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Identidad

Los demonios y espíritus femeninos del mundo judío

Demonios sexuales femeninos sin domar, posesiones de espíritus malignos, hombres de barro sin cerebro e incluso algún que otro exorcismo… ¿Quién dice que los judíos no saben cómo vérselas con el lado oscuro?
Still from "The Possession"

En este mundo de Paranormal Activity, La Bruja y el auge de los satanistas progresivos, ¿dónde queda el amor por las posesiones, los demonios y los espíritus judíos?

Los demonios judíos también merecen respeto. Una religión que tiene más de 3.000 años de antigüedad posee fascinantes historias que se adentran en el lado más oscuro del judaísmo y de las entidades que habitan sus libros sagrados. Os presentamos a Lilith.

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Según el Talmud de Babilonia, Lilith (que se traduce como monstruo de la noche o grito nocturno) fue la primera esposa de Adán. Aunque fue creada a partir del mismo barro que Dios empleó para crear a Adán, se dice que estaba hecha de inmundicia (a diferencia de Eva, que llegaría después y fue creada a partir de una costilla de Adán). Adán y Lilith no se llevaban bien, sobre todo porque Adán estaba furioso ante la idea de que Dios le hubiera hecho del mismo barro que su esposa.

Lilith tenía voluntad y una mente muy fuerte. Adán hizo cuanto pudo para que fuera dócil y servil, pero Lilith no podía ser domada. Adán insistía en tener sexo en la postura del misionero, pero Lilith exigía ponerse encima. Un día, en un arrebato de ira, ella exclamó "¡Yahvé!" —el nombre sagrado de Dios— y después desarrolló un par de alas, se alzó en el firmamento y huyó volando. Cuando Eva, la siguiente esposa de Adán, fue creada, se dice que Dios puso a Adán a dormir para que no viera cómo la fabricaba.

La leyenda de Lilith se expandió por toda Mesopotamia y se creía que se aproximaba volando a las poblaciones para estrangular o secuestrar recién nacidos, posiblemente buscando también mujeres embarazadas.

También se creía que Lilith podía fecundarse a sí misma con esperma masculino para dar a luz a sus propios bebés demonio. El Talmud de Babilonia advierte: "Se prohíbe a los hombres que duerman solos en una casa, porque Lilith podría adueñarse de ellos".

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Para los judíos babilónicos del mundo, la vida estaba llena de espíritus y demonios que habitaban en cada faceta del mundo físico. Esos espíritus estaban en todas partes. Nada era seguro. Ni siquiera podías dejar comida debajo de la cama sin que se te infestara de demonios. Lo más normal es que fueran demonios del estilo de Asmodeus, Rey de los demonios y su Reina, Agrat bat Mahlat, que tenía 10.000 demonios sirvientes (¿alguien quiere unirse al grupo?). La reina de los demonios se considera como un ángel de prostitución y se sabe que durante el Sabbath aparca su carruaje y baila sobre los tejados de los judíos.

El judaísmo posee incluso su propio historial de posesiones demoníacas y exorcismos. En el folclore judío, un dybbuk era un espíritu malvado que se introducía en una persona viva, se adhería a su alma y le provocaba una enfermedad mental. Las almas que habían pecado tanto no tenían permiso para transmigrar, porque eran karet, es decir, que estaban "apartadas de Dios" en hebreo. Los exorcismos judíos se empezaron a celebrar en 1904, cuando el Rabino Ben-Zion Hazzan exorcizó un dybbuk y lo expulsó del alma de una mujer.

La mayoría de los rabinos, a menos que sean ultra-ortodoxos o que salgan en la película The Possession, parecen escépticos con respecto a las posesiones demoníacas. "El judaísmo prohíbe estrictamente cualquier tipo de creencia en brujería, magia y cosas así", afirma el Rabino Ron Herstik, que es rabino reformista además de mi padre. "Cada religión cuenta con su parte folclórica, que consiste en lo que cree la gente corriente de a pie, y eso siempre ha existido en el judaísmo". La creencia en cosas que no pueden verse, reflexiona Herstik, "tiene que ver con la labor inconsciente de la mente, de las cosas que imaginamos", y añade, "cuando hacemos eso, creamos, damos nombre o damos voz a determinadas fuerzas que de otro modo somos incapaces de comprender. La magia es una forma de decir que hay una fuerza ahí afuera que podemos usar para manipular la naturaleza, para manipular el tiempo, para manipular el destino y que la gente que puede hacerlo posee un talento especial, tanto si son brujos como hechiceros o como quieras llamarlos. Poseen un poder que les permite hacer cosas que básicamente pueden manipular la realidad a través de la magia".

"En realidad no deberían hacerlo, porque la brujería implica que existe un poder paranormal además del poder de Dios, o un poder que puede ir más allá de Dios y que puede conseguir metas que desea el ser humano, pero nadie debería jugarse los cuartos con Dios, básicamente", afirma Herstik. En otras palabras, que jugar a ser Dios es el juego que Dios más detesta.

Pero jugar a ser Dios es demasiado divertido, especialmente cuando puedes crear un golem, o un cuerpo sin alma. La forma más común de crear un golem es moldeando una figura humana con barro y usando el nombre de Dios para traerlo a la vida. Un golem se crea mediante magia para servir a su creador, e incluso aparece en los Salmos de la Biblia. Una famosa leyenda dice que en 1720, el Maharal de Praga creó un golem para proteger a los judíos de los ataques antisemitas, pero el golem perdió el control y el Maharal borró el nombre de Dios de su frente, devolviéndolo al polvo.

Demonios masculinos y femeninos, espíritus malignos y cuerpos sin alma habitan en las páginas de las leyendas judías. Y por si eso fuera poco, la primera mención a Satán deriva del Libro de Job, donde se utiliza como traducción de la palabra hebrea para adversario. Satán, que trabajaba como embajador itinerante de Dios, es el único responsable de arrebatar todas sus riquezas a Job y de matar a toda su familia excepto a su esposa, en un esfuerzo por ver si Job renunciaba a Dios, cosa que no hizo. Aunque Dios era el único que podía ordenar a Satán que hiciera su voluntad, sigue siendo el bueno de Satanás el que se llevó toda la mala fama. Y aunque matar familiares es algo que a Dios no acaba de molestarle, practicar la brujería y conjurar espíritus sigue estando totalmente prohibido.