Roadburn 2012 – Cuatro días de humo, riffs gordos y amor

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Música

Roadburn 2012 – Cuatro días de humo, riffs gordos y amor

Roadburn 2012 – Cuatro días de humo, riffs gordos y amor

Fotos de Sergio Albert Avilés

Hay un festival en el que el Metal y la Psicodelia se meten mano en cada rincón, donde sonrientes camareras te aceptan las fichas para bebidas de hace 2 o 3 años, donde hay zonas para fumadores, donde los seguratas no te odian, donde los técnicos de sonido no son unos ceporros, donde sold out no significa “lata de sardinas”, donde las mozas guapas llevan parches de Eyehategod, donde el sheriff del lugar es Michael Gira y donde, si te metes de casualidad en un sótano a descansar las piernas, te echan un cortometraje con banda sonora de Voïvod en el que Ken Russell interpreta a Dios. El Roadburn. El mejor festival al que yo haya ido jamás. Por eso hace 7 primaveras que me programo el año y las vacaciones con la mirada puesta en la multisala 013 de Tilburg, Holanda. Lo más comentado de esta última edición (del 12 al 15 de marzo) fue, de lejos, lo ultracebados que están Matt Pike y Al Cisneros, de Sleep. Y su concierto fue un caos monumental. Cuando aquello cuajaba, los riffs te levantaban un pamo del suelo, que por algo son EL referente doom-stoner. Pero la sensación general fue que, monises aparte, no les interesa un comino tocar juntos. Y si en el lugar del planeta con más densidad de fans de Sleep por metro cuadrado están en ese plan, uno se pregunta qué rollo llevarán en el San Miguel Primavera Sound, donde el 99% de la gente no los conocerá de nada. En fin, mejor nos quedamos con los riffs eternos de Jerusalem y “Dragonaut”, y con ese deslavazado final en el que solaparon los últimos acoples con la secuencia inicial de The Mechanic, la obra maestra de Michel Winner y Charles Bronson, proyectada en pantalla gigante.

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Eso sí, ni la sobrecarga de lípidos de Sleep llegó a eclipsar a YOB. Su místico líder, Mike Scheidt, se ha consolidado como el nuevo héroe del planeta Roadburn, y este año demostró que esos conciertos con los que reventó cabezas hace 2 años no fueron una alucinación. El tipo que se ha atrevido a mezclar Immolation con Sleep, Neurosis, Pink Floyd y Jimi Hendrix y encima ha salido victorioso de tan ambiciosa misión, ejerció además de leitmotiv del festival. Estaba en todas partes: “stagedivingueando” en el concierto del legendario grupo crust Doom en una antigua capilla (!!!), convulsionándose en un lateral del escenario mientras los gigantes Voïvod desgranaban su álbum cambiavidas Dimension Hatröss, meditabundo y confuso presenciando a bocajarro la descarga/esperpento de Sleep… No os aburriré con un repaso exhaustivo del cartel (para eso ya hay vídeos de casi todos los bolos en YouTube), pero antes de dejaros cotillear en el álbum de fotos del amigo Pumba, os diré que Black Cobra son la mejor manera de mandar la gente a dormir caliente, que Bongripper han dado con la fórmula para facturar euforizantes himnos sludge-black que engorilen a todo el mundo, que Scott ‘Wino’ Weinrich volvió a lucir las canas más venerables del doom americano –tanto en acústico como al frente de The Obsessed–, que Killing Joke siguen siendo unos titanes inclasificables y con muy malas pulgas (su guitarrista, Geordie Walker, llegó a amenazar a las primeras filas con lanzarles un pie de micro), que el avant-black rarito y lisérgico de Nachtmystium no es un truco de estudio y funciona en directo, que nunca me perdonaré haberme perdido a Fleshpress, que Om direron su concierto más convincente que les haya visto, que Witch tienen temazos pero pasan de todo y ni siquiera parecen un grupo, que el tremebundo death-doom de d.USK/diSEMBOWELMENT produce físicamente frío y que Blackbreath lo van a petar este año con su mezcla tan resultona, tan en su punto y tan para todos los públicos de thrash, hardcore y death sueco viejuno. Y… paro ya. Ahí os dejamos las fotos para que os hagáis una idea de la “experiencia Roadburn”, un término que suena a triquiñuela de marketing pero que cobra todo el sentido cuando estás allí.

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