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Fibemos con J&B

Entrevistamos al músico que ha estado en todas las ediciones del FIB

"A lo mejor me pongo unas tetas de plástico", dice medio en broma, medio en serio Víctor Ballester, sobre el concierto en el FIB de deBigote, el grupo en el que canta.

"A lo mejor me pongo unas tetas de plástico", dice medio en broma, medio en serio Víctor Ballester, sobre el concierto en el FIB de deBigote, el grupo en el que canta (actúa el domingo 19 de julio). El nombre de la banda castellonense aparece en pequeñito en el cartel, pero un pedigrí la distingue de las demás: su vocalista ha estado en todas las ediciones del festival. De 1995 hasta hoy.

"Para mi es como un ritual, una especie de Sanfermines", dice riéndose el cantante. En las dos décadas ha llorado con Jay-Jay Johanson, agonizado con algún diluvio y, sí, también ha dormido en rotondas. Pero este año será diferente: por primera vez pisará uno de los escenario para presentar Estuario, primer álbum de su grupo. "Estoy con unas ganas locas", recalca. Por si había alguna duda.

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¿Qué recuerdas del primer FIB?

Tenía 21 años y trabajé como camarero. Me impactó mucho que había un montón de perros y gente haciendo fuego. Hasta entonces nunca había oído hablar de los perroflautas. ¿Cómo se llama eso que lanzas al aire?

¿Diábolo?

Había mucha gente jugando con eso. Volví a casa de mi madre con un gorro de terciopelo y con campanillas.

¿Aún lo tienes?

Sí. Está arriba del todo en una estantería, en una casita que tiene ella en la playa de Nules [cerca de Castellón].

¿Y guardas las pulseritas de las 20 ediciones?

Qué va. Aparte del gorro, lo único que conservo de todos estos años es un trocito de la toalla del cantante de Depeche Mode [Dave Gahan].

¿Cuál es tu mejor recuerdo del FIB?

Un concierto de Jay-Jay Johanson al que fui solo, porque ningún colega quería venirse. Acabé abrazándome con desconocidos. Fue súper emocionante.

¿Y algún momento infernal?

Una edición hace un montón de años. Estaba diluviando, una torre de sonido cayó sobre el escenario y la gente enloqueció. Se metió detrás de la barra y mi jefe me decía que les echara. ¡Pero si eran más de cien! Me largué sin cobrar.

Dos décadas dan para mucho. Tu mayor perdida de papeles fue…

Cuando me echaron a las once de la mañana del recinto porque lo cerraban de día. Me enganché a una gente de Albacete que no conocía de nada y acabé con un tío al que no volví a ver, en su tienda de campaña. Después me asee en las duchas del festival y a empezar de nuevo.

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Siendo autóctono, imagino que habitualmente no duermes en tienda de campaña.

Nunca. Un amigo tiene un apartamento a cinco minutos, donde nos metemos los amigos. Pero también he sobado en rotondas.

¿Entre tus colegas eres un bicho raro por haber ido a todas las ediciones?

Somos todos muy asiduos, aunque siempre se cae alguien. Estamos con los WhatsApp desde semanas antes y organizando dónde vamos a comer, a quién vamos a ver…

¿Qué diferencia al FIB de otros festivales?

Sobre todo la ubicación y el recinto. Se escucha bien y todos los escenarios están cerca. En otros festivales hay que andar 20 minutos de uno a otro. Y tienes la playa al lado.

¿Y qué tal con los ingleses? Cuando arrancó el FIB no venían tantos.

Pueden ser gente extraña pero tienen un bagaje musical tremendo. Para ellos, Noel Gallagher es nuestro Pablo Alborán. El año pasado tocó James y aluciné porque todo el mundo se sabía todas las canciones.

Este año vas a pisar el backstage por primera vez. ¿Con quién te gustaría cruzarte?

Con Public Enemy y Portishead.

¿Qué supone para un grupo castellonense tocar en el FIB? Pilla muy cerca.

El FIB ha influido en que salgan muchas bandas por aquí. Nosotros somos muy pop, aunque en Castellón está toda la movida punk rock que no ve más allá de Ramones, Dictators, Ramones, Dictators… A esa gente no le importará tanto.

¿Estás nervioso por vuestro concierto?

Ayer hicimos el repertorio y decidimos que nada de lentas. Una amiga está diseñando una camisa para la ocasión. Me preocupa la ropa más que otra cosa.