bronce muy bonita con su nombre grabado. ¿Cómo iba yo a sospechar de algo?

Me quitó ocho dientes de golpe y luego se fue a comer con su asistente y me dejó en la silla, sangrando

¿Y después?

Después de dos sesiones muy dolorosas, la secretaria me llamó para darme cita para ponerme las prótesis. Y volví a confiar en él. Esa vez fue horrible.

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Me puso ocho inyecciones en las encías para anestesiarme. Más de la mitad de la cara se me había quedado rígida y hasta me costaba respirar. A continuación, me quitó ocho dientes de golpe y luego se fue a comer con su asistente y me dejó en la silla, sangrando. Cuando volvió, incluso intentó bromear y me preguntó si me apetecía un pequeño sándwich.

Estuve ahí varias horas y durante los siguientes tres días seguí sangrando. Entonces estás atrapada en un círculo vicioso. Me dolía tanto la boca que, obviamente, fui a verlo de nuevo. Tenía las encías infectadas, así que me quitó las prótesis para que se me curaran. Después de aquello, la consulta cerró de repente.

¿Qué primera impresión te causó el hombre?

Pues lo encontré de lo más normal. Tenía complexión de jugador de rugby. No tenía muy buen francés pero se hacía entender. Era bastante rudo haciendo las cosas, pero repito, cuando estás ahí sentada, no se te ocurre hacer preguntas. Es cierto que lo hizo muy a lo bruto, pero en el fondo piensas: "Es dentista". Por lo general, los dentistas no suelen ser cuidadosos ni te hacen cosas agradables.

Lo curioso es que hacía todo lo posible por hacernos sentir cómodos. No era hasta que tenía las herramientas en la mano que afloraba su faceta de torturador.

¿Crees que le producía placer hacer sufrir a sus pacientes?

No creo. Más bien me parece que quería ganar dinero a costa de gente honrada. Siempre tenías que pagar el 40 por ciento del precio total por adelantado. Yo no tenía suficiente dinero y tuve que pedir un préstamo que a día de hoy sigo pagando.

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¿Has vuelto a ir a un dentista desde entonces?

No me quedaba alternativa, tal como me había dejado la boca. Estuve casi un año y medio sin dientes, sin poder comer muchos tipos de alimentos. Siempre se me pone un nudo en el estómago cuando voy al dentista. Toda mi vida he confiado en la medicina, pero ahora es más complicado. Intentamos recomponernos pero nunca podremos olvidar. Por su culpa voy a tener que llevar prótesis el resto de mi vida.

¿Te has sentido abandonada durante el proceso?

Sí, por la medicina. Ya sabes que ya no quedan médicos de familia en la zona rural. Esto es un erial. Hay un médico que puede venir a visitarte una vez cada dos semanas. No tengo ni coche ni internet. ¿Qué se supone que tengo que hacer? Afortunadamente, la justicia nos ha dado la razón y nos van a indemnizar.

¿Cómo fue el juicio?

Me puse a temblar cuando lo vi. No dijo nada. No hizo más que responder "No me acuerdo" o "No tengo comentarios que hacer" a todas las preguntas que le hacían. Parecía totalmente desconectado de la realidad. Me alegro de que se haya acabado todo.

Traducción por Mario Abad.