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El número rarito

Mierda potable

¿Podemos beber lo que ponemos en el váter?

Ilustración de Ben Montero

A principios de año, agencias de inteligencia de EEUU publicaron un informe sobre la acechante posibilidad de que las naciones tengan que meterse en una guerra por el agua. Una posible solución para sortear la crisis que se nos viene encima sería, literalmente, bebernos nuestro pipi y nuestra caca. Aunque creas que tu mierda no huele, tienes que considerar que en algún momento probablemente hayas saciado tu sed con agua de una fosa séptica.
Ya desde los años 50, las aguas residuales se reciclan, purifican y vuelven a ser potables, con resultados variados : desde epidemias de disentería hasta un líquido refrescante y transparente como el cristal que nunca dirías que ha salido del ano de alguien.
Perth, en Australia, es el último municipio que ha hecho pruebas con estas aguas cuestionables con lo que han llamado el “Groundwater Replenishment Trial” [Proceso de Reabastecimiento de Aguas Subterráneas]. Desde noviembre de 2010, más de 1.500 megalitros de liquidillo marrón se han vertido bajo tierra en un sistema de contención establecido bastante lejos de las reservas locales de agua potable. El plan es dejar que el agua repose hasta final de año, y luego los “perthianos” deberán decidir si están lo bastante sedientos como para beber de ahí.
Nick Turner, responsable de planificación de recursos de agua de la empresa Water Corporation, nos dijo que beberse un vaso de mierda no es para tanto. “Ya no queda agua en el mundo, el mismo agua lleva circulando por ahí millones de años”, dijo. “Podría haber una molécula del meado de Leonardo da Vinci en el agua que me estoy bebiendo ahora”. Cambiando de tema, le pedimos a Nick que nos explicase paso a paso cómo esa sopa de excrementos se convierte en agua potable. TRATAMIENTO PRELIMINAR: Las aguas residuales “crudas” se recogen y se filtran para quitarles toda la mugre grasienta que se pega a la mierda. PRIMER TRATAMIENTO: La mierda filtrada se vierte en un container donde permanece hasta que la gravedad separa la arenilla que pueda quedar. Entonces se considera que ya está lo bastante limpia como para echarla en la máquina de purificación. SEGUNDO TRATAMIENTO: Después de que se hayan quitado todos los sólidos, el líquido se transfiere a un tanque al aire libre lleno de microorganismos cuyo alimento favorito son las heces, los medicamentos y las hormonas. TRATAMIENTO AVANZADO DEL AGUA: Ahora tienes un agua que no te beberías pero en la que quizá nadarías si estuvieses hasta el culo de MDMA. Lo siguiente es exprimirlo todo en unos filtros con membranas que retienen todo lo que sea más grande que la 1/300 parte de un cabello. Luego pasa por unos rayos ultravioletas que, según Nick, son una “póliza de seguros”. INYECCIÓN: Lo que antes eran aguas turbias y pestilentes ahora son transparentes y técnicamente potables, pero el proceso no ha terminado. El agua resultante se inyecta a 200 metros bajo tierra, en el acuífero Leederville, donde se diluye en 120.000 gigalitros de aguas subterráneas. SUPERVISIÓN: Finalmente, el agua es examinada por gente con un trabajo aburridísimo pero importante. Durante el proceso se han analizado más de 40.000 muestras y todo el mundo dice que está bien. Así que, ¡a beber!